lunes, 4 de septiembre de 2023

Fernando de Valdés Salas. Religioso y Político. Inquisidor General



Uno de los políticos y eclesiásticos más influyentes de la España del siglo XVI. Fue presidente del Consejo de Castilla y del de Estado, Arzobispo de Sevilla e Inquisidor General del Santo Oficio durante casi 20 años (1547-1566).

Ocupó importantes cargos en la Chancillería de Valladolid (en 1535) y en los Consejos de Castilla (1539-1547, en sustitución de Pardo de Tavera), y de Estado.

Fernando de Valdés Salas nace en el seno de una familia de linaje hidalgo de la villa de Salas (Asturias), siendo sus padres, Juan Fernández de Salas y Mencía de Valdés, que eran señores de Salas, y están enterrados en la iglesia de la villa, que su hijo había levantado como colegiata de Santa María y panteón familiar.



 Estudió derecho en el famoso colegio de San Bartolomé, en Salamanca, del que sería nombrado rector en 1515. Licenciado en cánones, en 1517 pasó al servicio del cardenal Cisneros. En esos años participó en la elaboración de las constituciones nuevas de la Universidad Complutense de Madrid.

Entre los años 1516 y 1517 asistió como letrado a don Diego Colón, el hijo del Almirante, y tuvo relación con Hernando Colón, con quien muy probablemente viajó acompañando al emperador a su coronación.

En 1520 pasó a Flandes como informador y representante de la iglesia de Toledo. Allí conoció al emperador Carlos V, que lo tomó a su servicio, confiándosele misiones en Alemania, Flandes y Portugal. En 1523 fue enviado como visitador al reino  Navarra (anexionado al de Castilla desde 1512) y como controlador de la situación en Castilla, adversa entonces al emperador, y sus informes motivaríann las ordenanzas que decretó el monarca en 1525. Poco después, en abril de 1524, pasó a formar parte de la Inquisición y a actuar como consejero.

Entre 1528 y 1533 fue deán de Oviedo, y a finales de la década de 1520, y tras ejercer como chanciller de Valladolid, accedió a la silla arzobispal de Elna (Rosellón, Francia), aunque pronto fue trasladado a Orense, para, tres años después (1532), ocupar el obispado de Oviedo, donde promovió la reforma eclesiástica, en 1533 celebró un sínodo diocesano (1533) y mandó imprimir breviarios para los curas (1536) según el rito de la catedral. Tras un breve paso por la Chancillería de Valladolid, y por León, en 1539 inició el obispado de Sigüenza (Guadalajara). Seis años más tarde, en octubre de 1546, fue preconizado arzobispo de Sevilla, (la segunda sede más rica de España).

Como arzobispo de Sevilla, Valdés se preocupó de reformar de la vida y costumbres del clero y mantuvo unas tensas relaciones con el cabildo catedralicio, poco dispuesto a seguir sus órdenes. Durante este periodo, promovió varios procesos contra erasmistas y luteranos en Valladolid y Sevilla (1558-1562).

El caso más sonado fue posiblemente el de fray Bartolomé Carranza, arzobispo de Toledo, la sede primada de España, apresado por la Inquisición en 1559.

En el año 1557, Carranza publicó los famosos Comentarios al catolicismo cristiano. Los inquisidores vieron en esta obra proposiciones heréticas. La ascensión a la silla arzobispal de Toledo, quizá la sede más importante entonces en toda la cristiandad después de la de Roma, por rentas e influencia, despertó desconfianzas y envidias, y temores de que, desde aquel solio, pudiera difundirse la doctrina de Lutero, como había ocurrido con obispos de fe dudosa en los Países Bajos.

En el proceso contra el arzobispo Bartolomé de Carranza (1559-62), Fernando de Valdés decretó el encierro del arzobispo; la admisión oficial de la protesta de Carranza, que había presentado una recusación de la figura de Valdés en calidad de juez, dejó a Valdés en situación de debilidad dentro del tribunal de la Inquisición y también entre los funcionarios de la Corte española. Valdés intervino también en la persecución de los moriscos, y su actuación se caracterizó, en general, por un celo en extremo riguroso y fanático.

En 1534, 1556 y 1566 fundó, respectivamente, el Colegio de San Gregorio de Oviedo, el de San Pelayo de Salamanca y la Universidad de Oviedo.

 
Muy poco después de haber sido nombrado arzobispo de Sevilla, en enero de 1547 Fernando de Valdés fue nombrado inquisidor general del reino (cargo que desempeñaría hasta 1566), siendo responsable de la instauración de la censura de libros y publicaciones, del primer Índice de libros prohibidos (1559), para cuya redacción prescindió del de Paulo IV, y de la edición definitiva de Instrucciones de la Inquisición (1561), que persiguió no solo a los autores herejes, sino también a autores católicos cuyas ideas podían resultar incómodas para los inquisidores, Así, censuró a autores como fray Luis de Granada, San Juan de Ávila, San Francisco de Borja,  Francisco de Osuna y Erasmo de Rotterdam.


Fernando de Valdés no dudo en utilizar su poder para afianzar la ortodoxia católica y su propia posición política, En su dilatada carrera acumuló notables riquezas que le permitieron llevar a cabo una importante labor de mecenazgo, en la que destaca el impulso que dio a la creación de la Universidad de Oviedo, aunque no pudo evitar caer en desgracia en la Corte al final de sus días.

Mausoleo de Valdés / colegiata de Santa María la Mayor (Salas)
 
Fernando de Valdés murió el 9 de diciembre de 1568, rechazado por Pío V, quien le había retirado del proceso de Bartolomé Carranza y, en cierta manera, también por Felipe II quien, según su biógrafo, González Novalín, trató “al anciano Valdés con mayor dureza de la que hubiera podido esperarse de un monarca comprensivo y amigo”.

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