Participó en la expedición pionera a Quito (Ecuador) para medir un arco meridiano y determinar la forma de la Tierra. Fundó el Museo de Historia Natural de Madrid y tuvo gran influencia en la creación del Jardín Botánico.
Descubrió el platino, organizó el primer laboratorio metalúrgico de España y creó en Cádiz el Observatorio Astronómico. Es autor de numerosos escritos, entre los que destaca Noticias Americanas y Relación Histórica del viaje a América Meridional, con una descripción geográfica completa y precisa de la mayor parte de América del Sur, así como de sus habitantes e historia natural.
Antonio de Ulloa y de la Torre Guiral. Nació en Sevilla, en enero de 1716 y falleció en la Isla de León (actual San Fernando, Cádiz) en julio de 1795, ostentando el cargo de Director General de la Real Armada.
Sus padres fueron don Bernardo de Ulloa y Sosa y doña Josefa de la Torre Guiral, él economista y regidor perpetuo del Ayuntamiento de Sevilla, de familia noble e hidalga sevillana, oriundos de Extremadura y Galicia y radicados en Sevilla desde el año de 1480. Se educó estudiando en centros de altos estudios, como era el Colegio de Santo Tomas de los padres Dominicos, a los que se accedía por una estricta selección académica y severas pruebas de nobleza. Contrajo nupcias en Lima, con la dama criolla Francisca Remírez de Laredo y Encalada, hija del Conde de San Javier y Casa Laredo, con quien tuvo seis hijos. Su hermano Fernando sería ingeniero jefe de las obras del Canal de Castilla.
Se desplazó a Cádiz, a la edad de trece años, con la intención de entrar en la Real Compañía de Guardiamarinas, impulsada por José Patiño, pero al llegar estaba completa y sin poder admitir a nadie más, por lo que decidió embarcarse, llevado por su ardor marino, en la escuadra de galeones al mando de don Manuel López Pintado, como aventurero y a su costa. A su vuelta a España ingresó, en 1733, en la Real Compañía, siendo un alumno muy destacado.
Fue elegido para la expedición francesa, que tenía la misión de medir el meridiano en el ecuador, mientras que otra lo efectuaría en el norte de Europa. La expedición estaba programada por el gobierno francés y a la cabeza de ella su rey Luis XV; se trataba de pedir permiso al español para la libertad de movimientos en nuestras posesiones de América.
Corría el año de 1734 cuando Felipe V pidió al secretario de Marina e Indias, don José Patiño, que propusiese a “uno o dos sujetos españoles, inteligentes en la matemática y astronomía”, para que les acompañasen. Patiño eligió para la empresa a dos guardiamarinas, que prácticamente habían comenzado sus estudios, siendo designados, el alicantino don Jorge Juan y Santacilia y el sevillano Antonio de Ulloa, que tenían en esos momentos y respectivamente veintiún y dieciocho años de edad; los dos fueron ascendidos por orden superior de guardiamarinas a tenientes de navío, un salto de cuatro escalones en el escalafón, asignándoseles un sueldo apropiado con su nuevo quehacer.
Cruzaron el océano Atlántico, desembarcando en Cartagena de Indias, y llegaron a Quito, en mayo de 1736, donde dieron comienzo a sus mediciones, que terminaron en 1744, ya que además llevaban el encargo de Zenón de Somodevilla, ministro de Hacienda, Guerra, Marina e Indias, de que se realizase un estudio verdadero de la situación de las colonias, que incluía todas las materias relacionadas con ello, como el estado político militar, naval, ejército, plazas, arsenales, conducta de los jefes y demás empleados, administración de justicia, costumbres de los habitantes, en particular de los indígenas, etc., para a su vuelta informarle al punto.
A su regreso a España, su fragata fue apresada por los ingleses, quedando prisionero y Ulloa fue desvalijado de toda su documentación científica (la que pudiera ser comprometida la había tirado al mar); cuando llegó al Reino Unido, Ulloa fue declarado libre por el conde de Sándwich, ministro a la sazón, ordenando que se le devolvieran todos los documentos, manifestando, que el estar en guerra las dos naciones no debía entorpecer el progreso de la ciencia. En desagravio fue nombraron académico de la Real Sociedad de Londres. La Real Academia de Ciencias de París también lo recibió como miembro correspondiente.
A su regresó a Madrid, el Rey, maravillado por los trabajos de ambos marinos y científicos, quiso premiarles y lo hizo ascendiéndolos a capitanes de fragata, al mismo tiempo les encargaba que juntos realizaran la escritura de sus trabajos en América, tanto la parte científica como la histórica; se partieron el trabajo y Ulloa cogió la parte histórica.
Observaciones astronómi-cas y phisicas (1748) |
La vocación científica de Ulloa no declinó nunca, y así lo demuestran los numerosos escritos que elaboró a lo largo de su vida. Llevado por si inquietud y por sus conocimientos, los aprovecho prestando grandes y diferentes servicios a España: dio los primeros paso en el conocimiento de la electricidad y del magnetismo artificial; hizo visible la circulación de la sangre en colas de peces y varios insectos; descubrió las propiedades del platino, siendo el primero en descubrirlo y traerlo a Europa; descubrió conchas marinas en la cordillera de los Andes; dio las primeras noticias sobre el árbol de la canela y la del caucho; perfeccionó la imprenta, el arte de grabar en cobre y piedra, la relojería y así mismo la cirugía, siendo elegidos por él jóvenes que con su dirección salieron a Suiza, París y Holanda, para su mejor instrucción; realizó el proyecto del canal de navegación y riego de Castilla.
En 1755, durante su estancia en Suecia, fue elegido miembro de la Real Academia Sueca, como reconocimiento a su valía y talla de gran científico. El prestigio alcanzado por Antonio de Ulloa hizo que la corona española le confiara cargos de gran responsabilidad en tierras americanas Realizó numerosos viajes, participó en varias campañas y recibió varios cargos, entre ellos el de gobernador del territorio minero de Huancavélica en el Perú en 1758: Años más tarde fue nombrado gobernador de La Luisiana y en 1766 también se hizo cargo como gobernador de La Florida. En 1769 fue ascendido a jefe de escuadra. Recibió la Encomienda de Valdecarávanos, en la Orden de Calatrava, además de la que ya tenia de Ocaña, en la de Santiago.
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