Héroe de Trafalgar. Teniente General de
la Armada y Jefe de la Escuadra del Mar del Sur, que contribuyó a la defensa de
nuestro Imperio contra los ingleses a finales del siglo XVIII.
Ignacio
María de Álava y Saenz de Navarrete nació
en Vitoria (Álava) en 1750, siendo sus padres don Gaspar de Álava y Aranguren, Diputado
General de Álava y Procurador General de Vitoria, y doña Joaquina Saenz de
Navarrete Ladrón de Guevara. De familia noble riojana, tras finalizar sus
estudios en la Escuela Patriótica (La Bascongada), proyecto educativo germen
del futuro Seminario de Nobles de Vergara,
sentó plaza de guardiamarina el 23 de junio de 1766, y dos años después se hizo
a la mar, al mando del jabeque San Luis, destinado al corso contra los moros y
berberiscos.
En
1779 pasó a prestar sus servicios en el navío Santísima Trinidad, participando
en la exitosa victoria del 9 de agosto de 1780 a la altura del cabo de Santa
María que supuso la captura de 55 navíos y cuatro fragatas que fueron
incorporadas a la armada española, además de una gran cantidad de armamento,
munición y efectos y provisiones navales.
En
1781 al mando de la fragata Rosa y bajo las órdenes de Luis de Córdova y su
segundo José de Mazarredo participó en el apresamiento del buque Ardent en el
Canal de la Mancha. Poco más tare, en 1782, al mando de la fragata Rosa asistió
al sitio de Gibraltar con las baterías flotantes y al combate contra la
escuadra inglesa del 20 de octubre de 1782. Herido en esa ocasión, Carlos IV,
en reconocimiento por este valeroso comportamiento, le ascendió el mes
siguiente a capitán de navío, con solo treinta y dos años y expresó su deseo de
conocerle personalmente, por lo que Ignacio María de Álava se trasladó a la
Corte. Tras un periodo de licencia y de permanencia en la Corte, que aprovechó
para contraer matrimonio, se incorporó en 1787,
como Mayor General, a la escuadra de
evoluciones de Juan de Lángara en el Mediterráneo.
En
1791 acude en socorro de la plaza de Orán, al mando del navío San Francisco de
Paula y fue nombrado brigadier el 1 de marzo de 1792, y luego mayor general de
la escuadra mandada por Juan de Lángara,
asistiendo a toda la campaña que en las costas francesas hicieron contra los
convencionales las escuadras combinadas de España e Inglaterra a principios de
1793, y ascendió a jefe de escuadra el 25 de enero de 1794.
La confianza de Godoy en Álava le llevó
a designarle Jefe de la Escuadra de Asia, o del Mar del Sur, en septiembre de
1795. Así, el 7 de septiembre de
1795 se le confirió el mando de una
escuadra –compuesta
de tres navíos y dos fragatas– destinada a dar la vuelta al mundo, con la que salió de Cádiz el 30 de noviembre, tocó
en Lima y en Manila, y tras la firma de la Paz de Amiens (1802), de regreso a
España llegó a Cádiz el 1 junio de 1803. Entretanto había sido ascendido a
teniente general (5 de noviembre de 1802). Dio
la segunda vuelta al Mundo.
Este viaje de regreso, que realizó a
través del Cabo de Buena Esperanza, hace que podamos hablar de una Vuelta al
Mundo de una escuadra española, mandada por Ignacio María de Álava, la segunda
después de la hazaña de la expedición promovida por Fernando de Magallanes y
finalizada por Juan Sebastián Elcano.
El
15 de febrero de 1805 fue nombrado segundo jefe de la escuadra, a las órdenes
de Federico Gravina. Luchó en Trafalgar,
en la que combate en el Santa Ana y dirige la vanguardia de la escuadra
combinada de los dos países aliados. Sostiene la batalla durante 6 horas, al
cabo de las cuales cae gravemente herido. El navío se rinde, pero merced a un
temporal, consigue liberarse.
Batalla Naval de Trsafalgar |
Se le concedió la gran cruz de Carlos
III el 21 de octubre de 1805 y, a la muerte de Gravina, recibió el mando de la
escuadra (9 de abril de 1806). Así,
una vez repuesto de sus heridas pasó a Madrid y se le confió el mando de lo que
quedaba de la escuadra española, sucediendo al difunto Gravina y arbolando
también su insignia en el navío Príncipe de Asturias.
Luchó en la Guerra de la Independencia; fue nombrado gobernador de Cádiz el 6 de diciembre
de 1808 y organizó la defensa naval de esa ciudad por encargo de la Junta
Central. El 18 de febrero de 1810, en la bahía de Cádiz y a bordo del Santa
Ana, firmó su respuesta a los comisionados de Bonaparte que le habían instado a
que cambiase de bando: su posición fue de lealtad a Fernando VII y al Consejo
de Regencia como autoridad legítima, y de confianza en la Nación Británica.
Vocal
del Almirantazgo, fue comandante general del Apostadero de La Habana (26
febrero/1810. Asistió en La Habana a la procesión cívica de la jura de la
Constitución el 21 de julio de 1812, aunque ya había cesado en el Apostadero,
pues el 5 de febrero de 1812 había sido nombrado capitán general del
departamento de Cádiz.
Tras
un periodo de dos años como Comandante del Apostadero de La Habana (26 de
febrero de 1810), donde dejó un feliz e imborrable recuerdo, regresó de nuevo a
Cádiz por disposición de la Regencia como Director del Departamento para la
organización de la defensa de la ciudad. En 1814 fue nombrado de nuevo Miembro
del Consejo supremo del Almirantazgo. En estos años fue también galardonado con
las órdenes, recién creadas, Laureada de
San Fernando y de San Hermenegildo, que se añadían a su condición de Caballero profeso de la Militar Orden de
Santiago (1793) y de Caballero de la Orden de Calatrava.
Panteón de Marinos Ilustres (San Fernando / Cádiz) |
En
1815, siguiendo la tradición de un destacado número de ilustrados de origen
norteño, Ignacio recibió el honor de ser nombrado académico, y posteriormente
consiliario, de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Antes de
morir, todavía ascendió a capitán general de la Armada* (24 de febrero de 1817)
y fue decano del mismo Consejo. Falleció en Chiclana (Cádiz) el 26 de mayo de
1817 y fue sepultado en el Panteón de ;arinos Ilustres de San Carlos en San Fernando de
Cádiz.
* Tras la muerte, el día 20 de febrero
de 1817, del Almirante don Félix de Tejada, la Real Armada Española se había
quedado huérfana de Capitanes Generales, por lo que el día 3 de abril de ese
mismo año, el Rey Fernando VII decide recompensar con la máxima dignidad a don
Ignacio María de Álava.
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