jueves, 12 de diciembre de 2019

Ángel de los Ríos y de los Ríos. Escritor, académico, genealogista e historiador



Jurista y escritor, tuvo una vida agitada y fecunda, dedicando parte importante de su actividad a la investigación histórica, en la que manifestó una extraordinaria erudición. Más conocido por el 'Sordo de Proaño', o quizás porque José María de Pereda inmortalizó el lugar en su novela 'Peñas Arriba'.



Nacido en familia hidalga, en Proaño, (Campoo de Suso) el 20 de febrero de 1823, era hijo de don Ángel de los Ríos Mantilla, el señor de la torre de los Ríos en Proaño y de doña Inés de los Ríos y Muñoz de Velasco, perteneciente a la Casona de Naveda, vivió treinta años en el lugar, desde 1857, cuando regresó al pueblo tras ocupar importantes cargos en la administración pública de Burgos y Salamanca y ejercer de periodista en Madrid, en el rotativo 'La Esperanza'. 

Siendo ya mayor, sesentón, casó con su criada: Secundina Rodriguez, con la que había tenido dos hijos antes del matrimonio, el primero en 1888, ambos muertos sin descendencia. Ángel falleció repentinamente, cuando iba a caballo por un prado al lado de la casa llamada Traslatorre, en el mismo lugar donde nació, el 3 de agosto de 1899.

Torre de Proaño
Don Ángel de los Ríos llegó a la Real Academia de la Historia el 26 de enero de 1866, día de su elección, a propuesta de la Comisión Mixta de la Institución, dando las gracias por la “honra recibida” desde Madrid y leídas el 9 de marzo del mismo año. Ocupó la categoría de Académico Correspondiente que institucionalizó por Real Orden el Rey Carlos III el 26 de abril de 1770 para todos los ilustres historiadores que no residieran en Madrid.

Fue Ángel de los Ríos de los Ríos un académico entregado a las tareas que le encomendó la institución. En su expediente y en numerosas actas de la Real Academia se relacionan muchas de sus comunicaciones, siendo el impulsor de las primeras excavaciones en Julióbriga donde encuentra monedas, medallas y diversos objetos que fue donando a la Academia de la Historia, que en agradecimiento le recompensa mandándole los libros que vaya publicando o que ya publicados tengan en existencia, lo cual le permite tener una excelente biblioteca histórica. Sus  hallazgos arqueológicos, inscripciones, monedas y otros muchos objetos ponen de manifiesto  su actividad incansable y muy eficaz en los 33 años que ostentó el honor de Académico de la Real de Historia, una etapa muy fructífera.

Por su expediente en el Archivo de la RAH sabemos que el 16 de abril del año 1866 –el de su elección- se elevó a la Dirección General de Instrucción Pública un informe de la Academia sobre la publicación de su obra El Libro Becerro de Behetrías, y más adelante, en junta del 27 de dicho mes y año, leyó don Ángel de los Ríos en la sede de la docta casa un trabajo sobre el autor de la Crónica del Rey don Alfonso XI.

En 1869 escribió y presentó a la Academia su trabajo titulado “La verdad sobre la rebelión de don Sancho “el Bravo”, contra su padre don Alfonso El Sabio, rey de Castilla y Emperador de Alemania”. Elaboró títulos de gran interés, entre los que destaca por su interés histórico-regional el referido a los  Campamentos romanos en Julióbriga, publicado en el Tomo XIV Boletín de la Real Academia de la Historia del año 1889. Otros trabajos reconocidos por la Real Academia llevan por título "El origen de los apellidos castellanos" y "Las behetrías o fueros castellanos", publicados en 1871 y  1876, respectivamente.

Ya para entonces, en 1856, había traducido Los Edas del escandinavo antiguo; trabajo por el que el Rey de Suecia le concedió una alta distinción. Otro trabajo importante de su autoría se refiere a Colón y los montañeses en el descubrimiento de América, editado en 1892, con motivo del IV Centenario.

En reconocimiento a su dedicación al progreso de su tierra, la Diputación Provincial le nombró Cronista Oficial de Santander.

Nota: En la biblioteca de don Ángel de los Ríos en su Casa de Proaño destacaban los 50 tomos de "La España Sagrada" del P. Florez de Setién y Huidobro, uno de los cuales con sus teorías sobre las fuentes del Ebro, sirvió de base para recuperar  el nombre de Cantabria, contando con el dictamen favorable de la Real Academia de la Historia.

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