martes, 11 de octubre de 2022

Beatriz de la Cueva. Dama noble, primera gobernadora de Guatemala

 

Segunda esposa de Pedro de Alvarado. Se convirtió así en la primera mujer gobernante de las Indias españolas. No obstante, fue escaso el tiempo que ocupó el cargo, pues falleció en el terremoto que sacudió a la población de Guatemala, ciudad fundada en las faldas del Volcán del Agua, el 10 de septiembre de 1541.

Beatriz de la Cueva nació en Úbeda (Jaén), alrededor del año 1505, siendo hija de de Luis de la Cueva (sobrino de Beltrán de la Cueva y señor de Solera) y de su esposa María Manrique de Benavides. Tenía siete hermanos y seis hermanas y todos ellos crecieron en la casona de la familia en la localidad de Úbeda y todos ellos recibieron una esmerada educación.


Era sobrina-nieta del duque de Alburquerque y emparentada con el poderoso Francisco de los Cobos. Su llegada a las Indias tuvo lugar en 1539 acompañando a su esposo, Pedro de Alvarado, quien había estado casado anteriormente, en 1528, con la hermana de Beatriz, Francisca, de la que enviudó pronto. Así, al regresar a España para ratificar su gobernación guatemalteca, decidió casarse en segundas nupcias, tras conseguir una dispensa papal por ser cuñados, con Beatriz, de la que se ha escrito que poseía “una belleza peregrina”.

Pedro de Alvarado y Contreras, como otros muchos conquistadores, antes de buscar una mujer española para ascender en la escala social, tuvo una pareja indígena. En su caso se trató de la hija del cacique tlaxcalteca Xicoténcatl, el Viejo, Tecuelhuetzin, bautizada como María Luisa, que entregó a varias muchachas a aquellos extranjeros para que hicieran "generación". Tuvo con ella tres hijos: Pedro, Leonor y Diego.

Del viaje a tierras americanas los cronistas resaltan sobre todo el empaque del séquito que acompañaba a la nueva gobernadora, integrado por más de 20 damas nobles españolas que, al parecer, se trasladaron allá para desposarse con los conquistadores establecidos en Centroamérica.

Pedro de Alvarado y Beatriz de la Cueva iniciaron una breve pero intensa andadura conyugal en la que no solo hubo amor, también respeto. Pedro admiró y ensalzó la inteligencia de su esposa a la que pidió consejo en más de una ocasión para dilucidar cuestiones de gobierno. Beatriz participó activamente en la intrincada política de la zona con determinación.

Ciudad de Guatemala, en la ladera del volcán del Agua

La pronta muerte de Alvarado, ocurrida a poco más de un año de la llegada del matrimonio a Guatemala, dejó a la esposa sumida en un inmenso dolor —se hacía llamar a sí misma “la sin ventura”, denominación con la que ha pasado a la historia— y a la gobernación sin titular, circunstancia que fue aprovechada por Beatriz de la Cueva para acceder a la misma haciéndose nombrar gobernadora por el Cabildo de la ciudad de Santiagode los Caballeros de Guatemala. El absoluto desconsuelo en el que quedó la viuda no le impidió que asumiera el cargo que se le había otorgado, cargo que juró el 9 de septiembre de 1541, cargo que ostentó solo un día, pues falleció al siguiente.
 

El cuerpo inanimado de doña Beatriz fue recuperado por Leonor, que salvó la vida en aquella jornada. Fue ella quien, en 1568, se encargó de reunir los restos de su padre y los de doña Beatriz en la cripta de la catedral guatemalteca. Sin que ninguna de las hermanas De la Cueva dieran hijos a Pedro de Alvarado, doña Leonor Alvarado Xicoténcatl, que en 1535 había contraído nupcias con don Pedro de Portocarrero, del que enviudó a los cuatro años sin tener descendencia, dio continuidad a un linaje mestizo, gracias a su boda con Francisco de la Cueva Villacreses.

De ese, su segundo matrimonio, nacieron varios hijos: Juan y Esteban que no dejaron sucesión. Sí lo hicieron Beatriz de la Cueva y Alvarado y Pedro de la Cueva y Alvarado, que heredó el mayorazgo familiar y se casó en Écija con su prima, doña Mayor Fernández de Córdoba de la Cueva.

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