viernes, 3 de noviembre de 2017

Gaspar de Portolá y Rovira. Primer gobernador de California


Militar, administrador colonial y explorador. Noble de nacimiento, fue soldado, gobernador de California (tanto de la Baja como de la Alta) desde 1767 hasta 1770, explorador y fundador de San Diego y Monterrey, en California. En su vida militar estuvo destinado en Italia y en Portugal.


Gaspar de Portolá y Rovira, “segundón de la familia”, nació en Balaguer (Lérida) alrededor de 1717, pues no existe absoluta certeza de la fecha al no encontrarse la partida de nacimiento. Perteneciente a una familia noble catalana con importantes servicios a la Corona, Gaspar de Portolá era el tercer hijo (hermano de Antón y Francesca) de Francisco de Portolá y Subirá barón y señor de Castellnou de Montsec. El linaje de los Portolá tenía posesiones en Angers, Balaguer y Artiés (Valle de Arán) y de su segunda esposa, Teresa de Rovira y Sanispleda (la primera fue Maria de Bardaxi y Lussan), descendiente de una noble familia de la ciudad de Solsona y sobrina del prior del convento de San Cugat del Vallés, en donde ambos contrajeron matrimonio. En este convento se había refugiado don Francisco tras apoyar la causa del archiduque Carlos de Austria, bando que fue derrotado por las tropas del primer borbón de España, Felipe V. 

Armas de los Barones de Castellnou de Montsec
Torre de los Portolá, en el Valle de Arán
El joven Gaspar, a los 17 años de edad, ingresó de alférez en los Regimientos de Dragones de Villaviciosa, compañía levantada por el coronel Manuel de Sentmenat y Oms. El 23 de abril de 1742 fue incorporado con el mismo grado de alférez al Regimiento de Numancia, en la compañía de Francisco Farrús, ascendiendo el 26 de abril de 1743 a teniente de Dragones y Granaderos de Numancia y el 31 de julio de 1764 a capitán de esta misma compañía, que, con el nombre de Regimiento de Dragones de España, fue destinada a servir en el virreinato de la Nueva España. Al llegar a México (1764), Portolá era un experimentado militar que había participado en diversas acciones en Italia, siendo herido en la batalla de la Madonna del Olmo, y en la campaña de Portugal durante la Guerra de los Siete Años.

El marqués Carlos Francisco de Croix, virrey de Nueva España, envió al regimiento capitaneado por Gaspar de Portolá y bajo el mando del coronel Domingo Elizondo a pacificar la región de Sonora en 1767. Hacia esta provincia del noroeste de México se dirigió el regimiento, deteniéndose en la ciudad de Tepic (Nayarit) por la demora en la conclusión de los barcos que se estaban construyendo en el cercano puerto de San Blas para transportarlos. Sin embargo, la expulsión de los jesuitas, ordenada por Carlos III en 1767, obligó a los integrantes de la expedición de Sonora a desviar hombres y caudales para reunir y deportar a los padres de las misiones del noroeste del virreinato. Gaspar de Portolá fue encargado de expulsar a los jesuitas de la península de Baja California, trasladándose hasta allí en 1768 para realizar esta importante misión. Al mismo tiempo, y cumpliendo la orden real de nombrar gobernadores donde no hubiesen, Portolá fue elegido gobernador de California por el virrey de Nueva España, dando las primeras órdenes para impedir el colapso de las misiones desde su llegada a Loreto, capital y misión pionera de la península. La falta de instrucciones y la interrupción de los suministros de granos y otros bastimentos desde las misiones jesuitas de Sonora y Sinaloa llenó de incertidumbres al nuevo jefe de California, quien tuvo que esperar la llegada del visitador general José de Gálvez para innovar en el gobierno.


José de Gálvez -más tarde ministro de Indias (1775-1787- lo eligió para comandar la expedición militar que ocupó San Diego y Monterrey en 1769 y 1770, primer capítulo de la colonización española de la Alta California. Dicha expedición estaba dividida en dos secciones: una marítima (con dos barcos, el San Antonio y el San Carlos, que partieron del puerto de La Paz y navegaron de forma separada) y otra terrestre. Esta última también se dividió en dos partes: la primera mandada por el capitán de la Compañía de cuera de Loreto Fernando de Rivera y Moncada, que llevaba al franciscano Juan Crespi, al pilotín José Cañizares, 25 soldados y numerosos indios de las misiones jesuitas. La segunda fue mandada por el gobernador Portolá, llevando en su compañía a fray Junípero Serra y al sargento José Francisco de Ortega, junto a varios soldados de cuera, criados e indios de las misiones. El grupo, que había salido de Loreto (Baja California Sur) el 9 de marzo de 1769, siguió los pasos de la primera partida, alcanzando el puerto de San Diego el 1 de julio. Portolá decidió que un grupo prosiguiera las exploraciones para buscar el puerto de Monterrey, viaje que realizaron entre el 14 de junio y el 24 de enero de 1770 y, aunque no lo localizaron, sí descubrieron el de San Francisco a principios de noviembre*. 

*El 2 de noviembre un grupo de avanzada llegó a la cima de una colina y vio ante sí una gran extensión de agua. La expedición de Gaspar de Portalá acababa de descubrir la bahía de San Francisco. En un primer momento los exploradores lo identificaron con la bahía de Cermeño pero el puerto que al que acababan de llegar iba a ser mucho más trascendente para los intereses de la Corona que lo que la bahía de Monterrey jamás podría llegado a ser. La abundancia de agua potable, leña y lastre, el clima frío y saludable, la escasez de molestas nieblas, y la afabilidad de los indios que encontraron,  hacían de él un lugar perfecto para un asentamiento.

El “Gran Puerto de San Francisco” como pasaría a conocerse la escondida bahía, fue definitivamente asentado sobre el mapa para orgullo de la Corona. El ansiado puerto se convirtió en la escala necesaria entre el Norte y las Filipinas, a través del océano Pacífico. 

La llegada de bastimentos a San Diego en el paquebote San Antonio el 23 de marzo, capitaneado por Juan Pérez, animó a Portolá a emprender nuevamente la búsqueda. El 17 de abril de 1770 partió Portolá, acompañado por el oficial Pedro Fages, doce Voluntarios Catalanes, siete soldados y cinco indios nativos de Baja California Sur y después de 36 días de viaje, la expedición terrestre llegó a Monterrey el 24 de mayo de 1770. El resultado fue afortunado, tomándose posesión del puerto de Monterrey el 3 de junio de 1770. Siguiendo con las órdenes reales, se fundó un presidio y una misión bajo la advocación de San Carlos Borromeo.


Concluidos los trabajos, Gaspar de Portolá dejó el puerto de Monterrey el 9 de julio en compañía del ingeniero Miguel Constanzó y llegó a San Blas el 10 de agosto de 1770 a bordo del paquebote El Príncipe, comandado por Juan Pérez. En su lugar dejó al teniente Pedro Fages al frente del presidio de Monterrey. El rey Carlos III le otorgó el grado de teniente coronel el 5 de enero de 1771 en atención a sus servicios. El 26 de mayo de 1771 pidió a Carlos III una licencia de dos años para encargarse de un pleito familiar. Se desconoce la fecha de su llegada a España, pero el 30 de septiembre de 1774 el rey le concedió la “agregación en el estado mayor de la plaza de Barcelona” con sueldo de 540 reales de vellón. Realizó numerosos viajes a su ciudad natal, donde aparece en varios pleitos y asuntos judiciales, incluso otorgando poderes ante el notario Sociats de Balaguer antes de marchar de nuevo a México.
 
Carlos III lo nombró gobernador de Puebla de los Ángeles el 9 de junio de 1776 con 4.000 pesos de sueldo. El 23 de febrero de 1777 se produjo la jura del cargo. Además, el monarca lo ascendió a coronel de dragones por real cédula del 28 marzo de 1777, la que Portolá recibió el 5 noviembre del mismo año. La hoja de servicio señala que: “desempeña lo que se le manda y tiene valor y conducta”.

Por Real Decreto del 20 de agosto de 1785, Gaspar de Portolá fue nombrado coronel del Regimiento de Numancia, y el 9 de febrero de 1786 fue elevado a teniente del rey de la plaza y castillos de Lérida, estando bajo las órdenes del gobernador, el mariscal Blonde, quien inició una serie de reformas sanitarias y urbanísticas en la ciudad de gran importancia. A causa de una enfermedad, Portolá dejó de acudir al ayuntamiento a principios de agosto, despachando desde su casa, donde falleció el 10 de octubre de 1786 a consecuencia de una apoplejía, siendo enterrado en la parroquia de San Francisco de Asís.


Nota: La actual ciudad de Portolá, en la bahía de San Francisco, le debe su nombre.

2 comentarios :

  1. La familia Portolà tenia casa en el pueblo de Àger (Lleida). En los pueblos de esta comarca existia la tradición que cuando un niño llegaba a la adolescencia, a modo de rito de iniciación, se le hacia pasar por unas estrechas tablas que exitian en las "golfes" del bajo techado, que tenia solamente un pavimento de abobe. Esta ceremonia íntima se llamaba: "passar les californies". Se dice que cuando Gaspar de Portolà llego a la bahia de Cermeño (San Francisco), dijo la siguiente frase en catalán: "ha estat mes dificil que passar les californies" He ahí el posible origen del nombre del estado americano.

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    1. El nombre de "California" aparece en los mapas de los conquistadores desde el siglo XVI-XVII, mucho antes que la llegada e incluso el nacimiento de Portolá, y aparece sobre toda la extensión de la península. Y dentro de las hipótesis del origen del nombre, algunos lo relacionan con la novela de las Sergas de esplandian, donde se hacía mención de una isla llena de riquezas. Supuestamente el nombre original, no se si en latín, sería el de "Calidafornax", que significa horno caliente.

      Un saludo.

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