martes, 28 de septiembre de 2021

Felipe Sobrino Taboada. Catedrático. Perseguido por la Inquisición

 

Sufrió la censura inquisitorial a propósito de unas proclamas políticas. Doctor en Cánones y Catedrático de Concilios Generales e Historia Eclesiástica de la Universidad de Santiago, fue perseguido y encarcelado durante un año por haber apoyado un escrito contra la Inquisición durante la invasión francesa en España.

Felipe Sobrino Taboada nació en la parroquia de San Martín de Fiestras (Silleda / Pontevedra, era hidalgo por los dos costados. Hijo de D. Benito Francisco Sobrino y de Dª Teresa Vázquez Sotelo. Estaba casado con Gaspara Neira Baamonde, natural de Santiago. Falleció el 23 de octubre de 1891 en Santiago de Compostela. Estudió en las universidades de Valladolid, Zaragoza y Santiago.

Fue tutelado por su tío Andrés Sobrino y Taboada, abogado de los Reales Consejos, Canónigo de Zaragoza, elevado por Su Majestad a la prebenda de la Cardenalia Mayor de la Catedral de Santiago de Compostela.


El catedrático Felipe Sobrino, siempre coqueteo con el sector liberal de la Universidad, pero nunca fue plenamente aceptado. En un principio colaboró en su momento con la Inquisición, desempeñando un cargo institucional, el de Depositario de pruebas del Santo Oficio y ministro titular. En 1806, presentó al Santo Oficio una denuncia contra los que  utilizaban los libros prohibidos de la Biblioteca de la Universidad, entre los que se encontraban los hijos del Conde de Taboada, José y Antonio Gil Taboada. En el año 1809, cuando los franceses ocuparon la ciudad de Santiago, colaboró con los franceses, entrando a formar parte del Consejo de Dirección de la Policía, ocupando el cargo de Magistrado de Policía. Esta incursión en política marcará su vida y dejará huella en su entorno profesional y familiar.

Carta de Felipe Sobrino Taboada
El Director General de Policía y Juez de Imprentas, Doctor Pedro Pablo Bazán de Mendoza, clérigo y Catedrático de Instituciones Civiles, era el dirigente máximo de los afrancesados, a las órdenes del general francés Marchand, como jefe de la Policía suprimió el Tribunal de la Inquisición de Santiago y destinó el edificio al uso de las tropas francesas y convenció a Sobrino para que en calidad de su cargo de Magistrado de Policía diera su aprobación, mediante su favorable censura, a un panfleto anónimo de propaganda francesa, titulado “Carta circular que escribe un Patriota español a sus Paisanos, procurando ponerles de acuerdo para que cese de correr la sangre, que inútilmente se está derramando en el día en toda la Península”, del que se imprimieron 1.500 ejemplares que circularon por Santiago y los pueblos próximos, que consistía en un alegato a favor del rey José I. Este escrito, de 4 de diciembre de 1808,  era una alabanza de los decretos de Napoleón, de la abolición de la Inquisición por ser atentatoria de la soberanía y de las autoridades civiles y la reducción de conventos, la abolición del derecho feudal y de toda la jurisdicción señorial, al mismo tiempo que expresaba su confianza en la bondad del francés José I como rey y en que no se perdiesen definitivamente todas las Américas, pues son muy fuertes los lazos entre ellas y nosotros. La culpa de todo la tenían los Reyes Católicos y la Casa de Austria y también algo los Borbones. Por aprobar este panfleto fue perseguido y procesado.

Por dar la aprobación a este folleto y por afrancesado el claustro de la Universidad le cesó en su cátedra, el 31 de Julio de 1809; fue perseguido, detenido y sometido a un proceso del que consiguió salir indemne. El Tribunal de Seguridad que lo juzgó, lo exculpó mediante un auto con fecha 3 de febrero de 1810, fue repuesto en su cátedra, pero sus enemigos, algunos de la propia Universidad, consiguieron que el Santo Oficio le abriera un nuevo proceso en el año 1811 por liberal, y el claustro se acogió a este hecho para impedirle de esta forma recuperar su cátedra. Estuvo preso cinco meses en las cárceles de la Inquisición y el resto del tiempo en su casa.

Convencido de su inocencia se presentó al Santo Oficio, sabedor de que le buscaba, para demostrar que no había escrito contra la Inquisición, sino que forzado por las circunstancias y amenazado de gravísimo peligro, dio su aprobación al citado panfleto en que se hablaba contra la Inquisición, durante la invasión de los franceses en Galicia. El verdadero objeto de esta persecución era privarle de su cátedra. Al fin el 21 de abril de 1813 el Santo Oficio sobreseyó el caso y pudo reintegrarse a la cátedra.

Armas de unos Taboada de Galicia

A pesar de estar absuelto de todo cargo por el Tribunal de Seguridad Publica de la Coruña, contestó a sus impugnadores por medio de un razonado impreso con el título de “Breve y sencilla exposición de las opiniones, ideas y sentimientos del Dr. D. Felipe Sobrino” y otro con el título de “Retractación” en el cual demostró más extensamente su arrepentimiento y sus opiniones contrarias a las de la carta citada anteriormente. Por fin, en 1816 el Santo Oficio sobreseyó su caso y al fin pudo reintegrarse a su cátedra.

Nuevamente volvió a ser procesado el 2 de junio de 1824, acusado de haber presidido un acto universitario en el que se habían defendido ideas contrarias  a la disciplina eclesiástica y por su liberalismo. Nuevamente fue encarcelado y cesado en su cátedra  por motivos políticos, por defender conclusiones favorables a la soberanía nacional.

La cátedra la recuperó en 1836. Retornó a la Universidad compostelana con todos los honores como catedrático de Historia Eclesiástica, asignatura que explicaba tanto en la facultad de Cánones como en la de Teología. En 1840 fue decano de la Facultad de Filosofía, aunque no era docente de esa Facultad, probablemente porque en ella no había ningún catedrático. Deja de ser profesor de la Universidad en 1841, por su jubilación.

Los escritos que se conservan de Sobrino son la “Retractación” y otro escrito “Breve y sencilla exposición de las operaciones, ideas y sentimientos de D. Felipe Sobrino Taboada”, enviado al Gobierno, en los que denuncia su situación. Ambos revelan una mente sólida y lucida, pero las desgracias personales le determinaron a publicar solo estos folletos, pues por su manifiesta inteligencia y sus sólidos conocimientos canónicos, probablemente hubiera publicado otro tipo de trabajos de más alta talla intelectual.

Fuente: Historia de Deza

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