martes, 18 de febrero de 2020

Presencia de la nobleza no titulada en la historia de España. Tesis Doctoral



Tesis doctoral elaborada por José Manuel Huidobro Moya, para el grado de Doctor en Derecho. Calificación Sobresaliente Cum Laude, por la UNED (17-2-2020)


El 17 de febrero de 2020 realicé la lectura y defensa de mi tesis doctoral, titulada "Presencia de la noblezano titulada en la historia de España", que realiza una aproximación a un tema poco tratado hasta hoy por los historiadores, como es el de la influencia ejercida por la nobleza no titulada, básicamente hidalgos a fuero de Castilla (o infanzones según la denominación recibida en otras regiones, básicamente en Aragón y Navarra), en distintos ámbitos.

En la tesis doctoral se pone de manifiesto como muchos hidalgos jugaron un papel importante y destacaron en sus respectivas áreas de actividad, a la vez que se desmontan algunos de los tópicos sobre los hidalgos pobres y ociosos, muchos de ellos surgidos a partir de la literatura y el teatro del Siglo de Oro.

La metodología ha consistido en plantear el estado de la cuestión, con un estudio de lo que es y significa la nobleza y, dentro de esta, distinguiendo entre la titulada y la no titulada, tanto desde el punto de vista jurídico como el social. Se analiza lo que es la hidalguía, sus presencia geográfica, sus clases y privilegios, las pruebas exigidas por la Reales Chancillerías de Valladolid y de Granada, y por las audiencias del Reino de Aragón en los pleitos de infanzonía, así como el caso particular de Navarra, para demostrar su condición y cómo se obtenían y certificaban; también, el cambio que supuso el paso del tiempo en la percepción de su consideración social, tanto en la Península como en Indias, con las leyes que más les afectaron, teniendo en cuenta la particularidad de Vizcaya y Guipúzcoa, en donde se concedió la Hidalguía Universal en el siglo XVI.

Portada. Más de 700 páginas,
500 referencias bibliográficas  y 1.500 notas.
Para el acceso a ciertos puestos del ejército, la armada, la administración pública, o ciertas instituciones docentes, se exigían pruebas de nobleza –hidalguía– y, durante bastante tiempo, además, pruebas de “limpieza de sangre”, una manera de discriminar entre cristianos viejos y nuevos. Eso hizo que solo los hidalgos y limpios de sangre pudieran optar a ciertos puestos, muchos de ellos segundones que tuvieron que salir del solar familiar para buscarse una manera de vivir, bien emigrando al Nuevo Mundo, ingresando en el ejército, en el clero, o acudiendo a la universidad para después optar a los puestos que se ofrecían en la Administración Real y, en algunos casos ser recompensados con un título del Reino, mientras que aquellos pertenecientes al tercer estamento, el pueblo llano, los buenos hombres pecheros, se vieron relegados a permanecer en sus oficios tradicionales; agricultura, comercio o artesanía, sin posibilidades apenas de progresar, aunque algunos lograron, por su riqueza, alcanzar un estatus superior.

A finales del siglo XVIII, dado el alto porcentaje de hidalgos, que no pagaban pechos y despreciaban los trabajos manuales, impropios de la nobleza, el rey ilustrado Carlos III, el 18 de marzo de 1783, publica una Real Cédula sobre la habilitación para obtener empleos de república, en la que declara que es honrado y honesto ejercer oficios artesanos, hasta entonces considerados viles.

Por otra parte, aún existe una serie de tópicos que pocas veces se correspondía con la realidad, pero muy extendidos ente la población acerca de la hidalguía y los hidalgos, quizá influida por la literatura y el teatro satíricos del Siglo de Oro, en donde El Quijote (el hidalgo por excelencia, pobre pero honrado), de Cervantes, es la obra más representativa, pero también en otras, que promovieron el estereotipo del hidalgo pobre en muchos casos, dedicado al ocio pero presumiendo de nobleza, sin ningún otro beneficio ni interés que el de pavonearse de su hidalguía. Esto, se demuestra que no fue así, se desmontan los tópicos, y se muestra que los hidalgos, que en algunos momentos supusieron casi el 8% de la población, han sido fundamentales y pieza clave en la historia y desarrollo social y económico de España en los cinco últimos siglos.

A mediados del siglo XIX, con la desaparición de la Sociedad Estamental, tras las Cortes de Cádiz, y la llamada Confusión de Estados, la nobleza pierde los privilegios de que gozaba, como estar exentos de pagar impuestos y ser jueces en sus tierras, lo que vino a marcar, como efecto colateral, el declive de la pequeña nobleza; se expone el estado actual en que se encuentra la nobleza.

Tras ello, se estudian una serie de hidalgos, clasificados en nueve categorías: militares; conquistadores; marinos; descubridores y exploradores; religiosos y teólogos; cortesanos, políticos y gobernadores; juristas; escritores e historiadores; científicos, artistas y empresarios (una categoría amplia en la que se incluyen inventores, arquitectos, médicos, ingenieros, y pintores, entre otros), resaltando sus logros más importantes, además del contexto en los que estos tuvieron lugar. Algunos de ellos promocionaron socialmente, escalando puestos y llegando incluso a obtener títulos nobiliarios, bien por méritos de servicio, o venalmente, por compra directa, buscando su consolidación social, de ellos y de sus familias

Calificación del Tribunal: "Sobresaliente Cum Laude"
Se puede afirmar que, casi con toda probabilidad, en un alto porcentaje, cualquiera que alcanzase un puesto destacado, era de origen hidalgo, pues estos eran los que tenían más posibilidades, disposición, formación e influencias para alcanzarlo. 

Se pone de manifiesto que, en un momento histórico pasado, los hidalgos dieron a la nación española momentos de gloria y heroísmo, y demostraron con sus actos y vida, con su valor y su honor, con su trabajo y esfuerzo, ser verdaderos ejemplos para la sociedad del momento, contribuyendo al desarrollo económico y social, así como a la expansión de nuestra cultura por el mundo, manteniendo un gran imperio durante varios siglos.

En la actualidad, la hidalguía sigue existiendo (de hecho, la vía jurisdiccional ha reconocido expresa o implícitamente la existencia y vigencia de la nobleza de sangre en varios casos), aunque no es reconocida oficialmente por la Administración Pública; y la Nobleza Titulada (que si lo es), como tal, es una mera condición honorífica, sin ningún otro privilegio.

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