Guardia de Corps en Madrid durante la
invasión napoleónica, apoyó al régimen francés y huyó a Francia tras su caída,
estableciéndose en Marsella como empresario, donde se convirtió en el hombre
más importante de la ciudad.
Su hijo Ignacio continuó con los negocios familiares y llegó a formar parte de al aristocracia. Padres de Álvaro Figueroa y Torres, I conde de Romanones.
Su hijo Ignacio continuó con los negocios familiares y llegó a formar parte de al aristocracia. Padres de Álvaro Figueroa y Torres, I conde de Romanones.
Luis
(María José Marcelo Eduardo) Figueroa Casaus nació el 11 de mayo 1781 en la localidad de Llerena (Badajoz), bautizado en su parroquia de Santiago dos días más tarde, en el seno de una modesta familia hidalga.
Era hijo de Don Lorenzo de Figueroa y Messía de Monroy, nacido en Llerena 31 de
marzo de 1733, Abogado de los Reales Consejos, Capitán de Milicias Provinciales
y Regidor Perpetuo de su Casa. Falleció en Llerena el 26 de Febrero de 1789.
Estaba casado, 5 julio de 1807, con su prima segunda Teodomira Ignacia de Casaus Castilla y
Caraballo del Pozo, nacida en Lora del Río (Sevilla).
Pleito
por hidalguía (1583) ante la Sala de Hijosdalgo de la Real Chancillería de Granada, Carta
de Hidalguía despachada por la citada audiencia en favor de don Lorenzo
Majarrés-Figueroa y Delgado, ascendiente de los Figueroa de Llerena.
En su juventud Luis Figueroa se traslada a Sevilla para estudiar leyes, pero pronto abandona esta idea y decide seguir los pasos de otro extremeño, Manuel Godoy e ingresa como cadete en las Reales Guardias de Corps.
Al
igual que Godoy consigue convertirse en el primer ministro de Carlos IV,
Figueroa asciende gracias a la pertenencia a una unidad militar próxima a la
familia real. Tras tres años de aprendizaje, obtiene el grado de alférez de Dragones de la Reina y se
instala en la Corte, hacia 1807. Ese mismo año contrae matrimonio en Madrid
con Doña María Luisa de Mendieta Ramírez de Arellano, a la edad de 26 años. El
matrimonio tendrá un único hijo, llamado Ignacio Figueroa Mendieta, que nace en
Llerena el 22 de abril de 1808.
A
partir del estallido de la Guerra de la Independencia, Luis Figueroa, de talante liberal y afrancesado se posiciona al lado
del rey José Bonaparte y en 1814 acompaña al hermano de Napoleón al exilio de
Francia una vez que las tropas españolas logran las últimas victorias.
De
firmes convicciones, Figueroa seguirá al emperador hasta el final. Enrolado como comandante en el ejército de
Napoleón participa en la batalla de Waterloo, donde el ejército imperial
sufre su última y definitiva derrota en junio de 1815.
Luis
Figueroa decide entonces establecerse en Francia y aprovechando sus contactos
familiares decide establecerse en Marsella, donde vivía un pariente suyo.
En ese momento este enclave costero pasa por las precariedades de posguerra al
tiempo que un lugar peligroso para los antiguos bonapartistas, vigilados muy de
cerca por la policía. Figueroa estuvo a punto de ser expulsado en 1823, sin
embargo la orden no llegó nunca a ejecutarse.
Su
determinación en el terreno militar contagia su actividad empresarial y
comercial. En poco tiempo da una serie de pasos decisivos para consolidarse como uno de los grandes
comerciantes de Marsella y para anticiparse al control del comercio del
plomo mediterráneo. Falleción en 1853, dejando a su único hijo, (José) Ignacio (1808-1899), un patrimonio valorado en cerca de 4 millones de
francos, que continuó con éxito el negocio familiar,
siendo un burgués de una inmensa fortuna, y se dedicó a la política, siendo
diputado y senador vtalicio.
Ignacio de Figueroa |
Ignacio, desde muy joven se interesó por los asuntos
empresariales familiares, haciéndose cargo de aquellos ubicados en Adra
(Almería, desde donde la familiar logró controlar
el monopolio de la extracción y metalurgia del plomo en Andalucía Oriental.
En
Adra, su atractivo personal y el gustos y refinamiento del que hacía gala el
joven millonario, cautivó a Ana María Martínez, hija del administrador de la
casa Figueroa en esta localidad almeriense, entablando una relación de la que
nacieron dos hijos (1840 y 1842), que José Ignacio se resistió a reconocer
durante más de 40 años, quedando obligado a aceptar su paternidad tras una
sentencia del Tribunal Supremo en 1886.
Sus
padres no aceptaban esta relación, aconsejándole su traslado a Madrid, donde el
joven millonario se estableció en 1845, donde adquirió una rápida ascensión
social, gracias a la amistad de la familia con la Reina Madre María Cristina de
Borbón, la madre de Isabel II, que por entonces sufría un acomodado exilio en
territorio francés.
En
Madrid conoció a Ana (Josefa) de Torres, Córdoba,
Sotomayor y Romo de Tovar y Bedoya, veinticuatro años más joven que él pues había
nacido el 28 de julio de 1832, vizcondesa de Irueste y, a la vez, hija
única y huérfana de José de Torres, marqués de Villamejor, que había fallecido
en la indigencia. La viuda de este último fue incapaz de afrontar los gastos
que conllevaba el mantenimiento de los títulos honoríficos familiares (marquesado
de Villamejor, vizcondado de Irueste y señorío de Romanones y Tovar), viéndose
forzada a suspender su tenuta por falta de pago a la hacienda real.
La boda de Ignacio con Ana de Torres se celebró en Madrid, el 20 de marzo de 1852, entrando así en el selecto y reducido círculo de los títulos nobiliarios, pues, como medida más inmediata, pagó los derechos reales pendientes de liquidar, rehabilitando y recuperando para sí mismo el título de marqués de Villamejor, además del vizcondado y los señoríos citados, títulos que más adelante ostentarían sus importantes e influyentes descendientes, elevando el vizcondado y los señoríos al rango de condados (Irueste, Romanones y Tovar). Fueron padres de Álvaro Figueroa y Torres, I conde de Romanones.
El
matrimonio trasladó su residencia a París y, al año siguiente, a Marsella,
donde se hizo cargo directamente de los
negocios familiares. En 1860, cuando Marsella dejó de ser puerto
estratégico para el control del comercio del plomo europeo, don José Ignacio
tomó la decisión de regresar a España, fijando su residencia en Madrid.
Ya
en la capital del reino, trasladó sus negocios a la zona de Linares y La
Carolina, donde el marqués se convertiría en uno de los principales empresarios de la minería y la metalurgia del
plomo en el continente, participando en importantes operaciones financieras,
además de interesarse por el negocio inmobiliario. En efecto, sólo en Madrid
adquirió más de 200 fincas urbanas, entre las que destacaba el palacete
familiar que se hizo construir en la más selecta zona de la capital, al
comienzo del Paseo de la Castellana, cerca de la Plaza de Colón. Más adelante,
su propiedad fue transferida al infante don Carlos de Borbón, adquiriéndola
después el Estado para dedicarlo a sede
de la presidencia del Consejo de Ministros entre 1914 y 1977, y, más
adelante, como sede del Ministerio de
Hacienda y Administraciones Públicas.
Palacio
de Villamejor, en el Paseo de la Castellana de Madrid. Proyectado en 1887 por
José Purkiss Zubiría y Pascual Herráiz Siloy y construido de 1887 a 1890..
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