sábado, 22 de febrero de 2020

Martín García Óñez de Loyola, Militar y Gobernador del Reino de Chile. Capturó a Túpac Amaru



Conquistador y funcionario colonial que participó en importantes acciones militares y ejerció altos cargos políticos en el Virreinato del Perú. Fue Gobernador en Potosí y Chile, y murió en este último país en los combates contra los araucanos (mapuches).


La fama, el prestigio y la riqueza le llegaron gracias a su actuación militar en contra de una sublevación indígena en 1572, en la que capturó a Túpac Amaru, por la cual se le premió con un repartimiento de indígenas y la designación como corregidor en varios pueblos del virreinato.

Martín nació en 1549 en Azpeitia (Guipúzcoa), en el seno de una rica familia hidalga vizcaína, y murió en 1598 en Curalaba (Chile) en los combates contra los araucanos. Sus padres fueron Martín García de Loyola y Araoz, caballero de Santiago, y María Nicolasa de Oyanguren. Al crear su abuelo el mayorazgo de Oñaz y Loyola, dejó toda la fortuna al primogénito, Beltrán de Oñaz, tío de Martín.

Martín y su esposa la princesa inca Coya
 Martín era sobrino-nieto de San Ignacio de Loyola (Santo y fundador de la compañía de Jesús, abrazó pronto la carrera militar y fue caballero de la Orden de Calatrava. A los 19 años marchó al Perú como acompañante de otro tío suyo famoso, don Francisco Álvarez de Toledo, nombrado Virrey de dicho territorio, en calidad de capitán de su guardia. Allí llevo una vida de soldado hasta el año 1572, cuando formó parte de la tropa de don Martín Hurtado de Arbieto, enviada por el Virrey a Vilcabamba para someter al inca rebelde Túpac Amaru, sucesor de Tito Cusi Yupanqui, el último descendiente de los incas que mantenía resistencia a la dominación extranjera.

Los españoles cayeron sobre la ciudad indígena, pero Túpac Amaru logró escapar y buscar refugio en los montes. Allí le sorprendió un pequeño destacamento mandado por Martín Óñez de Loyola. El famoso Inca fue apresado y conducido a Cuzco, donde se le ajustició ante una aterrorizada multitud de indios. Esta acción le valió gran renombre y el Virrey permitió, en recompensa, su matrimonio con la sobrina del propio Túpac Amaru, que fue bautizada como doña Beatriz Clara Coya, heredera del señorío de Urubamba. La ceremonia se celebró en Cuzco, posiblemente en la iglesia de la Compañía de Jesús, donde se conserva un cuadro colonial sobre dicho asunto. De su matrimonio con la princesa tuvo una sola hija, Ana María Lorenza García Sayri Túpac Óñez de Loyola, quien tras su matrimonio con Juan Enríquez de Borja, hijo del marqués de Alcañices, recibió en 1614 el título de Marquesa de Santiago de Oropesa.

Entre el señorío de Urubamba heredado por su nueva esposa y las tierras y los bienes que le fueron concedidos por sus servicios, el matrimonio acumuló una gran fortuna, sustentada y ampliada además porque García Oñez de Loyola fue nombrado gobernador de Potosí en 1578, cargo que desempeñó a la par que se ocupaba de sus propios negocios.

En 1591 se le otorgó el cargo de gobernador y adelantando del Río de la Plata, que requería la presencia de un militar, pero postergó el inicio de esa actividad por retrasos en la aprobación eclesiástica de su matrimonio. Poco después, el rey Felipe II le confirió el mando de la difícil capitanía general de Chile y hacia allí marchó, para recalar en Santiago en septiembre de 1592 después de partir del puerto de El Callao y seguir la ruta marítima marcada con anterioridad por el piloto Juan Fernández. Nombró secretario a Domingo de Eraso, sargento mayor a Miguel de Olaverría, y obispo electo de Santiago a fray Pedro de Arzuaga, todos ellos de origen vascongado.

La Guerra de Arauco y la aparición de corsarios ingleses entre ellos Richard Hawkins, que fue capturado en 1594  y enviado a España para cumplir condena, lo que detuvo por un tiempo la navegación corsaria por estos mares, en las costas de Chile fueron las principales preocupaciones del nuevo Gobernador.

Por otra parte, la situación de la guerra de Arauco** era insostenible y el nuevo Gobernador decidió, consciente de sus escasas fuerzas, afrontarla mediante una campaña pacificadora con los mapuches o araucanos, consistente en devolver a todos los indígenas que apresaba con regalos, a cambio de prometer que no volverían a tomar las armas contra los españoles. La paz aparente de Arauco le permitió realizar algunos avances. En mayo de 1594, estableció el fuerte de Santa Cruz, cerca de la confluencia del río Bío Bío con el Laja, con el objetivo de controlar la zona de Catirai y Mareguano. Este establecimiento fue elevado más tarde al rango de ciudad (1595) dándosele el nombre de Santa Cruz de Oñez. A fines de 1594 fundó en la ribera norte del Bio-Bío, el fuerte Jesús. Sin mucha resistencia pudo levantar también un fuerte en Purén con el nombre de San Salvador de Coya.



**Los mapuches, o araucanos (nombre dado por los españoles a los indígenas que habitaban región de Arauco o Araucania) son un pueblo amerindio que habita principalmente en el sur de Chile y Argentina.

Pero el conflicto araucano seguía inacabable, sobre todo tras la rebelión del cacique o toqui Pelantaro, al que siguieron muchos naturales. Aunque era muy difícil, Martín recibió el refuerzo de un par cientos de soldados del Perú, al que sumó otros del propio Chile. Se encontraba el gobernador en La Imperial*, Chile, cuando le llegó la noticia de que en Angol los mapuches habían reanudado sus ataques, por lo que partió el 21 de diciembre de 1598 con 300 hombres, entre ellos 50 jinetes, al lugar, dispuesto a terminar con la insurrección

Al segundo día de marcha encontraron un sitio llamado Curalaba (piedra partida), a orillas del río Lumaco, encajonado en este lugar por altas barrancas, donde descansaron, confiados en su superioridad militar, sin tomar ninguna medida de precaución para evitar un ataque. En la noche del 23 al 24 los indígenas se acercaron al campamento, y al trueno de sus gritos y cuernos se lanzaron al ataque de los españoles. Óñez de Loyola y dos de sus soldados que estaban a su lado, se defendieron con valor, pero sucumbieron traspasados por las picas de los guerreros mapuches. En el combate murieron casi todos los españoles, con excepción del clérigo Bartolomé Pérez, hecho prisionero, y Bernardo de Pereda, soldado que quedó tirado en el campo de batalla con 23 heridas en el cuerpo. Los mapuches iniciaron entonces un levantamiento general que terminó con todas las ciudades al sur del río Bio-Bio. Guardaron la cabeza de Óñez de Loyola y entregaron el cráneo (utilizado como recipiente ceremonial) años más tarde al gobernador Alonso García de Ramón.

La magnitud de levantamiento, la destrucción causada y las medidas que se tuvieron que adoptar, marcaron, en definitiva, el término de la Conquista de Chile. A excepción de Valdivia, ninguna de las ciudades y fuertes fundados más al sur del Bio-Bío sobrevivió, y los españoles renunciaron a establecerse en aquella región. A principios del siglo siguiente, un nuevo Gobernador, Alonso de Ribera, lograría el establecimiento de una zona de frontera y la creación de un ejército permanente para custodiarla.


* Esta ciudad, destruida pocos años después por la rebelión indígena iniciada en 1598, se encuentra situada en una especie de altiplanicie escalonada que domina la cuenca del río Imperial por el sur y la cuenca de su tributario, el río Damas, por el norte. La meseta presenta paredes relativamente escarpadas, particularmente por la fachada norte, que hacen de ella un lugar con excelentes condiciones defensivas.

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