Notable militar, caballero de la Orden
de Santiago, comendador de la encomienda de los bastimentos del Campo de
Montiel, capitán, maestre de campo general y capitán general de la costa del
Reino de Granada.
Lope
de Figueroa nació en Guadix (Granada), alrededor del año 1541, procedente de una
familia noble. Su padre era el capitán don Francisco Pérez de Barradas y Atoguia,
alcalde la Peza que, en tiempos de los Reyes Católicos, fue un destacado
oficial de la corte. Como hijo segundo, a Lope de Figueroa –apellido que tomó
de su madre: doña Leonor de Figueroa y Zapata Ponce de León, bisnieta del primer conde de Feria–, tenía dos
opciones: elegir la carrera eclesiástica o la militar, decantándose por esta
última y a los 18 años se fugó a Milán, donde acudió al virrey Fernández de
Córdoba (nieto del célebre Gran Capitán) y le pidió ingresar como soldado en el
Tercio de Lombardía, permaneciendo casi treinta años de su vida al servicio de
los famosos tercios.
Ya
como capitán intervino en la conquista de la isla de los Gelves, en el golfo de
Túnez (1559-60), donde fue hecho prisionero*. Tras unos pocos años de
cautiverio en Constantinopla, junto a su primo Rodrigo de Zapata, también
capitán, fue rescatado por su padre pagando la fuerte suma de 4.000 mil
ducados.
*Su primera gran confrontación con los
turcos empezó mal. En 1560, Felipe II había ordenado al duque de Medinaceli
acometer la conquista de Trípoli, nido de corsarios berberiscos. Después de un
fracaso naval a las puertas de Trípoli, auspiciado por la timidez de Andrea Doria,
Medinaceli arremetió la conquista de la isla de Gelves, al sudeste de Túnez,
donde ordenó levantar un fuerte. Advertida la flota otomana, ésta se presentó
en un plazo de 20 días, sorprendiendo a los españoles aún en los preparativos.
Figueroa, ascendido a capitán por petición del virrey de Milán, participó del
desastre de Gelves (con 10.000 muertos entre las filas cristianas) y fue
llevado cautivo a Estambul junto a 5.000 prisioneros cristianos.
El
mismo año de su liberación tuvo tiempo de socorrer Orán, la principal ciudad
española en África, que permanecía asediada por piratas argelinos. Al año
siguiente colaboró en la toma del islote de Vélez de la Gomera liderada por
García de Toledo. Así,
participó como capitán del Tercio de Sicilia en la toma del Peñón de Vélez de
la Gomera (1564) y aquel mismo año, al mando de 300 arcabuceros, intervino en
la conquista del castillo de Istria en la localidad corsa de Sollacaro, y al
año siguiente en el socorro de Malta**, distinguiéndose en el ataque a la torre
de Falca.
**Después de ser expulsada de Rodas, el
rey Carlos I había cedido a la belicosa Orden de los Hospitalarios la isla de
Malta para que hostigara a la flota turca. En 1565, Solimán el Magnífico
desplegó 175 galeras, 200 naos y 40.000 soldados con la intención de reducir a
cenizas la base cristiana, fracasando en el intento.
La heroica defensa orquestada por el
gran maestre de la orden, Jean Parrisot de La Valette, retrasó la conquista lo
suficiente como para que el virrey de Sicilia, García de Toledo, pudiera
preparar una fuerza de socorro. Así, los tres meses y con la isla a punto de
claudicar, una escuadra de galeras a cargo del almirante Álvaro de Bazán rompió
el bloqueo marítimo y consiguió desembarcar a 10.000 españoles, dirigidos por
Álvaro de Sande. Los castellanos cayeron sobre las filas musulmanas antes de
que estas pudieran percatarse de su superioridad numérica, y los hicieron huir.
Las
tropas españolas, con Lope de Figueroa a la cabeza de una compañía del tercio
de Sicilia, emprendieron camino a Flandes en 1568, donde el Duque de Alba
planeaba utilizarlas contra los rebeldes. Ya en Flandes, al mando de una
compañía de arcabuceros en la vanguardia del Tercio de Sicilia, Figueroa intervino
destacadamente en las batallas de Jemingen, Maatrich, Mons y en la de Jodoigne,
servicios que le valieron la felicitación del rey Felipe II y una pensión
vitalicia de 400 ducados anuales. Con el favor real, Lope de Figueroa pidió un nuevo
destino, para sofocar el levantamiento de los moriscos en Granada***. Don Juan
de Austria, junto a Luis de Requesens, fue puesto al mando de tropas llegadas
de Italia. Lope de Figueroa, «atendiendo a la experiencia que tiene de las
cosas de la guerra», solicitó el mando de uno de esos tercios.
Desde 1567, Felipe II se había propuesto eliminar los resquicios musulmanes de «la diócesis menos cristiana de toda la cristiandad». Carlos I había otorgado una prórroga de 40 años a los moriscos de Granada para abandonar sus prácticas islámicas. Pero cerca de vencer el plazo, seguía predominando la costumbre árabe en ciertas regiones granadinas, y la connivencia con los turcos abría la posibilidad de un ataque en suelo patrio.
Siendo
maestre de campo (MdC) de su tercio, llamado “de Figueroa” o también “de
Granada”, combatió para sofocar el levantamiento de La Alpujarra (1568-1570)
llevando a cabo destacadas acciones en Galera, Purchena, Huécija, Tíjola,
Andarax y Serón, donde recibió un balazo en una pierna que lo dejó medio cojo.También
Don Juan de Austria fue herido en esta refriega, y solo gracias al sacrificio
de Luis de Quijada —su antiguo ayo— pudo salvar la vida. Pese a las
complicaciones, en marzo el Tercio de Figueroa tomó Tíjola, y para agosto la
guerra terminaba. A la espera de un nuevo destino, Figueroa fue nombrado jefe
de los presidios de la Costa de Granada con la misión de capturar y evitar la
huida de los moriscos hacia África.
De
La Alpujarra pasó a Italia en 1571, siendo decisiva su participación desde la
galera real, junto a Miguel de Moncada y Bernardino de Cárdenas, en la batalla
naval de Lepanto (Don Juan de Austria fue puesto a la cabeza de la Santa Liga
(formada por España, Venecia y el Papa), que se proponía hacer frente a la
flota otomana), inclinando la victoria del lado de la Liga Santa.
Don
Juan de Austria, el nuevo gobernador de Flandes, ordenó el regreso de los
tercios españoles y Figueroa partió de Milán el 22 de febrero de 1578, llegando
cerca de Namur el 13 de abril, Figueroa pasó los siguientes tres años
combatiendo a los holandeses, bajo el mando de Alejandro Farnesio, ante la
muerte el 1 de octubre de 1578 del hijo de Carlos I. en 1582, su actuación en
la batalla de la isla Terceira (archipiélago de las Azores) a las órdenes de
Álvaro de Bazán, desde la galera San Mateo, fue decisiva.
Escudo del Marquesado de Cortes de Graena, otorgado
en 1683 a Antonio Lope Pérez de Barradas, heredero de los servicios prestados a
la corona por Lope de Figueroa.
La familia Pérez de Barradas es un linaje andaluz de origen portugués que se estableció en Guadix después de la reconquista de la ciudad por los Reyes Católicos en 1489. En 1683, don Antonio Lope Pérez de Barradas y Aguayo Portacorrero obtuvo el Marquesado de Cortes de Graena. Mas adelante, este marquesado se uniría al de Quintana de las Torres y al de Peñaflor, estableciéndose en Écija (Sevilla). Don Lope de Figueroa dejó de heredero de sus bienes a su hermano Don Fernando Pérez de Barradas y Figueroa, heredero del mayorazgo. Tuvo una hija, doña Jerónima, que fue monja.
Murió el 28 de agosto de 1585 en Monzón de Aragón, cuando formaba parte del séquito real alojado allí para celebrar las Cortes del Reino de Aragón, a causa de un brote de peste que apareció en la villa y causó más de 1.500 víctimas. Según había dispuesto, sus restos se depositaron en el Monasterio de San Francisco y unos meses después son llevados a Guadix y depositados en la iglesia de San Francisco.
Los
títulos que poseía Figueroa y que había conseguido en sus múltiples campañas
fueron: “Comendador de la Encomienda de Bastimentos del Campo de Montiel,
Capitán General de la Costa del Reino de Granada, Maestre de Campo General de
la Isla Tercera, Islas Azores, Caballero de Avito de Santiago” (Testamento de
1585). Hay que añadir el de Maestre de Campo del Tercio de Figueroa, actual
RIMZ. “CÓRDOBA” Nº 10.
Su
figura llegó a ser tan importante en el siglo XVI y el siguiente, que fue uno
de los personajes predilectos para las obras de teatro de los escritores más
famosos del Siglo de Oro español
Figueroa fue recordado por la inmortal Lepanto y por la célebre obra de teatro “El Alcalde de Zalamea”, donde su autor Calderón de la Barca –que también combatió en los tercios– le pone como el clásico capitán de humor amargo. Desde 1572 y hasta 1575, Miguel de Cervantes sirvió como soldado aventajado en el tercio de Figueroa, que tras Lepanto tomó el nombre de Tercio de la Sacra Liga, al integrarse al mismo la compañía del capitán Manuel Ponce de León en la que estaba enrolado.
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