sábado, 23 de abril de 2016

Juan Padilla. Uno de los caudillos del levantamiento comunero de Castilla


Noble español, uno de los principales líderes de la revuelta de las Comunidades de Castilla. Natural de Toledo, fue regidor de la ciudad. En 1519, junto a Hernando Dávalos y Pedro Lasso de la Vega, organizó el movimiento comunero en Toledo.

Juan Padilla nació en el seno de una ilustre familia hidalga toledana, el 10 de noviembre de 1484, hijo de Pedro López de Padilla, Capitán de hombres de Armas de Juana la Loca, hidalgo natural de la ciudad de Toledo, y sobrino de Gutierrez de Padilla, Comendador mayor de Calatrava. Contrajo matrimonio con María Pacheco, hija del primer marqués de Mondéjar (y segundo Conde de Tendilla), en Granada, el 14 de agosto de 1511.
Juan (de) Padilla
El pueblo castellano miraba con malos ojos la influencia que los flamencos, a la cabeza de los cuales estaba Guillermo de Croy,  ejercían sobre Carlos I, (que había llegado a España en octubre de 1517, un año después de la muerte de Fernando el Católico) así como el aislamiento de la nobleza y los altos cargos eclesiásticos españoles. Como consecuencia se iniciaron movimientos de protesta en Toledo, Zamora, Toro, Medina del Campo, Madrid, Guadalajara, Soria, Ávila, Burgos, Valladolid, y León, aunque Toledo fue la más agraviada: no podía olvidar que el sucesor de los Cardenales Cisneros y Mendoza era Adriano de Utrech, un joven extranjero de veinte años al que se le había entregado la mejor joya de España. Así se explica que, desde el principio, esta capital se pusiera a la cabeza del movimiento, con gente de la nobleza toledana, principalmente Juan Padilla, regidor de la ciudad.

Carlos I
 Don Carlos, desde La Coruña, donde se encontraba para embarcar rumbo a Alemania, para atender a cuestión tan grave como la difusión del protestantismo, requirió a Padilla y a los demás regidores a presentarse ante él para responder de su conducta. La respuesta fue un motín popular promovido, según parece ser, por Padilla. En algunas ciudades se produjeron alborotos. Promovió el de Segovia el caballero Juan Bravo. Los revoltosos comenzaron por ahorcar a dos alguaciles y dieron igual muerte a su procurador Rodrigo de Tordesillas, que volvía de La Coruña.

En 1519 el pueblo toledano impidió el 16 de abril de 1520 que los regidores de Toledo acudieran a las Cortes llamados por Carlos, y esa fecha se considera el inicio del movimiento de las Comunidades de Castilla.

Los comuneros, firmes en su actitud de protesta y resistencia, comprendieron la necesidad de convenir un plan de conducta, constituyeron en Ávila la “Junta Santa”. En ella se dictaron las instrucciones que ellos calificaron como “programa político de los comuneros”, se nombró a Juan de Padilla capitán general del ejército comunero y se pretendía arbitrar el medio de evitar que reinasen en Castilla “personas extranjeras en habla y en su forma de vivir”, acuerdos que se pondrían en conocimiento de la reina doña Juana.

Los comuneros ocuparon Tordesillas y trataron de incorporar a su causa la legitimidad de Juana la Loca, que se negó a respaldarles frente a su hijo el rey.

Juan Padilla Acudió a Tordesillas, con otros comuneros, con la idea de convencer a doña Juana para que apoyase la revuelta y accediera a ser, de nuevo, reina de Castilla, pero no consiguió su propósito. En 1520, la Junta Santa, reunida en Ávila, le nombró capitán general de las tropas comuneras. En 1521, fue derrotado en Villalar, siendo ejecutado, junto con Juan Bravo y Francisco Maldonado, en la plaza de dicha localidad. Su viuda, María Pacheco, continuó la lucha en Toledo durante algunos meses.

El ejército comunero estaba dividido en dos grupos. El principal, mandado por Padilla, acampaba cerca de Torrelobatón. El otro, el del obispo Acuña, estaba acantonado por tierras de Toledo. Padilla dejó pasar el tiempo sin oponerse al ejército real que el 19 de abril de 1521 estaba ya a una legua de Torrelobatón. Cuando Padilla se dio cuenta de la amenaza, en lugar de detenerle, resolvió retirarse hacia Toro, donde podrían esperar los socorros que le venían de Zamora, León y Salamanca. Las tropas reales hostigaron a los comuneros en su retirada, y Padilla, que había perdido mejores ocasiones para combatir, se vio precisada a aceptar batalla cerca de Villalar (Valladolid). Su gente ya solo pensaba en huir.

Una parte del ejército comunero se refugió en el pueblo de Villalar, donde Bravo y Maldonado se esforzaron inútilmente por ordenarlo y hacerlo volver a la pelea. Padilla, al verse abandonado, se lanzó desesperadamente contra la caballería real, desmontando con su lanza a don Pedro de Bazán, vizconde de Valduerna. Si la infantería comunera hubiera querido pelear, la victoria les hubiera costado más cara a los realistas. Pocos fueron los comuneros que calaron las picas y esperaron, aunque estos no tardaron en volver las espaldas y seguir a los que huían. Juan de Padilla, Francisco Maldonado y Juan Bravo pelearon como buenos, pero quedaron prisioneros. Murieron aquel día unos 500 comuneros y no más porque los realistas prefirieron hacer un millar de prisioneros. Este fue el famoso “combate de Villalar” librado el 23 de Abril de 1521, fiesta de San Jorge, un martes lluvioso y frío de la primavera castellana.

Los tres capitanes fueron juzgados, condenados a muerte y confiscados sus bienes. La sentencia se cumplió al punto en el mismo pueblo de Villalar, “con público pregón en que los declaraba de traidores. Lo cual, como lo oyese Juan Bravo, capitán de Segovia, cuando lo llevaban por la calle, le dijo al pregonero que mentía él y quien se lo había mandado decir. Y Juan de Padilla, pareciéndole que no era tiempo de semejantes palabras, le dijo: Señor Juan Bravo: ayer era día de pelear como caballeros, pero hoy no es sino de morir como cristianos. Y llegados al lugar que fueron degollados, queriendo el verdugo comenzar por Juan de Padilla, dicen que le dijo Juan Bravo que le degollase a él primero, porque no quería ver muerte de tan buen caballero”. horas más tarde, también fue ejecutado y decapitado el salmantino Francisco Maldonado.

Pronto fueron todas las ciudades castellanas sometidas, si se exceptúan Toledo, Madrid y algunos lugares del reino de Murcia. Doña María de Pacheco, de la noble familia de los Mendoza, viuda de Juan de Padilla, pudo sostener los ánimos de los comuneros toledanos unos meses mas, hasta junio de 1521. Condenada a muerte y atacado Toledo por las fuerzas reales, tuvo que buscar refugio en Portugal donde aún vivió diez años. Por su valor y coraje, la apodaron la “Leona de Castilla”.

María Pacheco, esposa de Padilla
El 16 de julio de 1522, Carlos I regresó a España e instaló su corte en Palencia. Con ello, la represión contra los ex-comuneros se intensificó hasta que a finales de octubre se trasladase a Valladolid donde promulgó el Perdón General el 1 de Noviembre de 1522, dando la amnistía a 293 comuneros, y terminando con la persecución.

Monumento en recuerdo de los Comuneros y la batalla de Villalar
En el año 1821, Juan Martín Díez “El empecinado” organiza con unos compañeros una expedición a Villalar en busca de los restos de Padilla, Bravo y Maldonado. Pese a no llegar a encontrar nunca los restos de los líderes comuneros, el día 23 de abril de ese mismo año celebran en la plaza de Villalar el primer acto homenaje a los comuneros. Años más tarde, con el nacimiento del sentimiento nacionalista, se celebra la primera Fiesta de los Comuneros el 23 de abril de 1889, pero no sería hasta el año 1986 cuando alcanzaría su carácter oficial, convertirtiéndose en el día de la comunidad de Castilla y León.

Juan Bravo, "primo" de María Pacheco, perteneció a la baja nobleza, nació probablemente en Atienza hacia 1484 y se avecindó en Segovia en 1504, participando notablemente en la sublevación segoviana y muriendo decapitado con Padilla y Francisco Maldonado en Villalar.

Casó primero con Catalina del Río hacia 1504 teniendo a Gonzalo Bravo de Mendoza, María de Mendoza y Luis Bravo de Mendoza del Rio, y luego casó con María Coronel en 1519 teniendo a Andrea Bravo de Mendoza y Juan Bravo de Mendoza y Coronel. El árbol genealógico indicando su nacimiento y sus descendientes segovianos, a partir de los "Expedientes de Nobleza", esta impreso por primera vez en el libro "Nobiliario de Segovia" de Jesús Larios Martín, CSIC (1956) tomo I , pag 262 (árbol en pag 310).

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