El
Monasterio debe su origen al hallazgo, en la cumbre de la colina (puig, en valenciano), de una
imagen de la Virgen María por parte de san Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la
Merced, en 1237, debajo de una campana, mientras las huestes de Jaime I se
preparaban para la conquista de la cercana ciudad de Valencia.
Jaime
I, el Conquistador, consideró la protección de la Virgen como causa
determinante y eficaz de la conquista del Reino de Valencia, proclamó a Santa
María de El Puig (La Mare de Déu) como Patrona
del Reino conquistado*, y erigió el primer templo en su honor en las
tierras rescatadas, y quiso que los religiosos mercedarios fueran los
guardianes perpetuos del santuario.
Cuenta
la Leyenda que los ángeles esculpieron la imagen en una piedra del Sepulcro de
la Virgen, cómo posteriormente la trasladaron hasta este lugar, donde se
construyó un monasterio y donde la veneraron hasta la invasión musulmana
acaecida en el año 711. Pasaron pues, 526 años, en que la sagrada imagen estuvo
sepultada bajo una campana. Por eso, se hizo labrar un escudo que sirviera como
imagen heráldica del monasterio: en campo partido, las armas de la Orden de la
Merced y la iconografía del hallazgo: una montaña, una campana y las siete
estrellas. La imagen está sostenida en un bello relicario con una hermosa
leyenda: “Sancta Maria imago tua sit nobis tutrix…”
Las
viejas crónicas de la Orden de la Merced presentan a su Fundador acompañando al
rey Jaime I el Conquistador en sus campañas de Reconquista. Ya había decidido
el rey en el castillo de Alcañiz conquistar Valencia, y su determinación le
llevó a tomar la posición de El Puig de Enesa, ocupando el castillo, que los
musulmanes habían derruido en su huída.
Durante
el verano del año de 1237, todos los sábados la guarnición cristiana del
castillo veía descender sobre la falda del monte donde ahora se asienta el
monasterio una columna de siete estrellas, señalando un punto concreto de la
montañita. San Pedro Nolasco interpretó aquel anuncio como buen presagio de
conquista y mandó cavar allí. Y debajo de una campana apareció la hermosa
imagen bizantina de Nuestra Señora de los Ángeles. El alcaide del castillo, D. Bernardo Guillén de Entenza, tío de
Jaime I, colocó la Imagen de la Virgen en el castillo, y más tarde cuando llegó
el rey, el monarca mandó construir una iglesia, en el mismo sitio donde hoy la podemos
contemplar; y de tal forma procuró que se llevase a cabo que ya estaba
concluida en el año 1240. El Obispo de Valencia la convirtió en parroquia ese
mismo año y la encomendó a la Orden de la Merced.
Sepulcro del tio de Jaime I |
En
ese mismo agosto, tuvo lugar la famosísima batalla de El Puig. Narran los
cronistas que los infantes cristianos eran reducidos en número frente a las
tropas musulmanas, y que en el fragor de la lucha apareció el mismísimo Señor
San Jorge, patrono de las armas aragonesas, y que por su medio e intervención,
la lucha se decidió en nuestro favor. El rey moro de Valencia, Zayyan, quiso
aprovechar la desventaja a su favor que le proporcionaba la ausencia del rey
Jaime I, pero la batalla que se libró fue de tal modo decisiva que no se llevó
a cabo ninguna otra para la conquista de la ciudad de Valencia, poniendo en
enero de 1238 duro cerco a la ciudad, logrando la capitulación unos meses más
tarde.
La batalla que tuvo lugar el 20 de agosto de 1237 sería decisiva pues los musulmanes se retiran tras los muros de Valencia y nunca más se atreverán a salir de ellas, por lo que dejaban libre el camino del rey Jaime I hacia la ciudad.
La batalla que tuvo lugar el 20 de agosto de 1237 sería decisiva pues los musulmanes se retiran tras los muros de Valencia y nunca más se atreverán a salir de ellas, por lo que dejaban libre el camino del rey Jaime I hacia la ciudad.
Representación de la batalla del Puig |
Tiempo
atrás, el abuelo de Jaime I, Alfonso II de Aragón en 1175 había prometido al
Abad y monjes del Monasterio de Poblet hacer donación de la villa de El Puig de
Enesa o Cebolla o Juballa como la llamaban los moros, cuando con la ayuda
divina la conquistara, para que en el sitio del término que mejor les pareciera
fundaran un monasterio del Císter, asignándoles tierras y rentas para mantener
a una numerosa comunidad. Ese mismo día eligió sepultura en Poblet,
reservándose no obstante, la posibilidad de sepultarse en El Puig si llegaba a
conquistarlo. Sin embargo, el Rey Jaime I el Conquistador otorgó la donación a San Pedro
Nolasco y a la Orden de la Merced en fecha del 2 de julio de 1240, y debido al
hallazgo de la Santa Imagen cambió el nombre de El Puig de Cebolla por el de El
Puig de Santa María.
*El 10 de mayo de 1961 el papa Juan XXIII tuvo a bien nombrar a la Virgen de los Desamparados como Patrona de
Valencia y su Reino, desbancando así a la histórica figura de la Virgen del Puig como Patrona.
Castillo del Puig (de Enesa, de la Patá, o de la Cebolla).
Fortaleza musulmana denominada por los cristianos Puig de Cebolla por deformación del árabe "Jubal·la" (colina). Fue conquistada por el Cid Campeador a finales del siglo XI, mucho antes de la conquista definitiva de Valencia, aunque con posterioridad volvió a manos musulmanas.
El Puig se identifica con la localidad de Cebolla citada en el Cantar de mío Cid, de hecho, la localidad forma parte del Camino del Cid. Posteriormente El Puig pasó nuevamente a dominio islámico hasta que en 1237 fue conquistado por Jaime I. El enfrentamiento en la conocida Batalla de Enesa entre cristianos y musulmanes, abrirá las puertas a la conquista de la ciudad de Valencia en 1238.
El Monasterio comprende dos elementos arquitectónicos distintos: El Convento propiamente dicho (residencia de los religiosos) y el Santuario de la Patrona del Reino de Valencia; constituyendo ambos elementos la grandiosa mole rectangular, flanqueada por cuatro macizos torreones, que destaca sobre la verdeante lozanía de la huerta y sobre la construcción urbana circundante.
El
Convento actual, de planta y estilo escurialense, se comenzó a construir, con
la bendición de San Juan de Ribera, el día 1 de septiembre de 1588, día de la
colocación de la primera piedra en los cimientos del torreón sureste. Fue su
arquitecto y primer maestro de obras Antón Dexado de la Cossa.
El
Santuario. La construcción del edificio actual fue iniciada por el almirante
don Roger de Lauria, el año 1300, continuada por su esposa, doña Saurina de
Entenza, y concluida (a mediados del siglo XIV) por la hija de ambos, doña
Margarita de Lauria y Entenza.
A
la iglesia actual precedió, en el tiempo, la de una sola nave construida por
orden de Jaime I, en 1238 y entregada a la Orden de la Merced por dicho monarca
el 26 de julio de 1240, de la que se conserva únicamente la extraordinaria
Portada, trasladada de su emplazamiento primitivo al lugar lateral que hoy
ocupa.
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