Brigadier de la Real Armada Española, Caballero de Santiago, muerto al mando del navío Mejicano (botado en La Habana, tres puentes, de porte de 112 cañones) en el combate naval de Cabo de San Vicente contra los británicos, en el que también fallecieron los brigadieres Tomás Geraldino y Antonio Yepes.
Francisco Herrera Cruzat nació en el Puerto de Santa María (Cádiz) en 1738 y falleció en el combate naval de Cabo San Vicente, contra los ingleses, en febrero de 1797.
Brigadier de la Armada |
Caballero de Santiago |
Era hijo de Francisco Herrera Toledo y Navarro (nacido en Cádiz en 1713), Capitán de Infantería, gobernador en la Orden de Santiago de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) y luego de Cieza (Murcia), Caballero de la Orden de Santiago (Exp. Nº 571), Alcalde de la Hermandad en Jerez, y de su esposa María del Carmen Cruzat y Vela (nacida en Cádiz en el año 1722), que celebraron su matrimonio en octubre de 1736, en la Iglesia Catedral de Santa Cruz de Cádiz. El matrimonio en total tuvo 11 hijos, siendo Francisco el primogénito.
Era nieto en línea paterna de Francisco Manuel Herrera Suárez de Toledo (Arcos 1684 / Madrid 1752), del Consejo Supremo de Castilla, Veinticuatro de Jerez, hijo de Juan de Herrera Mirabal, hidalgo en Jerez en 1675 y 1677, y de María Suárez de Toledo y Torres, que había casado, en Cádiz en 1709, con María Gertrudis Navarro Párraga, hija de Ciriaco Navarro Dávila, hidalgo en Jerez en 1675 y 1677. Alcalde del castillo de Tempul en 1675. Alcalde de la Santa Hermandad de Jerez en 1681, y de Ana Luisa López de Párraga y Solís.
Por línea materna era nieto de Juan Ignacio Cruzat y Góngora Aróstegui, Regidor Perpetuo de Cádiz, hijo de Fausto Andreas Cruzat y Góngora Rada, Gobernador y Capitán general de Filipinas (1690-1701), Caballero de Santiago, casado en Cádiz, en 1673, con Beatriz de Aróstegui Aguirre. A finales del año 1702, don Fausto Cruzat y Góngora, quien hasta entonces fungía como gobernador de Manila, se embarcó con su familia rumbo a la Nueva España. Durante el trayecto, Cruzat y una de sus hijas perecieron al contraer una enfermedad maligna; sobrevivieron la madre, dos hijos varones y María Ignacia, notable por su gracia y belleza.
El 1 de febrero de 1752, Francisco, a la edad de 14 años, sienta plaza de guardiamarina en Cádiz y, tres años más tarde, termina sus estudios teóricos con aprovechamiento y embarca, en el mes de marzo, en el navío Firme, pasa luego al Eolo, haciendo servicios de protección de los transportes de ultramar en la zona entre Cabo Santa María y Cabo San Vicente; en 1756, estando en Ferrol, al desarme de su buque, en el mes de julio es destinado al Soberano, ya como oficial, regresa a Cádiz; más tarde hace el corso a bordo de la fragata Juno, regresa a Cartagena en noviembre. Entre los años 1777-1779, Sargento Mayor, Teniente de navío, en el Estado Mayor de Ferrol de la Infantería de Marina.
Detalle del Santa Ana, buque de 112 cañones, similar al Mejicano |
En febrero de 1780, es promovido al empleo de Capitán de fragata; en 1781 es nombrado Caballero de Santiago y en 1789 es promovido al empleo de Capitán de navío; en 1795 es promovido al empleo de Brigadier de la Real Armada. El 14 de febrero de 1797, al mando del “Mejicano”, fallece tras ser gravemente herido, a bordo de su buque, en el combate de Cabo San Vicente contra la escuadra británica.
Para saber más: Hoja de servicios
La batalla del Cabo de San Vicente fue un combate naval que se desarrolló el 14 de febrero de 1797 frente al cabo de San Vicente, en el extremo occidental de la costa portuguesa del Algarve. España era en aquel momento aliada a la Francia revolucionaria merced al Tratado de San Ildefonso, que la comprometía a enfrentarse a Inglaterra en el marco de las Guerras Revolucionarias Francesas.
La escuadra española, formada por 27 navíos de línea, 11 fragatas y un bergantín, con un total de 2.638 cañones, partió de Cartagena en febrero de 1797 al mando del teniente general José de Córdova. Entre los buques de la flota española se encontraba el Santísima Trinidad, entonces el mayor buque de guerra del mundo, con 136 cañones y el único con cuatro cubiertas de artillería.
La escuadra española, formada por 27 navíos de línea, 11 fragatas y un bergantín, con un total de 2.638 cañones, partió de Cartagena en febrero de 1797 al mando del teniente general José de Córdova. Entre los buques de la flota española se encontraba el Santísima Trinidad, entonces el mayor buque de guerra del mundo, con 136 cañones y el único con cuatro cubiertas de artillería.
Batalla de Cabo San Vicente |
Poco antes de su llegada a Cádiz fueron sorprendidos por un fuerte temporal, al tiempo que la flota inglesa, con 15 navíos de línea, cuatro fragatas, dos balandros y un cúter, con un total de 1.430 cañones y al mando de John Jervis, interceptaba a la escuadra española.
Al amanecer del día 14, los barcos de Jervis se encontraban en posición para enfrentarse a los españoles y viceversa. Fue entonces cuando vio claro que su inferioridad numérica era de dos barcos españoles por cada barco inglés, pero en cualquier caso suponía ya mayor riesgo para los ingleses tratar de evadirse que enfrentarse a la escuadra española, por lo que se decidió a atacar para tratar de impedir que esta escuadra se uniera a la flota francesa que les esperaba en Brest.
Para ventaja de los ingleses, la escuadra española estaba formada en dos grupos tácticamente mal dispuestos para el combate, mientras que los ingleses conservaban la línea. Jervis ordenó a su flota que pasara entre ambos grupos, lo que optimizaría el uso de los cañones de sus barcos, mientras impedía que la flota española pudiera emplear todos los suyos. En todo momento maniobró la flota con el fin de impedir que los barcos españoles pudiesen escapar hacia Cádiz.
Nelson había sido transferido al HMS “Captain”, de 74 cañones, y se dirigió hacia la retaguardia de la línea española. Desobedeciendo las órdenes de que la línea inglesa maniobrara para acorralar al grupo menor de buques españoles, rompió la formación para perseguir al grupo mayor, colocándose frente a los barcos españoles. Jervis, a pesar de ello, envió nuevos buques en su apoyo, consciente de que la maniobra de Nelson era atrevida pero eficaz.
El resultado de la batalla fue una derrota para la armada española. De los 27 navíos de línea con los que contaba ésta, entraron en combate 21, perdiendo cuatro, e incluso podría haber llegado a perder a su buque insignia de no ser por la actuación de Cayetano Valdés, al mando del “Pelayo”, que acudió en su socorro cuando ya había arriado su bandera. Se dice que amenazó al buque insignia español con cañonearle si no levantaba de inmediato su pabellón. Otros cuatro buques de la flota quedaron muy seriamente dañados. Los ingleses apresaron los navíos “San José”, “Salvador del Mundo”, “San Nicolás” y “San Antonio”. La batalla costó la vida a 1.284 marinos españoles.
En la posterior retirada española, algunos barcos huyeron hacia Cádiz, mientras que otros lo hicieron con rumbo a Algeciras. El grueso de la escuadra española entró en Cádiz el 3 de marzo. El jefe de la flota don José de Córdova tuvo que enfrentarse posteriormente a un consejo de guerra, donde fue degradado.
Tras la batalla, en Junio, Jervis puso cerco a Cádiz. La ciudad estaba defendida por José de Mazarredo, que consiguió evitar una inminente invasión inglesa mediante el uso de lanchas cañoneras. Durante el cerco a Cádiz, una parte de esta flota se dirigió a Tenerife, donde también fueron rechazados, perdiendo Nelson el brazo derecho en el combate.
Al amanecer del día 14, los barcos de Jervis se encontraban en posición para enfrentarse a los españoles y viceversa. Fue entonces cuando vio claro que su inferioridad numérica era de dos barcos españoles por cada barco inglés, pero en cualquier caso suponía ya mayor riesgo para los ingleses tratar de evadirse que enfrentarse a la escuadra española, por lo que se decidió a atacar para tratar de impedir que esta escuadra se uniera a la flota francesa que les esperaba en Brest.
Para ventaja de los ingleses, la escuadra española estaba formada en dos grupos tácticamente mal dispuestos para el combate, mientras que los ingleses conservaban la línea. Jervis ordenó a su flota que pasara entre ambos grupos, lo que optimizaría el uso de los cañones de sus barcos, mientras impedía que la flota española pudiera emplear todos los suyos. En todo momento maniobró la flota con el fin de impedir que los barcos españoles pudiesen escapar hacia Cádiz.
Nelson había sido transferido al HMS “Captain”, de 74 cañones, y se dirigió hacia la retaguardia de la línea española. Desobedeciendo las órdenes de que la línea inglesa maniobrara para acorralar al grupo menor de buques españoles, rompió la formación para perseguir al grupo mayor, colocándose frente a los barcos españoles. Jervis, a pesar de ello, envió nuevos buques en su apoyo, consciente de que la maniobra de Nelson era atrevida pero eficaz.
El resultado de la batalla fue una derrota para la armada española. De los 27 navíos de línea con los que contaba ésta, entraron en combate 21, perdiendo cuatro, e incluso podría haber llegado a perder a su buque insignia de no ser por la actuación de Cayetano Valdés, al mando del “Pelayo”, que acudió en su socorro cuando ya había arriado su bandera. Se dice que amenazó al buque insignia español con cañonearle si no levantaba de inmediato su pabellón. Otros cuatro buques de la flota quedaron muy seriamente dañados. Los ingleses apresaron los navíos “San José”, “Salvador del Mundo”, “San Nicolás” y “San Antonio”. La batalla costó la vida a 1.284 marinos españoles.
En la posterior retirada española, algunos barcos huyeron hacia Cádiz, mientras que otros lo hicieron con rumbo a Algeciras. El grueso de la escuadra española entró en Cádiz el 3 de marzo. El jefe de la flota don José de Córdova tuvo que enfrentarse posteriormente a un consejo de guerra, donde fue degradado.
Tras la batalla, en Junio, Jervis puso cerco a Cádiz. La ciudad estaba defendida por José de Mazarredo, que consiguió evitar una inminente invasión inglesa mediante el uso de lanchas cañoneras. Durante el cerco a Cádiz, una parte de esta flota se dirigió a Tenerife, donde también fueron rechazados, perdiendo Nelson el brazo derecho en el combate.
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