Sacerdote,
político, diplomático y militar español del siglo XVI. Caballero de la
Orden de Santiago y consejero del Tribunal del Santo Oficio. Nombrado en
1546 presidente de la Real Audiencia de Lima con la misión de acabar
con la rebelión de Gonzalo Pizarro en el Perú. Culminó su brillante
carrera como Obispo de Palencia y luego de Sigüenza.
Pedro de La Gasca (o Lagasca) nació en agosto de 1493, en Navarregadilla, una pequeña localidad cercana a Barco de Ávila. Sus padres fueron Juan Jiménez de Ávila y García, y María Gonzáles Dávila Gasca, ambos de familias hidalgas, miembros de la pequeña nobleza, próximas al cardenal Cisneros.
Maestro en Artes y
Licenciado en Teología en la Universidad de Alcalá, graduado en Derecho
Civil y Canónico en la Universidad de Salamanca, de la que llegó a
ser Rector. Eligió el bando ganador durante la revuelta comunera y
acabados sus estudios fue ordenado sacerdote. Su carrera eclesiástica
empezó en Salamanca, pero pronto abandonó las orillas del Tormes camino
de Toledo y Alcalá gracias a la influencia del Cardenal Juan Pardo de
Tavera, a quien conocía de su paso por la Universidad de Alcalá. Entró
en el Consejo Supremo la Inquisión gracias, de nuevo, a la influencia de
Tavera.
La Gasca ocupó su primer cargo político en Valencia, al ser designado por Carlos I visitador general del Reino de Valencia,
un puesto reservado hasta entonces a los allí nacidos. Sus funciones
eran comprobar la labor de los funcionarios, la recaudación de impuestos
y el respeto a los poderes reales.
La Gasca contaba en aquel
entonces con buenas relaciones en la Corte. Si antes el Cardenal Tavera
había sido su padrino, protector y promotor, ahora ese puesto lo ocupaba
Francisco de los Cobos, Comendador Mayor de León, Adelantado de
Cazorla, Contador Mayor de Castilla, Secretario de Estado del emperador
Carlos I, Señor de Sabiote, Jimena, Recena, Torres, Canena y Vellisca; y
mano derecha del regente príncipe Felipe, quien será el que ponga sobre
la mesa su nombre para acabar con los problemas que en ese momento estallaban en Perú.
Diego de Almagro "el Mozo" asesinó a Francisco Pizarro en venganza por la muerte de su padre, ocurrida tres años antes. Como consecuencia, se produjo una guerra entre pizarristas y almagristas. Además, Gonzalo, el hermano menor del conquistador Francisco Pizarro, enemistado con el gobernador Vasco Núñez Vela, de quien se dice era hombre durísimo, se enfrentaron abiertamente en lucha en Iñaquito (Ecuador), pues Gonzalo entendía que el país, conquistado gracias al esfuerzo de los Pizarro, era suyo y el gobernador tan sólo un intruso que gobernaba en nombre de un usurpador, en este caso, nada menos que el Emperador Carlos V.
Diego de Almagro "el Mozo" asesinó a Francisco Pizarro en venganza por la muerte de su padre, ocurrida tres años antes. Como consecuencia, se produjo una guerra entre pizarristas y almagristas. Además, Gonzalo, el hermano menor del conquistador Francisco Pizarro, enemistado con el gobernador Vasco Núñez Vela, de quien se dice era hombre durísimo, se enfrentaron abiertamente en lucha en Iñaquito (Ecuador), pues Gonzalo entendía que el país, conquistado gracias al esfuerzo de los Pizarro, era suyo y el gobernador tan sólo un intruso que gobernaba en nombre de un usurpador, en este caso, nada menos que el Emperador Carlos V.
En la batalla, el
gobernador Núñez Vela fue muerto, se le cortó la cabeza y quedó expuesta
en Quito hasta que Gonzalo mandó quitarla. Gonzalo Pizarro y sus
huestes decidieron hacer frente al poder real; después de lo ocurrido al
vencido Núñez Vela sabían que no podían esperar perdón. Hubo un plazo
de varios meses en los que gobernó Gonzalo Pizarro. Pero las nuevas de
lo que estaba sucediendo en el Nuevo Mundo llegaron hasta Carlos I, que
guerreaba a la sazón en Alemania, por lo cual decidió enviar al Perú a
una persona capaz de volver las cosas a su debido cauce.
El hombre elegido fue Pedro de La Gasca.
Éste, apenas llegado, ofreció el perdón para los "encomenderos" que
seguían a Gonzalo Pizarro. Con ello consiguió que muchos partidarios de
éste se pasaran a su bando, pero no logró la obediencia de Pizarro
porque éste, aconsejado por Francisco de Carvajal, a quien llamaban, el
demonio de los Andes, juzgó que el perdón era imposible y que las
promesas de La Gasca no se cumplirían.
La batalla definitiva
(la batalla de Xaquixahuana en 1548) entre el ejército organizado por La
Gasca y las huestes de Gonzalo Pizarro resultó una derrota para éste
que, tras desertar la gran mayoría de sus tropas y pasarse al bando
contrario, se entegó y fue hecho prisionero, siendo ejecutado en
compañía de Francisco de Carvajal.
Escudo de P. La Gasca, con las banderas de G. Pizarro. |
Sofocada la rebelión, La Gasca reorganizó la administración del Virreinato.
Su principal objetivo fue reforzar la autoridad real en la colonia,
aunque también reformó la administración de justicia, realizó gestiones
en favor de los indígenas (sin llegar tan lejos como las Leyes Nuevas
que provocaron la revuelta de los encomenderos) y organizó y permitió
varias expediciones para aumentar la zona bajo control español.
Entre1548 y 1550 impulsó expediciones de descubrimiento (entradas), que
dieron lugar a la fundación de ciudades como Barco, realizada por Núñez
de Prado, o La Paz, por Alonso de Mendoza, en la actual Bolivia. Además,
dictó medidas para intensificar la explotación del cerro de Potosí,
lo que significó una fuerte afluencia de metales preciosos a las arcas
estatales.
Pedro
de La Gasca, una vez cumplida su misión, en 1550, decidió su regresó a
España llevándole al emperador la no despreciable suma de más de un
millón y medio de pesos de oro. Carlos V, como pagó por sus servicios,
le nombró, en mayo de 1551, obispo de Palencia y a su hijo, Felipe II, obispo de Sigüenza años después, en 1561.
Para saber más: Don Pedro de Lagasca. Pacificador del Perú
Lagasca acompañó entonces
al Carlos V a Alemania hasta fines de 1552, cuando volvió a España. El 2
de junio de 1561 se trasladó a Sigüenza (Guadalajara, donde permaneció
hasta su muerte en 1567. Hizo construir su sepulcro en la iglesia de la Magdalena de Valladolid, donde está enterrado.
Basón de Lagasca en la Iglesia de la Magdalena (Valladolid) |
ESCUDO.
Dicen por Valladolid, la antigua capital del reino, que el escudo que
luce la Iglesia de la Magdalena en su fachada, correspondiente a La
Gasca, es el más grande del mundo -o el más grande tallado en piedra-,
cuyos restos reposan en un bonito sepulcro de alabastro en el interior
de la iglesia. Cuando murió, en 1567, Lagasca era Obispo y señor de
Sigüenza, pero su vida no se limitó a la oración, la reflexión y la
lectura reposada de la Biblia. Pedro de La Gasca fue, entre otras cosas,
el encargado de pacificar Perú.
Para saber más: Don Pedro de Lagasca. Pacificador del Perú
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