Predicador del rey y confesor de la reina María Luisa, esposa de Carlos IV. Penitenciario mayor de la Real Capilla, consultor de la Suprema Inquisición, arzobispo titular de Seleucia.
Rafael de Múzquiz Aldunate nació en Viana (Navarra), el 20 de octubre de 1747. Fueron sus padres, Fermín de Múzquiz y Latorre y Martina de Aldunate y García, ambos naturales de la misma ciudad de Viana, se habían casado en 1743. Su hermano Luis Antonio de Múzquiz y Aldunate Latorre y Garcia (1760-1829) fue el I Conde de Torre-Múzquiz (1760-1829).
La Casa de los Múzquiz-Aldunate se encuentra cercana al Ayuntamiento. Es de la segunda mitad del s. XVIII y combina sillería y ladrillo en sus alzados. En la fachada se exhibe un vistoso escudo rococó timbrado por yelmo y campo cuartelado con las armas de los Aldunate y García de Villacián. En el interior guarda escalera de tres pisos, con media naranja con linterna octogonal elevada sobre anillo de tacos y pechinas rematando su caja. La fachada trasera luce el escudo de los Múzquiz, en un blasón del finales del siglo XVII, con rica orla de guirnaldas y palmetas, leones portantes y timbrado en yelmo.
Rafael estudió Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, donde se doctoró en Artes, consiguiendo posteriormente una Cátedra de Súmula y Lógica. Nombrado en 1767 capellán de honor de la Capilla Real de Palacio, unos años después, en 1773, figura en una memoria de pretendientes de la Cámara de Castilla para una canonjía de la Catedral de Astorga, y el 25 de septiembre de 1778 fue nombrado maestro de la Real Capilla, aunque dimitió.
El año 1783 obtuvo una licencia inquisitorial para adquirir, tener y leer libros prohibidos, y en mayo de 1784 fue nombrado predicador del Rey.
Tomó postura clara contra los jansenistas españoles; Godoy logró desterrarlo a Roma bajo pretexto de acompañar al Papa. A su regreso, fue nombrado obispo residencial de Ávila; Gran Cruz de la Orden de Carlos III y arzobispo de Santiago en 1803.
Prueba de ingreso en la Orden de Carlos III |
Durante la invasión francesa, tuvo que huir a Portugal disfrazado de labriego. Vuelto a su sede en 1809, presidió la Junta Superior Gallega, pero se negó a publicar el decreto de abolición de la Inquisición; ello le valió el secuestro de sus bienes y su extrañamiento voluntario.
De nuevo en su sede en 1814, intentó moderar las tensiones políticas de la postguerra. La guerra napoleónica y los turbulentos años siguientes frustraron su gran ilusión de levantar un seminario metropolitano para la formación del clero gallego. Regaló valiosos objetos litúrgicos a la parroquia de Viana.
Blasón arzobispal, en Santiago de Compostela |
Falleció en Santiago de Compostela, el 12 de mayo de 1821.
Tuvo un papel esencial en la puesta en marcha de la expedición de Balmis
El 22 de octubre de 1803 Francisco Xavier Balmis, director de la expedición financiada por el rey Carlos IV, que se disponía a llevar la vacuna antivariólica, por primera vez y de forma gratuita a los territorios españoles de América y Filipinas, escribió al referido prelado, D. Rafael de Muzquiz, solicitando su valiosa influencia ante el Administrador del Hospital Real de Santiago, D. Bernardo Velarde, quien era, además, canónigo dignidad de cardenal en la catedral de Santiago. Necesitaban niños de la potente “Inclusa” que tenía dicho hospital para completar, con otros aportados por similares instituciones de Madrid y La Coruña, los que servirían para llevar, brazo a brazo, la “linfa vacunal” hasta aquellos territorios.
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