Destacado corresponsal europeo del período de entreguerras del siglo XX, llegó a cruzar el Atlántico en un dirigible y a entrevistar a personajes como Churchill, Hindenburg, Hitler, el general Joffre, Lenin, Mussolini o el papa Pío XI.
Exiliado en 1939, vivió en Francia y luego en Perú, donde fue director
del Instituto de Periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En
1974 se le concedió el Premio de la Crítica de narrativa en castellano. Madrid fue uno de los temas recurrentes en su obra.
Con apenas diecisiete años publicó a principios de 1904 un libro de poemas, Cantares, del que destruyó todos los ejemplares. Barga inició la carrera de Ingeniería de Minas en el año 1907 que muy pronto abandonaría (Su padre, con la intención de potenciar el interés por las minas, le enviará de viaje a conocer las minas de Peñarroya y fue allí donde Corpus conocería el anarquismo), y tras la muerte de sus padres acentuó su espíritu inquieto e inconformista. Sus tutores decidieron recluirlo en la casa solariega familiar de Belalcázar, la "Casa Grande", en Córdoba, donde Corpus iniciaría la redacción de La vida rota (publicada en 1910). La estancia allí será relajante, pero aumentará las ganas de Corpus tanto de cambiar el mundo, como su propia existencia, pues no desea ser el señorito burgués que exprima a campesinos y pastores.
Escudos de armas en la fachada de la "Casa Grande"
La Casa Grande es como se conoce en Belalcázar, en Los Pedroches, al inmueble solariego que los antepasados del escritor y periodista Corpus Barga (1887-1975), los Gómez de la Serna, construyeron en el primer tercio del siglo XIX y de la que en la actualidad sólo se conserva la fachada. Una especie de decorado en la calle Conde Don Alonso que hoy tan solo guarda vegetación y ruina, pero que en sus días dorados cobijó a cuatro generaciones de una familia influyente en la España del siglo XIX y del siglo XX, hasta el estallido de la Guerra Civil.
Una escapada a Buenos Aires, fracasada, inspiró Primer viaje a América, segunda parte de La vida rota. A su regreso a España padeció una suerte de confinamiento familiar en la “Casa Grande” de Belalcázar, del que pronto Corpus escaparía.
Coincidiendo con el atentado de un anarquista a Canalejas y algunos contratiempos con la policía por su actividad periodística, dejó España para instalarse en París, trabajando inicialmente como linotipista. En la capital francesa se casaría en 1918 con Marcelle Trannoy, estudiante de medicina, que le daría dos hijos (Andrés y Rafaela). En la capital francesa desarrolló una creciente e importante actividad periodística entre 1914 y 1930. Mantuvo intensas relaciones con escritores como Pío Baroja y Ramón María del Valle-Inclán.Colaboró en las revistas España, Nuevo Mundo, la Revista de Occidente (1923) o La Gaceta Literaria (1927), y en diarios españoles como el republicano El País, El Sol, La Correspondencia de España o el Diario Universal; asimismo su firma se haría habitual en la prensa latinoamericana: La Voz Nueva de México, La Pluma de Montevideo, El Intransigente, El Radical y, a partir de 1929, en La Nación de Buenos Aires. En 1930 Barga se trasladó a Berlín para dirigir la agencia de La Nación. Fruto de esa gestión, en mayo del mismo año fue pasajero en el Graf Zeppelin realizando la ruta Berlín-Sevilla-Pernambuco-Baltimore, cubriendo con sus crónicas tan singular vuelo. Con la llegada de la Segunda República, se muda a Madrid como director de la agencia en España.
El periodista Corpus Barga |
Con el estallido de la Guerra Civil española, a pesar de su condición de miembro de la alta burguesía aristocrática, Corpus Barga se mantiene fiel a la II República, colaborando con publicaciones como El Mono Azul y Hora de España. Participó en la compra de aviones franceses para el ejército republicano, por lo que se vio forzado a exiliarse en 1939, junto al escritor Manuel Machado.
De su larga biografía queda fijado como momento estelar aquel en que ayudó a cruzar la frontera de Francia a Antonio Machado, en 1939, en medio de una multitud derrotada, que huía hacia el exilio.
En Francia, colaboró con el gobierno de la II República en el exilio y participó en la fundación de la Unión de Intelectuales Españoles en Francia. Presionado por los efectos de la ocupación alemana Barga abandonó Francia en 1948 para trasladarse a Perú, en cuya capital donde dirigió el Instituto de Periodismo de la Universidad de San Marcos y residiría hasta su muerte, ocurrida en Lima, el 8 de agosto de 1975.
En 1963 inició la publicación de sus memorias, bajo el título de Los pasos contados. Una vida española a caballo de dos siglos (1887-1957), en cuatro volúmenes.
Utilizó sus recuerdos como materia para una ambiciosa empresa literaria, una obra de creación, escrita en prosa, llena de imágenes y sombras, que sigue el sinuoso fluir de la memoria. La serie se compone de los siguientes títulos: Mi infancia, el mundo de mi infancia (1963), Puerilidades burguesas (1965), Las delicias (1967) y Los galgos verdugos (1973).
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