Siguió la carrera de las armas,
llegando a ser Mariscal de Campo del Ejército Español, pera la exaltación de su
carácter le llevó a profesar ideas políticas muy extremas, poco acordes con su
posición social y familiar.
Tomó parte activa en la guerra de la Independencias y en las contiendas civiles posteriores. Combatiente durante la Guerra de la Independencia, se distinguió especialmente en la primera y última batallas habidas en aquel conflicto: Medina de Rioseco (14 de julio de 1808) y Toulouse (10 de abril de 1814).
Pedro Celestino Méndez de Vigo y García Sampedro nació en el seno de una vieja familia hidalga ovetense, siendo bautizado en San Tirso de Oviedo el 20 de mayo de 1783. Su padre Manuel Gregorio Méndez de Vigo y Fernández Cueto fue Catedrático de Prima de Cánones en la Universidad de Oviedo. Casado con Vicenta García Sampedro y Menéndez del Busto, tuvieron diez hijos, siendo él el primogénito.
Fue hermano suyo Santiago Méndez Vigo, que nació en Oviedo en 1790. Era estudiante de la Universidad de Oviedo cuando estalló la Guerra de la Independencia en 1808. Desempeñó cargos de importancia durante el Trienio Liberal siendo Capitán general de Puerto Rico y fue Ministro de Guerra en 1836. Se le considera responsable, junto a su hermano Froilán, de las represalias contra los realistas en los periodos constitucionales. Murió en 1860.
Tras los sucesos del 2 de Mayo de 1808 en Madrid, el día 25
del mismo mes el Principado de Asturias fue el primero que se alzó
en armas contra el “Usurpador, reinstaurándose en Oviedo una antigua
institución asturiana que se remonta al origen del “Principado” (1388):
la Junta General del Principado, que en estas fechas se proclamó
soberana, y cuyo propósito no era otro que decidir no sólo el futuro de
Asturias, sino también el futuro de toda la Nación Española.
Al
igual que él, sus tres hermanos (Santiago, Froilán y Juan) serían distinguidos
militares. El primero alcanzaría el grado de Capitán General, el segundo el de
Mariscal de Campo, y el tercero el de Coronel del Cuerpo de Artillería, dando
lugar a un ilustre linaje de militares asturianos que llegaría hasta las
postrimerías del siglo XIX.
Pedro
Méndez de Vigo se casó en el verano de 1821, a la edad de 38 años, con María de
la O Salas Omaña y Suárez. Con ella tendría a su único hijo, Antonio. Condenado
a muerte en 1823 por Fernando VII, Pedro Méndez de Vigo se exilia en Londres,
donde fallecería su esposa; casándose en segundas nupcias con Paula Canga
Argüelles y Ventadas, hija del famoso hacendista y diputado en Cádiz José Canga
Argüelles y Cifuentes (1770 – 1843 / Caballero de la Orden de Montesa), y de
Eulalia Ventadas. De este segundo enlace no tuvo sucesión.
Ingresa
en el Ejército Real el 15 de octubre de 1799 a la edad de 16 años, como cadete
del Real Cuerpo de Artillería del elitista Real
Colegio de Artillería de Segovia, pero a los cinco meses de su ingreso, Pedro causó
baja en el Colegio. A pesar de ello, demostrando su acendrada vocación militar,
sienta plaza en el regimiento de infantería de Asturias, el 7 de marzo de 1800.
En abril de 1802 recibe su ascenso a 2º Subteniente, y en su regimiento
permanecerá hasta julio de 1806, en servicio de guarnición. Ese verano de 1806,
como primogénito, asume el cargo, propiedad de su familia, de Regidor Perpetuo del Ayuntamiento de Oviedo.
Ello le lleva a solicitar de la Corte ser destinado al regimiento de “Milicias
Provinciales de Oviedo “. Aprobada la solicitud por la Secretaría de Guerra, es
ascendido a capitán de granaderos. En esta unidad permanecerá desde el 20 de
octubre de 1806 hasta el 28 de mayo de 1808, guarneciendo las costas de
Asturias ante cualquier posible ataque británico.
Con
la elevación al trono del Príncipe de Asturias, tras el motín de Aranjuez, Méndez de Vigo fue elegido por el Ayuntamiento
de Oviedo como parte de la comitiva que acudió a Madrid para cumplimentar a Fernando
VII. En la Villa y Corte permanecían aún los asturianos cuando se produjeron
los sucesos del Dos de Mayo, tras lo cual, vuelve a Oviedo junto con otros
militares asturianos de la guarnición de Madrid.
Reasumida
la soberanía por la Junta del Principado, una de su primeras disposiciones es
la de levantar un ejército de campaña de 20.000 hombres, agrupados en 22
regimientos de nueva creación. El
capitán Pedro Méndez de Vigo es rápidamente ascendido a coronel y puesto al
mando de un improvisado cuerpo de infantería de tres batallones y unos 1.500
hombres recién alistados: la llamada “1ª División Asturiana de Voluntarios“.
Al mando de ella y acompañando a un delegado de la Junta del Principado, Ramón
Llano Ponte, serán el primer contingente armado asturiano que cruce la
cordillera para iniciar la guerra:
Tras
la victoria de Bailén, que dio ánimos a la causa patriota y provocó la retirada
francesa hasta la línea del río Ebro y Vizcaya, se formó una Junta Suprema
Central en Aranjuez, que decreta un plan de operaciones para expulsar a las
fuerzas imperiales. En ese plan, diez de los 22 regimientos asturianos habrían
de integrarse en el Ejército de la Izquierda del Teniente General Joaquín Blake
en la llamada “División Asturiana“ al mando del general Vicente Mª de Acevedo.
Tras una valerosa campaña contra fuerzas muy superiores (en la que Blake
consigue ocupar Bilbao) su ejército es batido en la épica batalla de Espinosa
de Los Monteros el 11 de noviembre de 1808, en la que resulta vencido. Méndez de Vigo y su regimiento no
participaron en esta segunda campaña al estar la unidad recuperándose del
descalabro de Medina de Rioseco.
A
partir de entonces, Méndez de Vigo participará en diversas campañas bélicas,
unas más exitosas que otras, hasta que, en 1813, tras cinco duros años de
guerra, las fuerzas españolas, británicas y portuguesas, eficazmente dirigidas
por el duque de Wellington, se encontraban en situación de poner en marcha la
ofensiva final que expulsaría a los franceses (muy debilitados tras la debacle napoleónica
en Rusia del año anterior) de la Península.
En
los ataques sobre San Juan de Luz
del 10 de noviembre de 1813, Méndez Vigo realiza una nueva hazaña al tomar los
campamentos fortificados de Ascaín, desalojando y poniendo en fuga a tres
regimientos franceses. Por dicha acción fue condecorado con la Real y Militar Orden de San Fernando de 1ª Clase.
En la batalla de Toulouse, del 10 de
abril de 1814, la última, de la Guerra de la Independencia para las tropas
españolas, Méndez de Vigo tiene que ser retirado del campo de batalla. Tras
caer bajo su caballo muerto, al volver a ponerse al frente de sus hombres, a
pie, un balazo le rompe el húmero.
Recibió
su ascenso a brigadier, con antigüedad
de 30 de mayo de 1815. La reposición del absolutismo por Fernando VII y la
escasa recompensa a sus dilatados méritos durante la guerra produjeron en él cierto
desafecto por Fernando VII. Una vez repuesto, Méndez de Vigo se reincorporó al
mando de su regimiento al que se le devuelve su vieja orgánica de Milicia Provincial,
pasando de guarnición a Asturias.
Tras participar en sangrientos sucesos en La Coruña, contra el Régimen absolutista de Fernando VII, es detenido y llevado prisionero a Francia. Esta circunstancia le salvó la vida. Condenado a muerte en rebeldía, Méndez de Vigo tuvo que exiliarse a Londres en 1823, pasando posteriormente a asentarse en París y no conseguiría regresar a España hasta septiembre de 1835. Será rehabilitado, no sin polémica, por la Regente. A los 3 años de iniciada la 1ª Guerra Carlista volvería a las filas del Ejército con el grado de Mariscal de Campo, destinándosele al Ejército del Norte el 16 de junio de 1836. Se licencia en 1838 y fija su residencia en Sevilla. Vuelve a la escena política como Diputado a Cortes en 1839; tiempo después, se trasladó con su familia a Almería, donde vería el final de sus días, en 1854, a la edad de 79 años.
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