La
ambición de este personaje no se limitaba únicamente a perseguir la riqueza,
sino que se manifestó en una búsqueda incesante de promoción social a través
del honor que emanaba de un título nobiliario.
Nació
hacia 1524, siendo el tercer hijo del alcalde de Casa y Corte Fernán Gómez de
Herrera, y como otros muchos hidalgos castellanos que carecían de más bienes que
la legítima parte de la herencia, a temprana edad emprendió el camino de Italia
en busca de fortuna.
A
comienzos del reinado de Felipe II, Herrera participó en la campaña de Italia y
de Flances, bajo el mando del duque de Sessa, Gonzalo Fernández de Córdoba, siendo
capitán de una compañía de Caballería ligera. Fue, también, comisario general
de las tropas de Flandes.
Retorna
a Madrid hacia 1560, y se pone al servicio de Ruy Gómez de Silva, príncipe de
Éboli, privado del rey Felipe II. Herrera comenzó a efectuar compras para Éboli
en las ferias de Castilla, al tiempo que emprendía actividades privadas como
mercader y prestamista y realizaba inversiones en juros y censos, de las que
sacó muy buen provecho. El 10 de septiembre de 1565, por recomendación de
Éboli, recibió el nombramiento de tesorero general de Castilla; asimismo,
asumió la depositaría general de los derechos de contaduría, la receptoría de
embargos y secuestros, y las patentes de receptor del subsidio y de pagador de
las galeras.
Entre
1569 y 1574 Herrera se comprometió a proporcionar por adelantado, en pagos
bimestrales, los 350.000 ducados anuales que importaba el subsidio y pago de
galeras, con lo que obtenía 21.000 ducados al año en concepto de intereses por
anticipo y 200.000 maravedíes más por la cobranza. Destaca también la
contribución de Herrera como banquero desde 1569, tanto cuando se destinaban
fondos hacia mantenimiento del esfuerzo bélico en el Mediterráneo, como en la
emisión de letras de cambio dirigidas a los Países Bajos.
Obtuvo una regiduría en
Madrid en condición de Alférez mayor de la Villa y Corte, oficio que había
comprado en 1562, la Alcaldía de la Fortaleza de Ronda, adquirida en 1567. En
1569 obtuvo el marquesado de Oyra, en el reino de Nápoles, de titularidad de
Ruy Gómez de Silva. Entre 1572 y 1573 compró las villas de Auñón y Berninches, en
Guadalajara, con sus vasallos y alcabalas y Felipe II le otorgó el título de
Marqués de Auñón en 1582.
Auñon |
Hasta
que falleció, el 8 de febrero de 1600, sin hijos de su primer matrimonio con
doña Beatriz de Pissa, continuó desempeñando diversas comisiones y formando
parte del Consejo de Hacienda, pero padeció diversos infortunios patrimoniales
y familiares. Dejó un mayorazgo que heredó su hija Ana (II marquesa de Auñón),
tenida de su segundo matrimonio con doña Francisca de Padilla.
En el siglo XVI, cuando el Emperador
Carlos V, como maestre de todas las Ordenes militares, decidió vender la villa
de Auñón para sacar más dinero con que hacer frente a sus múltiples campañas militares
por Europa, los vecinos de Auñón quisieron liberarse de cualquier señorío,
comprándose a sí mismos, pero no pudieron. Don Melchor Herrera, tesorero real
de Felipe II y alférez mayor de Madrid, compró Auñón y Berninches al Rey, en la
cantidad fabulosa para entonces de 204.000 ducados y, desde entonces, el pueblo
quedó bajo el señorío de esta familia.
Es lo que se llamó la refeudalización. Es decir, todo lo contrario de lo que hicieron Isabel Y Fernando.
ResponderEliminar¿Fuente bibliográfica?
ResponderEliminarDiccionario Biográfico español: https://dbe.rah.es/biografias/29408/melchor-de-herrera-y-rivera
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