miércoles, 2 de diciembre de 2020

Jose Antonio Manso de Velasco. Gobernador de Chile y virrey del Perú


Político y administrador, Gentilhombre de S.M., gobernador de Chile y trigésimo virrey del Perú, país que gobernó con mano firme durante 16 años, emprendiendo la reconstrucción de Lima y El Callao tras el terremoto que la destruyó en 1746.

Por tan magna obra mereció el reconocimiento de sus habitantes y del propio rey Fernando VI, que lo premió en 1748 con un título nobiliario que él mismo eligió: Conde de Superunda, que quiere decir "sobre las olas".

Retrato del virrey ante la catedral de Lima
Jose Antonio Manso de Velasco Sánchez de Samaniego, nació en Torrecilla de Cameros (La Rioja), en mayo de1689, hijo de Don Diego Saez Manso de Velasco y Doña Ambrosia María Sanchez de Samaniego. Esta rama familiar poseía un mayorazgo que había fundado Francisco Velasco y Torres, padre de su bisabuela, y que vinculó su padre, en su testamento, otorgado el 31 de enero de 1692, a otro mayorazgo, heredado de su abuelo paterno, Diego Sáenz Manso, pasando a su hermano mayor Diego, mientras que él quedó como segundón, inclinándose por la carrera militar en el regimiento de Reales Guardias Españolas, alcanzando el grado de alférez en 1705.

Sus ascendientes del linaje Sáenz y Manso procedían de la población de Torrecilla; en esta villa habían nacido cuatro generaciones anteriores a la suya, todos ellos se llamaban Diego Sáenz Manso, aunque en algunos documentos omiten el apellido Sáenz. Así ocurre en el caso del virrey, y el apellido Sáenz no volverá a aparecer en su descendencia. . De esta manera se explican sus vínculos con el Solar nobiliario de Valdeosera en la sierra de Cameros, como pone de manifiesto la Carta Ejecutoria de Hidalguía y Nobleza de Sangre ganada ante la audiencia de Valladolid, 15 de octubre de 1547, por Gonzalo Sáenz Manso y su hijo Juan Sáenz

Sus armas en el Palio regalado a la iglesia de San Martín en Torrecilla de Cameros
Participó en la guerra de Sucesión y en las batallas de Tortosa, Gudeña y Balaguer de 1710, el sitio de Gibraltar y en el bloqueo a Barcelona de 1714. Posteriormente se le encomendaron las expediciones militares a Cerdeña, Lombardía, Ceuta y Orán. En reconocimiento a sus servicios militares fue admitido como caballero de la Orden de Santiago.

En 1737 fue designado Gobernador de Filipinas, pero el rey anuló ese nombramiento y dispuso que asumiera igual cargo en Chile. Así, por Real Cédula de 15 de noviembre de 1736 Felipe V le nombró gobernador y capitán general de Chile (viajo desde Cádiz el 3 de febrero de 1737 llegando a Santiago de Chile en noviembre de ese año); en el ejercicio de este último cargo fue ascendido a mariscal de campo en 1741 y a teniente general tres años más tarde, en mayo de 1743. Reconstruyó la plaza militar de Valdivia que había sido destruida por el terremoto del 24 de diciembre de 1737 y fundó, entre otras, las ciudades de San Felipe de Aconcagua en 1740, Talca en 1742 y Copiapó en 1744. Ese último año fue nombrado por el rey virrey del Perú el 24 de diciembre de 1744 y, oficialmente, asumió el mando en Lima el 12 de julio de 1745, sucediendo el virrey José Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor, Marqués de Villagarcía.

En el gobierno económico destacó la reforma de la Casa de la Moneda que concluyó con la fabricación en 1751 de la moneda de cordoncillo que desplazó al peso de viejo cuño, y dos años después se pusieron en circulación las monedas de plata. En 1752 se creó el Real Estanco del Tabaco, cuyo primer director fue José Nieto. Mientras tanto, la producción minera continuó inmersa en una fase de declive. En cuanto al comercio, el virrey se impuso revitalizar la feria de Portobelo, incrementó el tráfico marítimo de azogues y vinos con Guatemala y Nueva España y demandó a la Corona que se prohibiera la introducción de mercancías por Buenos Aires. En defensa su preocupación se concentró en resguardar el puerto de El Callao de posibles ataques de piratas y corsarios ingleses, para lo cual aumentó el número de compañías de infantería y artillería, creó la Comisaría de Guerra y Marina e incorporó a la Armada del Sur al navío de guerra "San José el Peruano".

En cuanto a gobierno interior, en 1746 encomendó a la guarnición de El Callao al mando del general José Llamas poner fin al alzamiento de Juan Santos Atahualpa en Tarma, pero el asedio al Cerro de la Sal fue infructuoso. Tras el forzado repliegue de los españoles, Juan Santos y sus aliados campas ocuparon en 1752 el pueblo de Andamarca, y el virrey ordenó una nueva expedición militar al mando del marqués de Casa Torres que, a pesar de lograr el repliegue de los insurrectos en el Cerro de la Sal, no pudo capturar al líder indígena, quien iba a morir misteriosamente en 1756. 


El desastre natural más grave que tuvo que enfrentar el virrey fue el terremoto del 28 de octubre de 1746 que destruyó gran parte de Lima y mató a 5.000 personas. Ese mismo día un maremoto hizo desaparecer el puerto de El Callao con sus 4.700 habitantes (apenas unas 200 personas consiguieron salvarse).


En aquel momento la ciudad de Lima contaba con sesenta mil habitantes y, casi tres mil edificaciones sólidas, construidas con piedras, se repartían en un diseño rectangular de ciudad moderna compuesta por unas ciento cincuenta manzanas de casas. De todas ellas, solamente veinticinco consiguieron resistir el temblor de la tierra y miles de personas perecieron aplastadas por los escombros en sus propias viviendas, pues el seísmo sorprendió a la inmensa mayoría de los habitantes durmiendo.

Asesorado por el sabio francés Luis Gaudin, Manso de Velasco procedió a la reconstrucción de la ciudad ordenando que los muros aumentaran su grosor, que las iglesias se hicieran con torres bajas y de una sola nave y que las calles fueran más amplias. Se restauró el famoso Arco del Puente, aunque la estatua ecuestre de Felipe V quedó definitivamente destruida. La reconstrucción de El Callao comenzó en 1747 con la colocación de la primera piedra de la fortaleza del Real Felipe según el diseño de Luis Gaudin y continuó con la creación del pueblo de Bellavista, la construcción de un nuevo muelle de madera, la colocación de nuevas defensas militares y la reedificación de la iglesia parroquial. Los fondos económicos se obtuvieron de la Real Hacienda, de los donativos de los comerciantes y de los impuestos procedentes de las corridas de toros. En premio al empeño puesto por el virrey en la remodelación de la capital peruana, fortaleza del Callao y su puerto, la Corona le otorgó el 8 de febrero de 1748 el título de Conde de Superunda, voz cuyo significado era "dominando las olas". En 1755 este virrey encomendó al cosmógrafo mayor del reino Cosme Bueno la realización del censo de la población de Lima que arrojó un total de 54.000 habitantes.


En cuanto al Patronato Real, el 9 de agosto de 1751 el virrey inició la reedificación de la catedral de Lima (Catedral Metropolitana y Primada de las Indias Occidentales, que así se llamaba la de Lima, en la que se conserva un cuadro del virrey, retratado precisamente ante su fachada una vez reconstruida), obra que se culminó el 1 de febrero de 1759. En 1747 se fundó el monasterio de la Concepción en Cajamarca, en 1752 se creó una Casa de Ejercicios para mujeres y en 1754 se inició en Santiago de Chile la edificación del monasterio de Santa Rosa. Fueron continuos los problemas de jurisdicción entre el virrey y el arzobispo de Lima, Pedro Antonio Barroeta, por el nombramiento de canónigos, beneficio de curatos y concursos de cátedras. Este pleito terminó en 1758, cuando se relevó a Barroeta de la silla limeña y se le nombró arzobispo de Granada. Fue sustituido por el obispo de Popayán, Diego de Corro. El Santo Oficio organizó dos autos de fe, el primero el 19 de octubre de 1749 con seis penitenciados por herejía, y el segundo el 6 de abril de 1761 también con seis reos.


Tras 16 años en el poder, el conde de Superunda entregó el mando a Manuel de Amat y Junient, militar y gobernador de Chile) el 12 de octubre de 1761. Por la ruta de Panamá, se embarcó a España pero la nave que le conducía recaló en La Habana (Cuba), y su estancia coincidió con el inicio del sitio a esta ciudad por parte de la escuadra del almirante inglés George Pockock el 6 de mayo de 1762 (el día 4 de enero de 1762, Jorge III de Inglaterra había declarado la guerra a España). Por su condición de militar de mayor graduación, el Conde de Superunda presidió el Consejo de Guerra (nombrado por el Gobernador de Cuba con título de «Presidente de la Junta Consultiva de Guerra».) que a los 67 días acordó la rendición de dicha plaza. Apresado por los ingleses, fue conducido a Cádiz, y fue entregado en calidad de prisionero a la justicia militar y, poco después, se le abrió en Madrid un juicio militar por la pérdida del puerto caribeño. Fue suspendido por diez años de empleos militares, sus bienes fueron confiscados en calidad de reparación económica y se dispuso su alejamiento a más de cuarenta leguas de distancia de la capital. 

Ya, reinando Carlos III, que le negó el perdon alentado por el Conde de Aranda, murió de epilepsia en Priego, en la pobreza, viviendo de dar clases a niños en la casa del Arzobispo de Córdoba, el 5 de enero de 1767. Amigo del Marqués de la Ensenada; soltero y sin descendencia, le sucedió su sobrino.

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