martes, 5 de enero de 2021

Pío Baroja... y su relación con Viena Capellanes

 

Los hermanos Pío y Ricardo Baroja se hicieron cargo de Viena Capellanes durante dos décadas, negocio fundado por su tío abuelo. En Viena Capellanes se organizaron tertulias literarias a la que asistían, entre otros, Azorín y Valle-Inclán.

Pío, uno de los grandes exponentes de la llamada Generación del 98, conocido por su producción novelística, entre la que destacan títulos como Memorias de un hombre de acción (1935) y Zalacaín el aventurero (1908), que fue llevada al cine. La obra de Baroja combina tanto novela como ensayo y memorias. Memorias de un hombre de acción apareció en forma de 22 volúmenes a razón de uno por año entre 1913 y 1935. Además, Baroja agrupó su obra en varias trilogías, como Tierra vasca o La juventud perdida.

 La historia de Viena Capellanes y Pío Baroja

Viena Capellanes nació en 1873, cuando el empresario Matías Lacasa, introductor en España del pan de Viena, puso en marcha una tahona en el edificio de los “Capellanes” en la actual calle Maestro Victoria. Como Lacasa no tenía hijos, a su fallecimiento dejó en herencia su negocio a los sobrinos de su mujer, los hermanos Baroja.

En 1873, Matías Lacasa, un industrial afincado en Madrid obtuvo el privilegio de invención otorgado por la Oficina de Patentes (entonces conocida como Real Conservatorio de Artes), que le confería la exclusiva de la fabricación del pan de Viena en la capital durante diez años. La introducción de este tipo de pan, que el industrial había conocido en la capital austriaca durante una visita que hizo a la Exposición Universal, suponía una novedad en España. Se trataba de un pan más fino que el candeal, que era el de consumo habitual, y pronto se convirtió en un “pan de lujo” que tuvo gran aceptación. Con dicho privilegio bajo el brazo, el industrial Matías Lacasa y su esposa, Juana Nessi, pusieron una tahona en la actual calle de la Misericordia, que era conocida entonces como de Capellanes porque ahí estaba la residencia de los capellanes de la Casa Real. Así, el público de Madrid iba a comprar el pan de Viena a Capellanes y de ahí le quedó el nombre para toda la vida. 

Como el matrimonio no tenía hijos, cuando el industrial murió, su mujer decidió llamar a sus sobrinos, Pio y Ricardo Baroja, para que la ayudaran a seguir con el negocio. Y así fue durante algunos años en que, a pesar de las dificultades económicas y de la diversidad de intereses de los dos hermanos, la empresa salió adelante y se abrieron varias sucursales.

El contacto con la gente le sirvió en gran manera para sus obras literarias. Hablaba con todo el mundo, Pío se fue haciendo popular entre la clase literaria del momento y llegaron a formar concurridas tertulias en la panadería en la participaban personajes tan importantes como Azorín y Valle Inclán, entre otros, y pasaban largas horas debatiendo los más variados asuntos.

Pío Baroja, un escritor “de mucha miga, ya se conoce que es panadero” Así le nombraba Rubén Darío, a lo que contestaba don Pío que Darío era escritor “de mucha pluma, se nota que es indio”.

Pío y Ricardo Baroja estuvieron al frente de la tahona mientras se forjaban su carrera como escritor y pintor respectivamente, hasta que decidieron venderla a un joven que recién llegado a Madrid de su Galicia natal había sido contratado como recadero, Manuel Lence.

Pio Inocencio Baroja y Nessi nació en San Sebastián (Guipúzcoa) el 28 de diciembre de 1872. Su padre fue José Mauricio Serafín Baroja Zornoza (Baroja, procede del nombre de la aldea alavesa homónima, un ingeniero de minas al servicio del Estado; hombre inquieto y de ideas liberales que ejerció ocasionalmente el periodismo y su posición de ingeniero de minas condujo a su familia a constantes cambios de residencia por toda España. Su madre Andrea Carmen Francisca Nessi Goñi, nació en Madrid en 1849, y descendía de una familia italiana lombarda originaria de la ciudad de Como, a orillas del lago del mismo nombre.

Su bisabuelo Rafael María Martínez de Baroja y Belloguin probó su hidalguía ante la Justicia ordinaria de Oiartzun (Gipuzkoa)en 1815, y al contraer matrimonio se inscribió como Rafael de Baroja, desapareciendo así definitivamente, en sus descendientes, el Martínez. Juan Martínez de Baroja, vecino de Hormilla (próxima a Nájera, en La Rioja), que sacó ejecutoria de hidalguía, para cambiar de residencia, en el año de 1516, es el primer individuo de la familia Baroja de quien tenemos noticias de modo indubitado.

 Pío Baroja fue, por lo general, un pésimo estudiante; estuvo siempre mucho más interesado en las novelas que en los libros de texto; su carácter arisco y rebelde le perjudicó también en gran manera, pues acabó riñendo con algunos de sus profesores y no despertó simpatías en ninguno. Estudió medicina en Madrid doctorándose en 1893 y, tras un corto periodo como médico rural en Cestona, volvió a la capital iniciando sus colaboraciones periodísticas en diarios y revistas como Germinal, Revista Nueva o Arte Joven, entre otras.

A poco de llegar a Madrid, instalado ya en el negocio, empezó sus colaboraciones en periódicos y revistas; en 1900 publicaba su primera obra, Vidas sombrías, una colección de cuentos que empezó a darlo a conocer. Eran, en su mayoría, relatos escritos en Cestona sobre temas de aquella región y de sus experiencias de médico;

Sigue una etapa de intensa labor que conjuga con viajes por España y Europa. En 1911 publica El árbol de la ciencia. Hasta entonces había publicado ya, además de cuentos, artículos y ensayos, diecisiete novelas que constituyen lo más importante de su producción. Su fama se consolida y su vida se consagra a escribir volviéndose cada vez más sedentaria. En 1935 ingresa en la Real Academia Española, con el discurso titulado La formación psicológica de un escritor. Le respondió, en nombre de la corporación, Gregorio Marañón. Durante la Guerra Civil pasa a Francia, pero en 1940 se instala de nuevo en Madrid. Por sus ideas y por su manera de exponerlas, Baroja fue el literato más discutido y el más atacado de los escritores de su tiempo.


Pío Baroja murió el 30 de octubre de 1956 y fue enterrado en el cementerio civil de Madrid como ateo, con gran escándalo de la España oficial. Entre los que llevaron a hombros su ataúd estaban Ernest Hemingway y Camilo José Cela (deudor enorme de Baroja en su novela “La colmena”), los dos premios Nobel de literatura, los dos grandes admiradores del autor noventayochista.

Biografía y obras

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