Participó en la exploración y conquista de Cuba (Fernandina)
con el adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, de quien fue capitán.
Participó en la exploración a las
costas mexicanas en la que destacaron la exploración de Yucatán y de Tabasco;
en la exploración de Francisco de Garay de las costas y territorios del Norte
en el actual Estado de Veracruz y golfo de México y en la conquista de Honduras
con Pedrarias Dávila. Gracias a su testimonio los españoles conocieron la
existencia del Imperio azteca.
Juan de Grijalba o Grijalva, de origen hidalgo, nació en Cuellar (Segovia) en 1490.
Acompañó,
en su juventud, a su tío Pánfilo de
Narváez a La Española (Santo Doningo), desde donde partió en la expedición
de su paisano Diego Velázquez de Cuellar
a Cuba, que algunas fuentes citan como su tío. Intervino en el proceso de
conquista y colonización de la isla desde 1511 y, dos años después, a las
órdenes de Narváez, recorrió y
sometió el interior del territorio. Según la crónica de Herrera, cuando
Velázquez partió para celebrar su boda le dejó a cargo de la colonia de
Santiago de Cuba, donde residían fray
Bartolomé de Las Casas y cincuenta españoles.
En
1514 participó en la fundación de la villa
Trinidad, en la que permaneció en calidad de poblador y encomendero hasta
que Diego Velázquez le puso al frente de una expedición que tenía la misión de
completar las exploraciones que, a lo largo del Golfo de México, entre la
Península del Yucatán y la de Florida, había realizado infructuosamente Francisco Hernández de Córdoba* (1517).
*En 1517, Diego Velázquez del Cuellar,
gobernador de la isla de Cuba, patrocinó la desafortunada expedición de
Hernández de Córdoba que llegara a la península de Yucatán; los pocos sobrevivientes
que regresaron relataron que se trataba de una región densamente poblada donde
abundaban los objetos de oro. Entusiasmado, el gobernador se dispuso a
organizar inmediatamente otra expedición.
Así,
el 25 de enero de 1518, una expedición comandada por Grijalva partió de
Santiago de Cuba para explorar la costa del Golfo de México.
Entre
los integrantes de la expedición figuraron Pedro de Alvarado, Francisco
Montejo, Alonso Dávila y un futuro historiador de la conquista de México:
Bernal Díaz del Castillo. Antón de
Alaminos –que había
integrado la expedición de Hernández de Córdoba– era el piloto mayor, Juan Díaz el capellán, y los acompañaban unos 200
hombres, cañones ligeros y perros de guerra en 4 navíos.
Inician
el viaje bordeando la costa norte de la isla, en el puerto más tarde conocido
como Matanzas tienen una parada prolongada durante la cual sustituyen una de
las naves. Parten hacia el cabo San Antonio-, cruzan el Canal de Yucatán** y el
3 de mayo desembarcan en la isla de las Golondrinas o Cozumel, a la que
Grijalva dio el nombre de Santa Cruz, antes de avistar el continente americano.
**La
necesidad de reparar algunos desperfectos de las naves obligó a la flota a
cruzar un estrecho situado entre tierra firme y una “isla” que antes les había
pasado desapercibida. El piloto mayor de la escuadra, Antón de
Alaminos, creyó que Yucatán era una isla y la llamó Isla Rica.
Posteriormente
recorrieron la costa este del Yucatán y entraron en contacto con distintas
poblaciones de origen maya y nahua, herederas de la antigua magnificencia de la
cultura maya, en decadencia desde el siglo anterior. Hallaron las bocas de los
ríos Usumacinta, Tabasco, Coatzacoalcos y Papaloapan, y establecieron
relaciones con los indígenas que poblaban sus márgenes.
Más
tarde alcanzaron la desembocadura de otro río, denominado Banderas por
Grijalva, donde tuvieron la primera
noticia de la existencia del imperio azteca, al recibir a una embajada enviada
por Moctezuma II. El 19 de junio los españoles desembarcaron en las
cercanías de la actual Veracruz, en las playas de San Juan de Ulúa, y tomaron
posesión de aquel puerto, al que dieron el nombre de Santa María de las Nieves.
Pese a la insistencia y presión de
algunos de sus capitanes, Grijalva no se atrevió a fundar una colonia, debido
a que no tenía instrucciones específicas de Diego de Velázquez
Después
de enviar a Alvarado a Cuba con parte del botín obtenido para informar al
Gobernador y en busca de refuerzos, Juan de Grijalva continuó su exploración
costera hacia el norte, pero, al verse acosado por nativos hostiles en las
cercanías de la desembocadura del río Panuco, tras más de cinco meses de viaje
y con las provisiones escaseando, siguió el consejo del piloto Antón de
Alaminos, decidió regresar, ante la oposición, entre otros, de Montejo y Dávila,
llegando a Santiago de Cuba el 21 de septiembre de 1518. Cristóbal de Olid,
ante su tardanza, había salido en su busca sin conseguir hallarlo. Tras su regreso a Cuba, fue destituido por Diego Velázquez***, que, condicionado por el
informe de Pedro de Alvarado, criticó su falta de decisión colonizadora y envió
a Hernán Cortés a conquistar las nuevas tierras descubiertas (1519), circunstancia
que lo llevó a ponerse a las órdenes del gobernador Pedrarias Dávila.
***
"
... nos embarcamos y vamos la vuelta a Cuba, y en 45 días, unas veces con buen
tiempo y otras en contrario, llegamos a Santiago de Cuba. donde estaba Diego
Velázquez, y él nos hizo buen recibimiento: y desde que vió el oro que
traíamos, que serían cuatro mil pesos, y lo que trajo primero Pedro de
Alvarado, sería por todo veinte mil; otros decían que era más ..." (Bernal
Díaz del Castillo). Sin embargo el Gobernador, descontento con la actuación de
Grijalva, según los informes recibidos por Alvarado, había dispuesto ya
sustituirlo por Hernán Cortés, que saldría de Cuba al año siguiente y
conquistaría México-Tenochtitlan.
En
1523 participó como jefe de escuadra, a las órdenes de Francisco de Garay, en
un fallido intento de conquistar el Pánuco, que no fructificó al enviar Cortés
varios de sus hombres para impedirlo. Firme partidario de la sumisión pacífica
de los indios, murió víctima de un ataque indígena en el transcurso de una
exploración que dirigió Pedrarias Dávila por América Central, en Olancho
(Honduras), el 21 de enero de 1527, en que fue capturado y sacrificado por los
indios, junto con el capitán Hurtado.
Sus armas: de oro, cinco claderas de sable puestas en sotuer
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