miércoles, 3 de febrero de 2021

Francisco de Orellana. Explorador y conquistador, descubridor del Amazonas


Poco conocido y eclipsado por nombres de la talla de Hernán Cortés o Francisco Pizarro, Orellana protagonizó, sin embargo, uno de los episodios más brillantes de la historia española en el Nuevo Mundo. El 24 de agosto, Orellana y los suyos llegaron a la desembocadura del Amazonas, culminando uno de los más apasionantes periplos de la historia de los descubrimientos. 

Alberto Vázquez de Figueroa, arrebatado de entusiasmo, comentó: “Orellana es el más indomable de los hombres y el más desconocido de los héroes”.Con esas palabras quiso hacer mejor elogio y a la vez expresar su trágico destino.

 
Francisco de Orellana Bejarano Pizarro y Torres de Altamirano nació en Trujillo (Cáceres), sobre 1511. Procedía de una familia de hijosdalgos, de los linajes trujillanos Orellana-Bejarano y Pizarro-Orellana. Sus padres fueron: Francisco de Orellana (hijo natural de Diego García de Orellana Bejarano “El Bueno” y de Antonia González) y Francisca Torres (hija de Juan de Orellana, y de Inés de Torres Pizarro, hija de Cristóbal Pizarro, llamado "el Cabezudo"). Quedó huérfano siendo muy niño y su madre casó nuevamente con el caballero principal llamado Cosme de Chaves

Francisco de Orellana, "el Tuerto"
La abuela materna de Francisco de Orellana pertenecía a la familia Pizarro, de modo que tanto por su patria chica como por su linaje no le eran ajenas las aventuras americanos. Nada se sabe de su infancia, pero no hay duda de que desde niño quiso emular las gestas de sus paisanos, ya que en 1527 se trasladó al Nuevo Mundo para integrarse en la reducida hueste de su pariente, Francisco Pizarro. Junto a él participó en la conquista del imperio de los incas, revelando ser un soldado hábil y sobre todo fogoso, tanto que en cierta ocasión pecó de temerario y perdió un ojo luchando contra los indios manatíes, por lo que le apodaban “el Tuerto”. Antes de cumplir los treinta años, había tomado parte en la colonización del Perú, fundado la ciudad de Guayaquil y era, según los cronistas, inmensamente rico.

Al estallar la guerra civil entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro, Orellana no dudó en decantarse a favor de su pariente. Organizó un pequeño ejército e intervino en la batalla de Las Salinas, donde Almagro fue derrotado. Luego se retiró a sus tierras ecuatorianas y desde 1538 fue gobernador de Santiago de Guayaquil y de la Nueva Villa de Puerto Viejo, etapa en la que se distinguió por su carácter emprendedor y por su generosidad.

Cuando supo que el gobernador de Quito, Gonzalo Pizarro, estaba organizando una expedición al legendario País de la Canela y la región de El Dorado, Orellana no vaciló ni un momento y se ofreció a acompañarlo. La expedición resultó un fracaso. Llegados a su destino y sin encontrar las ansiadas riquezas, la situación se hizo insostenible y, ante la imposibilidad de avanzar por la selva, Pizarro resolvió seguir el curso de un río cercano con el auxilio de un bergantín, el San Pedro, que habían construido allí mismo.

Los hombres de Orellana construyendo un bergantín
 Gonzalo Pizarro pidió a Orellana que se embarcase con sesenta hombres y fuese río abajo en busca de alimentos, considerando que su lugarteniente podría entenderse directamente con los indígenas en caso de encontrarlos, pues conocía a la perfección sus dialectos. Navegando por los ríos Coca y Napo, el grupo de aventureros continuó la marcha durante días y días sin encontrar poblado alguno. Al fin, el día 3 de enero de 1542, llegaron a las tierras de un cacique llamado Aparia, que los recibió generosamente y les ofreció grandes cantidades de comida.

Cumplida la primera parte de su misión, Orellana dio las órdenes pertinentes para emprender el regreso río arriba con objeto de ir en busca de Gonzalo Pizarro, quien, según lo acordado, iba a descender lentamente por la orilla hasta encontrarse con su lugarteniente. No obstante, sus hombres se resistieron; se negaban a sacrificar sus vidas por obedecer una orden suicida. Orellana, convencido de ello, se sometió a sus hombres, poniendo como condición que esperasen en aquel lugar dos o tres semanas para dar tiempo a que Gonzalo pudiese alcanzarlos.

Transcurrido un mes y puesto que no había noticias de Gonzalo Pizarro, los exploradores embarcaron de nuevo. Descendieron por las turbulentas aguas y el 11 de febrero vieron que "el río se partía en dos". En realidad, habían llegado a la confluencia del río Napo con el Amazonas, al que bautizaron con este nombre después de tener un sorprendente encuentro con las legendarias mujeres guerreras.

Puesto que se desvanecía toda esperanza de reunirse con Gonzalo Pizarro, verdadero jefe de la expedición, Orellana fue elegido de forma unánime capitán del grupo. Se decidió construir un nuevo bergantín, al que se puso por nombre Victoria, y continuar por el río hasta mar abierto. Durante el trayecto, los heroicos exploradores arrostraron mil peligros, fueron atacados varias veces por los indígenas y dieron muestras de un valor extraordinario.

Expedición de Orellana,... y de Aguirre (inferior)
En la mañana del 24 de junio, día de San Juan, fueron atacados por un grupo de amerindios encabezado por las míticas amazonas. Los españoles, ante aquellas mujeres altas y vigorosas que disparaban sus arcos con destreza, creyeron estar soñando. En la refriega consiguieron hacer prisionero a uno de los hombres, quien les relató que las amazonas tenían una reina que se llamaba Conori y poseían grandes riquezas. Maravillados por el encuentro, los navegantes bautizaron el río en honor de tan fabulosas mujeres, y las tierras descubiertas como “Nueva Andalucía”. Llegaron al oceano Atlántico (Venezuela) en agosto de 1542.

Orellana regresaría a España en mayo de 1543, después de rechazar en Portugal una tentadora oferta de someter las regiones que había explorado en nombre del rey Juan III. Tuvo que responder ante el Consejo de Indias de las acusaciones formuladas contra él por Gonzalo Pizarro, que había conseguido salir de la selva ecuatoriana y volver a Quito. Los cargos de abandono, alzamiento y traición fueron desestimados ante las exhaustivas declaraciones de sus hombres, que dieron cuenta de su rectitud y de la honradez de sus actos.
Escudo de los Orellana en Trujillo
Al año siguiente, Orellana contrajo matrimonio en Sevilla con una joven cordobesa de buena familia, llamada Ana de Ayala, fue nombrado adelantado de la Nueva Andalucía y firmó con el príncipe Felipe, en nombre del Emperador, las capitulaciones para una nueva expedición al Amazonas. Sin embargo, en sus negociaciones con mercaderes, intermediarios y prestamistas, entabladas al efecto de preparar el viaje, Orellana fue víctima de su nobleza y su buena fe.

En la primavera de 1545 había conseguido reunir cuatro naves, pero estaba arruinado y no podía dotarlas de lo más necesario. Se le comunicó que, dado que no había cumplido lo estipulado en las capitulaciones, la expedición quedaba anulada. Orellana no pudo aceptar esta deshonra y partió a pesar de la prohibición expresa de las autoridades y del precario estado de sus naves. Durante la travesía cometió incluso actos de piratería para conseguir lo imprescindible. El 20 de diciembre llegaba de nuevo a la desembocadura del Amazonas, que con sus 6.800 kilómetros es (¿el más largo?/duda con el Nilo) y el más caudaloso del mundo, y, sin escuchar los consejos de sus tripulantes, decidió lanzarse río arriba a la aventura pero en  noviembre de 1546 falleció a causa de unas fiebres, siendo sepultado allí mismo. Ana de Ayala, su esposa que asumió el mando de la expedición, se casó con otro superviviente, Juan de Peñalosa, con el que vivió hasta su muerte en Panamá.

Moneda conmemorativa
Fray Gaspar de Carvajal, nacido en Trujillo, Cáceres 1500-1584, dominico que acompaña a Pizarro en la región de Quito (Ecuador) y a Orellana en la Amazonía, escribió “Relación del nuevo descubrimiento del Río Grande de las Amazonas” por el Capitán Francisco de Orellana, una detallada crónica del viaje.

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