Destacada figura del siglo XVIII y miembro de diferentes Academias científicas europeas, se involucró decididamente en los planes reformistas del Estado borbónico, renovó los estudios de la Academia de Guardias Marinas de Cádiz, ciudad en la que fundó el primer Observatorio Astronómico de España; dirigió las obras de construcción o renovación de los arsenales de La Carraca, Cartagena y El Ferrol, desarrollando una fecunda labor científica en el campo de las matemáticas, la astronomía, la construcción naval y la mecánica del buque.
Junto a Antonio Ulloa formó parte de la comisión hispano francesa encargada de la medición del meridiano en las cercanías del ecuador, y de rectificar la verdadera figura de la Tierra.
Jorge Juan nació en Novelda (Alicante) el 5 de enero del año 1713 y fue bautizado en la iglesia de Monforte del Cid. Descendía de dos ilustres familias, la de su padre don Bernardo Juan y Canicia (caballero de la Orden de Malta) era de Alicante y provenía de la rama de los Condes de Peñalba. Su madre, doña Violante Santacilia y Soler de Cornellá, XVIII Señora de Asprillas, pertenecía a una notoria y hacendada familia de Elche. Ambos eran viudos y casados en segundas nupcias. Habitaban en su casa de Alicante de la Plaza del Mar, pasando sólo temporadas de descanso en Novelda.
Uno de sus antepasados, Salvador de Medina y Juan, obtuvo una certificación de provisión de Hidalguía de sangre en la Real Chancillería de Granada en 1666.
Tenía tres años de edad cuando quedó huérfano de padre, estudiando las primeras letras en el colegio de la Compañía de Jesús de Alicante bajo la tutoría de su tío don Antonio Juan, canónigo de la colegiata. Poco después, su otro tío paterno don Cipriano Juan, Caballero de la Orden de Malta, que por entonces era Bailío de Caspe, se encargó de su educación enviándole a Zaragoza para que cursara allí los estudios de Gramática, que en aquel tiempo constituían una enseñanza preparatoria para otros estudios superiores.
Al cumplir los doce años su tío le envió a Malta como paje del Gran Maestre de la Orden de Malta y allí permaneció hasta mediados de 1729 fecha en la que, tras recibir la encomienda de Aliaga (Teruel), regresó a España para ingresar en la Academia de Guardias Marinas que en 1717 se había creado en Cádiz. Su sólida formación en matemáticas y astronomía le permitió embarcar casi de inmediato participando, entre otras, en la expedición que en 1731 trasladó a Nápoles al futuro Carlos III así como en la que reconquistaría la plaza norteafricana de Orán en 1732.
La experiencia adquirida en navegación y sus más que suficientes conocimientos fueron determinantes para que en 1735, con tan sólo veintiún años y siendo un simple alférez, fuera elegido junto con el guardiamarina Antonio de Ulloa, para incorporarse a la delegación de científicos enviados por la Academia de Ciencias de París, que contaban con el preceptivo permiso del rey de España (Felipe V), primo del rey de Francia Luís XV, para dirigirse al virreinato del Perú y allí efectuar las observaciones y trabajos conducentes a la medición del grado de un arco de meridiano por debajo de la línea del ecuador; tarea que, a posteriori, consagraría a los marinos españoles como científicos y les proporcionaría bien ganada fama, sobre todo a Jorge Juan. Para que fueran presentados con una cierta graduación militar, ante los sabios franceses que formaban la comisión de ese país, se les ascendió a tenientes de navío, dándoseles la paga correspondiente, y los dos dieron un salto de cuatro grados con tal fin.
La Mitad del Mundo (Foto del autor del blog) |
La estancia de Jorge Juan y Antonio de Ulloa en América se prolongó hasta octubre de 1744, en que embarcaron por separado en navíos franceses para regresar a España por la ruta del cabo de Hornos. Jorge Juan, tras un viaje menos azaroso que el de su compañero, llegó al puerto de Brest en octubre de 1745, desde donde marchó a París antes de regresar a España. En la capital francesa fue nombrado miembro correspondiente de la Academia Real de Ciencias. Los resultados de la expedición franco española, confirmando los planteamientos de Newton, pusieron fin a la polémica científica y permitieron determinar la figura y magnitud de la Tierra.
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Fue ascendido a capitán de navío y enviado al Reino Unido, por encargo directo de don Zenón de Somodevilla (Marqués de la Ensenada), realizando el viaje en noviembre de 1748, con varias misiones secretas y para mejor informarse del método de construcción naval empleado por los británicos, es decir “espiarlos”.
Al regresar a España, corrigió los defectos a su entender de la construcción inglesa, y tanto mejoró el sistema que a su vez fue copiado por los ingleses. Por orden real se le puso al frente de la construcción en los arsenales de El Ferrol y Cartagena, sus diques, las gradas para construir navíos y botarlos al agua sin lesión, el método de construirlos, etc.
En el año de 1754 se le encomendó la compañía de guardiamarinas, mejorando sus estudios; escribió para los alumnos el “Compendio de Navegación”, en la que se relaciona como resumen claro y elegante de cuánto había adelantado la navegación hasta aquella época, siendo esta obra de obligado aprendizaje, manteniéndose durante muchos años como ejemplo de libro de texto, pero además se preocupo de dotar mejor a la escuela, con mejores maestros y los medios más apropiados. Hay que mencionar que fue Jorge Juan quien introdujo el cálculo infinitesimal en nuestro país.
Compendio de navegación, de Jorge Juan de Santacilia |
Como erudito en las ciencias, consiguió se le autorizase a construir el Observatorio, para mejorar la aplicación de estas en los estudios de los guardiamarinas y mejorar las mediciones. Más tarde éste observatorio fue trasladado a la Isla de León, hoy San Fernando, en Cádiz.
En el año de 1766, después de una larga alternativa en comisiones y viajes, se le mandó volver a Madrid, para fijar allí su residencia; pero antes de realizar el viaje recibió una nueva orden, se le había nombrado embajador de España ante el Sultán de Maruecos, saliendo el día 15 de febrero de 1767. Llevó al Sultán ricos presentes por real orden, entre ellos a doscientos ochenta y cinco esclavos moros y turcos, lo que facilitó el entendimiento, resolviendo gran cantidad de asuntos complejos, con tanta satisfacción, que justificó la confianza depositada por el Gobierno.
Terminada su misión, regreso a Madrid en el mismo año, continuando con su tarea de científico, y por orden Real se ocupaba de revisar y asesorar, a todas las secretarías del despacho y por el Supremo Consejo de Castilla. El Rey le nombró director del Real Seminario de Nobles, siendo conocido como “El sabio español”. Publicó las siguientes obras: Relación histórica del viaje a la América meridional (1748), Observaciones astronómicas y físicas hechas en los reinos del Perú (1748) y Noticias secretas de América (1826).
Falleció de un ataque epiléptico a los sesenta años de edad, el 21 de junio.
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