Su actuación más sobresaliente la
realizó al frente de la colonización de Sierra Morena, proyecto del que fue su
máximo impulsor y valedor, pese a las grandes dificultades, de todo
tipo, que tuvo que sortear. En el año 1771, había logrado
fundar más de cuarenta nuevos núcleos de población y colonizar una gran
extensión de tierras baldías.
Víctima del absolutismo, fue procesado y condenado por la Inquisición en 1778 (el autillo, un auto de fe a puerta cerrada), pero logró evadirse exiliándose en Francia.
Víctima del absolutismo, fue procesado y condenado por la Inquisición en 1778 (el autillo, un auto de fe a puerta cerrada), pero logró evadirse exiliándose en Francia.
Pablo
de Olavide y Jáuregui nació el 25 de enero de 1725 en Lima, la capital del
Perú, siendo el primogénito de la familia del hidalgo navarro Martín de Olavide
y Albizu -contador mayor del Tribunal de Cuentas de Lima- y María Ana de
Jáuregui, criolla, hija del capitán sevillano Antonio de Jáuregui, avencidado
en Lima, que había casado con una joven limeña, María Josefa. Pablo tuvo dos
hermanas: Micaela y Josefa y fue bautizado en la iglesia del Sagrario el 7 de
mayo con el nombre de Pablo Antonio José, siendo apadrinado por su
tío materno Domingo, que habría de jugar un papel importante en su
vida.
Antes
de cumplir los diez años estaba estudiando en el Real Colegio de San Martin, de
Lima, dirigido por los jesuitas, y a los quince años se graduó como Licenciado
y Doctor en Teología por la Universidad de San Marcos, en la que dos años más
tarde era catedrático, por oposición, en
la Facultad de Teología.
A
este meteórico ascenso en la carrera universitaria hay que añadir su
participación en la vida jurídica del país, pues fue recibido como abogado en
la Real Audiencia de Lima en 1741, de la que llegó a ser nombrado Oidor en
1745, tras unas oposiciones y después de haber jurado el cargo de asesor del
Tribunal del Consulado.
Pero
su rápida ascensión se vio de repente truncada por su actuación algo más que
dudosa tras el terremoto que asoló Lima, en octubre de 1746, en el que falleció
su padre. Olavide fue acusado de ocultación de la herencia paterna y de
malversación, lo que provocó su caída en desgracia dentro de la administración
colonial. Pablo de Olavide marchó hacia España, en 1750, para justificar su
conducta ante las autoridades del Consejo de Indias. En el año 1754 fue
encarcelado y se confiscaron todos sus bienes, pero poco después pudo conseguir
la libertad bajo fianza.
Una
vez libre de todo cargo, se casó con Isabel de los Ríos, rica viuda que le donó
toda su fortuna. Gracias a este matrimonio, al parecer de conveniencia, empezó a recuperar
su deteriorada posición social y saldar sus cuentas con la justicia, mediante
el pago de una multa y una breve inhabilitación para desempeñar cargos
públicos. En el año 1756 fue nombrado Caballero de la Orden de Santiago, mediante el pago de altas tasas.
Entre
los años 1757 y 1765 realizó tres largos viajes por Francia e Italia, que le
dieron la oportunidad de conocer a las figuras más importantes de la
Ilustración europea. En Madrid, su casa fue uno de los centros de reunión de la
elite ilustrada y supo aprovecharse de los influyentes personajes que iba
conociendo en la Corte, gracias a los cuales pudo reanudar su truncada carrera
en la administración. En 1776 fue nombrado director de los Reales Hospicios de
San Fernando y de Madrid, y en el año 1767 fue designado síndico personero del
Ayuntamiento de Madrid.
Olavide siempre apoyó y defendió la
política reformista llevada a cabo por Campomanes y el conde de Aranda, el cual lo tomaría bajo su protección directa, ofreciéndole, en 1767, el cargo de
superintendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, para dirigir la
realización del mayor proyecto de colonización agraria llevado a cabo en el
reinado de Carlos III. Para reforzar sus atribuciones y mejorar el control
sobre el proyecto, también fue nombrado asistente corregidor de Sevilla e
intendente del ejército de Andalucía.
Fundación de La Carolina. Reparto de tierras por Carlos III |
Nuevas poblaciones de Andalucía y de Sierra Morena |
Durante
este periodo y hasta el año 1775, Olavide elaboró dos de los proyectos más
representativos e importantes del reformismo ilustrado: el Plan de Estudios para la Universidad de Sevilla, del año 1767, y
el Informe sobre la Ley Agraria, del
año 1768. La actuación de Pablo de Olavide en Sevilla se extendió hacia ámbitos
y esferas muy diversas: el saneamiento de la hacienda municipal y la mejora del
abastecimiento de la población; la reforma y secularización de la asistencia
social; las obras públicas y el urbanismo; la animación cultural, etc.
La actividad reformista y modernizadora que desplegó Pablo de Olavide suscitó pronto la oposición de los poderosos sectores reaccionarios y conservadores de la Corte, los cuales trataron de provocar su caída en desgracia mediante campañas difamatorias de todo tipo y denuncias ante el Santo Oficio. El inquisidor general, doctor don Juan Antonio de Bonilla, solicitó y obtuvo de Carlos III el procesamiento de Olavide, a finales del año 1775, que intentó defenderse de las falsas acusaciones que se vertieron contra él, pero no logró salvar su persona, y en 1776 se decretó su encarcelamiento y la confiscación cautelar de todos sus bienes. Olavide pasó dos largos años preso por la Inquisición, hasta el año 1778, cuando fue procesado y se hizo pública su sentencia por la que fue condenado a ocho años de reclusión en un monasterio. Durante su reclusión, en uno de los traslados, Olavide aprovechó su proximidad con la frontera francesa para huir al país vecino.
En
París, Olavide llevó una vida cómoda, recuperando sus antiguas relaciones
sociales, pero ya alejado de la política activa. El estallido de la Revolución
Francesa fue bien recibido por el ilustrado español, pero debido a la creciente
radicalización del proceso, Olavide optó por marcharse de la capital francesa e
instalarse en el campo, en el castillo de Menug-sur-Loire. En abril del año
1794 fue detenido acusado de extranjero sospechoso de colaborar con la
aristocracia (en Francia vivió bajo el seudónimo de conde de Pilos), motivo por
el que pasó nueve meses en prisión hasta que, con la caída del régimen de
terror impuesto por los jacobinos, fue liberado.
Las angustias y privaciones que pasó en
el presidio le causaron una profunda impresión en el ánimo, que le supuso una
vuelta a las prácticas religiosas con un fervor renovado. Fruto de su nuevo
estado religioso, publicó en 1797, en la ciudad de Valencia y de forma anónima,
el libro El Evangelio en triunfo. La
obra alcanzó un éxito fulgurante, lo que sirvió para facilitar su regreso a
España, a la vez que se le rehabilitaba públicamente y se le concedía una
pensión vitalicia de 90.000 reales.
Así,
en el año 1798 volvió a España, consiguiendo que se le anulase la sentencia
inquisitorial, marchando a vivir a Baeza (Jaén), completamente al margen de la
política y de la vida social, donde murió en febrero de 1803.
Para saber más
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Magnifico trabajo sobre un gran Español, D. Pedro de Olavide, injustamente olvidado
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