Gobernador Militar y Político interino
de la Plaza de Gerona y sus fuertes, dirigió la defensa de Gerona. Caballero de
la Real Orden Militar de Santiago, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos,
Capitán de las Reales Guardias de Infantería Españolas, Subdelegado de Rentas
Reales, etc. En abril de 1810, a título póstumo, es nombrado Mariscal y
Comandante del I batallón del Regimiento de la Guardia Real Española y, en
octubre del mismo año, Teniente General.
Mariano
(José Manuel Bernardo) Álvarez de Castro López González del Pino Troncoso de Lira
y Sotomayor nació el 8 de septiembre de 1749 en Granada. Fueron sus padres don Francisco
Álvarez de Castro y doña Apolonia Joaquina López Aparicio. Mariano pertenecía a
una antiquísima y noble estirpe, con posesiones en diferentes lugares, entre
ellos en Burgo de Osma (Soria),
Entró,
en 1768, como cadete en la Guardia Real Española, para pasar posteriormente a
la Academia de Matemáticas (para su
ingreso se exigía la condición de noble), que entonces estaba en Barcelona,
donde terminó los estudios en 1775.
Estuvo
en el sitio de Gibraltar (1779 y
1783), hizo la campaña del Rosellón
(1793-1795), y al acabar la guerra, era capitán con el grado honorífico de
coronel. Participó como brigadier –general de brigada de hoy- en la corta guerra de las Naranjas contra Portugal (1801),
hallándose en las ocupaciones de Elvas y en Villaviciosa.
En 1779 recibió el
hábito de Santiago en la iglesia de Santiago de la Espada de Sevilla.
Con
60 años, estaba en Madrid cuando fue ocupada por los franceses, pero pudo salir
y llegar a Gerona donde se encontraba su regimiento. Fue nombrado por la Junta Suprema
de Gobierno del Reino, Gobernador de
Gerona. Ya en los primeros meses de la Guerra de la Independencia, de junio
a julio de 1808, el general francés Duhesme intentó conquistar la ciudad, cercándola
con 5.000 soldados y después con 11.000, pero sin éxito, pues estos intentos fueron
desbaratados al conseguir los asediados destruir sus fortificaciones. Por todo
ello, Duhesme se retiró a Barcelona.
La conquista de Zaragoza, en febrero de 1809, animó al estado mayor del rey
José a intentar de nuevo la conquista de Gerona, un importante bastión que
dificultaba sus comunicaciones con Francia, y, para ello, el mariscal Saint-Cyr
ordenó su asedio.. Dentro de ella se encontraban 5.000 soldados y 9.000
habitantes dispuestos a todo, estando al mando de la plaza el general Álvarez
de Castro, militar valeroso que, al poco tiempo de iniciarse el asedió,
difundió un lacónico bando que decía: «Será pasado por las armas el que
profiera la voz de capitulación o de rendirse».
Álvarez de Castro, con el título de
Cruzada gerundense, formó siete compañías, de las que dos eran de clérigos seculares y regulares, otra era la de
Santa Bárbara, en la que se enrolaron 127 señoras de toda clase y condición. El
21 de junio de 1809, el mariscal francés acudió personalmente frente a Gerona.
El emperador Napoleón dejó claro a su
Estado Mayor que era preciso para la buena marcha de las operaciones en España
el mantener expedita la comunicación entre la ciudad de Barcelona, ocupada y
controlada por los imperialistas, y la frontera francesa (retaguardia), para lo
que debía tomarse la plaza de Gerona, pequeña y mal fortificada plaza, situada
en mitad del trayecto, complemento de la de Figueras.
La
Junta Central encargó al general Joaquín Blake que socorriera a la
heroica guarnición y a los habitantes de Gerona. Este general disponía de un ejército
de 15.000 hombres, compuesto por tropas poco curtidas. Por ese motivo, su
estrategia se encaminó a introducir un gran convoy en la ciudad con armas y
alimentos, descartando la posibilidad de enfrentarse en campo abierto con
Saint-Cyr y obligarle a levantar el asedio. El convoy, dirigido por el general García Conde, llegó a la
ciudad gracias a que Blake realizaba operaciones guerreras con el resto de sus
tropas para distraer a las fuerzas sitiadoras y permitir la entrada de los
refuerzos en Gerona.
Mapa del Sitio de Gerona |
Los
asediados les recibieron con grandes muestras de alegría, pensando que con
aquella acción del ejército del Principado de Cataluña se había puesto fin al
asedio. Estas esperanzas estaban muy lejos de la realidad, ya que el resto de las
tropas de Blake se retiraron inmediatamente hacia Sant Hilari y Hostalric, para
evitar el combate con el grueso de las tropas de Saint-Cyr, por lo que Gerona siguió
sitiada.
En
este contexto, las fuerzas de García Conde planteaban un problema, pues eran
4.500 nuevas bocas que alimentar y amenazaban con consumir en poco tiempo los alimentos
introducidos con tanto esfuerzo. Por ese motivo, Álvarez de Castro pidió a
García Conde que abandonara Gerona, dejando únicamente 2.800 combatientes para
cubrir las bajas padecidas por la guarnición.
El
15 de septiembre, los gerundenses realizaron una salida contra el enemigo,
aprovechando las tropas de refresco. A pesar de ese esfuerzo, en las semanas
que siguieron los sitiadores ocuparon los fuertes de San Luis, San Narciso, San
Daniel y Montjuïch. Diez días más tarde, Blake intentó introducir otro convoy
en una ciudad en ruinas, donde el hambre y las enfermedades provocaban
numerosos muertos, pero fue atacado por los franceses que exterminaron, casi en
su totalidad, a sus componentes. A pesar de estos desastres, Álvarez de Castro
continuaba férreamente decidido a cumplir con la misión que se le había
encomendado.
El
retraso de Saint-Cyr en conquistar Gerona originó que fuera sustituido por el
mariscal Augereau. Poco tiempo después, el general Blake volvió a intentar
socorrer Gerona emprendiendo, a partir del 17 de octubre, varios ataques sobre
las posiciones francesas. Ante el fracaso de los mismos, se retiró sobre Vic en
las primeras semanas de noviembre, dejando Gerona abandonada a su suerte. Esta
grave situación fue conocida por los asediados gracias a unos despachos de Blake,
que lograron ser introducidos en la ciudad.
Finalmente,
Álvarez de Castro, por agotamiento
y enfermedad, tuvo que entregar
el mando de la ciudad a su segundo, el general Julián Bolívar, quien firmó una
honrosa capitulación el 10 de diciembre de 1809, rindiendo la ciudad y los
4.160 supervivientes de su guarnición. El asedio de Gerona provocó 9.000
muertos entre los sitiados y 20.000 entre los franceses. A pesar de los
numerosos efectivos franceses y de las más de 60.000 balas de cañón y 20.000 bombas
y granadas que cayeron sobre la ciudad, ya bastante deteriorada después de los
asedios que había sufrido, los gerundenses resistieron valientemente durante casi
ocho meses.
Castillo de San Fernando, en Figueras (Gerona) |
Los
franceses hicieron prisionero a Mariano Álvarez de Castro, que estaba
gravemente enfermo, al que infringieron un trato inhumano por tanta oposición como
había mostrado, por lo que terminó muriendo al poco tiempo, el 22 de enero de
1810, en la prisión del castillo de San Fernando de
Figueras. Fue enterrado en el cementerio de Figueras y, tras varios traslados, después de la
guerra civil española, fue inhumado en un mausoleo en la capilla de San Narciso
de la iglesia de San Félix de Gerona.
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