Tomó parte en la guerra de Sucesión
española con Felipe V, en la conquista de Cerdeña (1717) y en la expedición
contra Orán (1732).
Aparte de los hechos de armas, el
marqués de la Victoria fue un notable escritor y dibujante. Entre su obra
científica destacó el libro Diccionario demostrativo, con la configuración y
anatomía de toda al arquitectura naval moderna, que escribió entre 1719 y 1750, publicacándose en 1756. Además de en la construcción naval, también contribuyó a
que se perfeccionasen las señales de las escuadras en la mar, tanto en
formación como en combate.
Juan
José de Navarro Viana y Búfalo nació en Messina (Sicilia), el 30 de noviembre
de 1687. Su padre fue Ignacio de Navarro, capitán del ejército que falleció
cautivo en Argel, y tuvo a Juan José de su legítima esposa Livia Búfalo,
también de la nobleza siciliana, pero de familia oriunda de España.
El
futuro marqués de la Victoria (título caducado en la actualidad) empezó muy pronto la carrera de las armas,
en 1685, primeramente en el ejército, sentando plaza en el *Tercio Fijo de Nápoles (auténtica tropa de infantería de Marina) a la
edad de 8 años. Cursó humanidades, filosofía y matemáticas, con eminentes
profesores napolitanos, sobresaliendo en dichos estudios. Posteriormente pasó
al Tercio Viejo de la Mar de Nápoles, en el que servía su padre.
*El Tercio Fijo era el heredero de cuatro compañías sueltas que ordenó embarcar don Juan de Austria en 1571 para la Jornada de Lepanto, y en 1572 quedar por permanentes en la Armada, naciendo de su cabo mayor maestre de campo y formando nuevo tercio. Esta unidad de infantería napolitana perdería su condición naval en 1703, siendo empleada desde entonces como regimiento del Ejército.
El
duque de Veragua, virrey de Sicilia, firmó en Palermo el 17 de marzo de 1698 la
licencia para que el soldado Juan Navarro pasara al estado de Milán a continuar
sus servicios en aquel ejército. El 9 de septiembre de 1698 sentó plaza en la
compañía de Alfonso de Vivar en calidad de soldado
aventajado, como persona noble que era, lo que entonces se llamaba desde 1682
en Francia “cadet”, por ser generalmente los segundones de las casas nobles, o simplemeente hidalgos, los
que lo hacían, denominación que más tarde pasó a España, convenientemente
castellanizada, como “cadete”. La innovación de Patino en
1717 con la creación de la Real Compañía, no consistiría sino en agruparlos
para poderles dedicar una preparación más completa, individualizada y
especializada, apartándolos de los vicios de la soldadesca.
El entrar al sueldo del rey en la modalidad de cadete exigía requisitos
de nobleza y prueba de servicios familiares prestados a la Corona de los que el
aspirante sólo pudo presentar los referentes a su abuelo y a su padre, ya que
los papeles familiares de los Navarro -originariamente Viana, parientes de los
condestables de Navarra- así conocidos en Játiva desde la conquista, se habían
perdido en vida de su abuelo con motivo de la revuelta de Mesina de 1674. Los
cincuenta y un años de servicio de su abuelo, llamado como él Juan José,
veterano de las campañas de Cataluña -donde había perdido un brazo- y de
Sicilia, y los diecisiete cumplidos hasta entonces por su padre, don Ignacio
Navarro, juntamente con su condición de
hidalgo notorio y la nobleza siciliana de los Búfalo por su línea materna,
le bastaron para cubrir el requisito de ingreso.
Después
del Milanesado, en 1708 se encuentra con su padre y su hermano Ramón en la
expedición de socorro a Orán, dispuesta por el marqués de Valdecañas en
Cartagena. Un año más tarde fue también uno de los capitanes que se
distinguieron en la toma del castillo de Miravete, cercano a Tortosa. Don Juan José Navarro, que ya se distinguía por sus
conocimientos, tuvo empleo como ingeniero de fortificación y demoliciones y fue después encargado, en el sitio de Alicante (1709), de la mina que voló el
castillo y ocasionó la rendición de la plaza.
Una
vez firmada la paz de Utrecht, el teniente Navarro ascendió a capitán efectivo,
pasando a mandar en propiedad la compañía de su padre que había muerto en el
cautiverio en Argel. Con esta compañía operó en la represión de la sublevación
de Cataluña, pasando durante ella a mandar la de granaderos. Tomó parte en doce
combates y se distinguió en el de Coll de Argentera, como justifica su jefe
Juan de Carvajal, así como en el castillo de Arbiol y en las acciones de
Montblanc, Montroig y de la Selva. En
premio a su comportamiento recibió el mando en propiedad de la compañía de
granaderos, de la que era a la sazón jefe accidental. En 1717 ingresa en la
recién creada Real Armada.
La
primera campaña en que sirvió la nueva compañía de guardiamarinas fue en la conquista de Cerdeña, actuando como tal
unidad militar. La escuadra la mandaba el marqués de Mari y el ejército, el
marqués de Lede. A pesar de ser el grado de capitán el dispuesto para
desempeñar el puesto de alférez de la compañía, Navarro siguió ejerciéndolo con
el grado de teniente coronel, que se le confirió "en contemplación de su
mérito personal y no por establecimiento del empleo de alférez".
En
1739 España declaró la guerra a Gran Bretaña. Este conflicto, llamado por los
ingleses Guerra de la Oreja de Jenkins, se inició el 23 de octubre del
mencionado año. A este conflicto se añadió la Guerra de Sucesión de Austria,
que se inició en 1741. Juan José Navarro recibió el mando de la escuadra que
tenía su sede en Cádiz y con la que efectuó operaciones tanto en el Atlántico
como en el Mediterráneo.
Una de las pasiones de Navarro fue la
investigación del campo de la náutica.
En 1724 escribió sobre la teoría y práctica de la maniobra, que dedica a Luis
I, hijo del rey Felipe V. Redactó también un código de señales para dirigir las
maniobras de las escuadras. En 1725 se publica en Cádiz su obra El capitán de
navío de guerra instruido en las ciencias y obligaciones de su empleo, y en
1737, la segunda parte de su obra Práctica de la maniobra. Cuando ya es capitán
general del Departamento de Cádiz (1750) finaliza su “Diccionario demostrativo de la configuración y anatomía de toda la
arquitectura naval moderna”.
Construcción de una fragata en un astillero español del siglo XVIII
(Álbum del marqués de la Victoria, Museo Naval de Madrid) |
En
1729 es ascendido a capitán de navío y recibe el mando del San Fernando, de 74
cañones. Tres años más tarde participa en la expedición
contra Orán con el navío Castilla, en donde se reunían tres nombres
ilustres: Navarro, el general del
ejército marqués de Santa Cruz y Jorge Juan.
Con
motivo de la guerra contra Gran Bretaña en 1739, Navarro recibe el mando de la
escuadra de Cádiz. En la batalla de Tolón es herido en la pierna derecha y en
la cabeza. El rey Felipe V le concede el título
de marqués de la Victoria. Años más tarde, Carlos III viaja desde Nápoles a España a bordo del
navío Fénix, que arbolaba la insignia de Navarro, escoltado por veinte navíos y
seis jabeques. Con esta ocasión se utiliza por primera vez el código de señales
de Navarro.
Álbum de Construcción Naval del Marqués de la Victoria
Batalla de Tolón (Museo Naval de Madrid) |
Álbum de Construcción Naval del Marqués de la Victoria
Su
última campaña, ya casi octogenario, fue la que hizo en 1765 con una escuadra
de nueve navíos para llevar a la infanta María Luisa a celebrar su matrimonio con
el archiduque Leopoldo, que luego ocupó el trono imperial, trayendo al regreso
a la princesa María Luisa de Parma, que ocuparía el trono de España.
Muere
en 1772, después de crear el Cuerpo de Inválidos el 30 de abril de 1767.
Marquesado de la Victoria, un título vacante (caducado al no haber sido reclamadao). Según don Enrique Soria Mesa,
Doctor en Historia por la Universidad de Granada y Catedrático de Historia Moderna de Universidad de Córdoba:
“El marquesado de la Victoria, está vacante en la actualidad, entre otras cosas porque no queda descendencia de sus dos únicos poseedores. Concedido al almirante don Juan José Navarro y Búfalo (o Navarro de Viana y Búfalo), de naturaleza siciliana y supuesto origen navarro, por una gran victoria contra el inglés, el título lo heredó su única hija, doña Rosalí Navarro, esposa del también conocido marino don Gutierre Guido de Hevia Bustamante y Alonso de Caso, primer marqués del Real Transporte. De ellos nació solamente doña María Lutgarda de Hevia y Navarro, que sucedió en las dignidades a su madre y a su padre, a éste concretamente en 1775. Desposada con el brigadier de la Armada e ilustrado tardío don Juan de Lángara y Huarte, no tuvo descendencia, extinguiéndose ambas líneas.
A su muerte, en 1837, el marquesado de la Victoria quedó sin poseedores, y el del Real Transporte pasó a doña Luisa de Mones Caso y González del Villar, III marquesa, dueña del mayorazgo de esta rama de Hevia y esposa de don Rafael de Valdés Sorribas y Sosa, señor del Coto de Lodeña”
“El marquesado de la Victoria, está vacante en la actualidad, entre otras cosas porque no queda descendencia de sus dos únicos poseedores. Concedido al almirante don Juan José Navarro y Búfalo (o Navarro de Viana y Búfalo), de naturaleza siciliana y supuesto origen navarro, por una gran victoria contra el inglés, el título lo heredó su única hija, doña Rosalí Navarro, esposa del también conocido marino don Gutierre Guido de Hevia Bustamante y Alonso de Caso, primer marqués del Real Transporte. De ellos nació solamente doña María Lutgarda de Hevia y Navarro, que sucedió en las dignidades a su madre y a su padre, a éste concretamente en 1775. Desposada con el brigadier de la Armada e ilustrado tardío don Juan de Lángara y Huarte, no tuvo descendencia, extinguiéndose ambas líneas.
A su muerte, en 1837, el marquesado de la Victoria quedó sin poseedores, y el del Real Transporte pasó a doña Luisa de Mones Caso y González del Villar, III marquesa, dueña del mayorazgo de esta rama de Hevia y esposa de don Rafael de Valdés Sorribas y Sosa, señor del Coto de Lodeña”
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Anuario de Estudios Atlánticos. Madrid-Las Palmas 8(2008). nº 54_II, p.p. 13-41
EL MARQUÉS DE LA VICTORIA, UNA OPINIÓN DISCORDANTE CON LA POLÍTICA NAVAL DE ENSENADA
Por: HUGO O’DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA, DUQUE DE TETUÁN
RESUMEN
La famosa «construcción a la inglesa», propiciada por el marqués de la Ensenada en 1748 y adaptada a la concepción de la Junta presidida por Jorge Juan y de la que no formaron parte los representantes de la construcción tradicional española, no obtuvo en un primer momento los resultados apetecidos y sufrió numerosas críticas de los comandantes encargados de experimentar los nuevos navíos. Los constructores ingleses eludieron su responsabilidad alegando que sus proyectos fueron alterados, y los jefes más veteranos, capitaneados por el marqués de la Victoria, manifestaron su predilección por el antiguo sistema. Aunque se subsanaron algunos defectos, la polémica originada acabaría determinando la adopción de un nuevo método de inspiración francesa.
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