Defensor de las ideas de la
ilustración. Amigo de Jovellanos y protegido de Godoy, logró sus mejores éxitos
en el campo teatral. De los primeros años del siglo XIX datan sus mejores
comedias, en las que critica las costumbres de la época y la hipocresía social,
siendo su mejor obra “El sí de las niñas”.
Retrato de Leandro Fernández. de Moratín, por Goya, 1799 |
Hijo
de Nicolás Fernández de Moratín, de
familia noble de Asturias, y de Isidora Cabo Conde. Su padre Nicolás,
poeta, dramaturgo y abogado, nació en Madrid el
20 de julio de 1737; hijo de don Diego, natural de Madrid y doña Inés González Cordón,
natural de Pastrana (Guadalajara), de honrada familia de labradores de la misma
villa. En realidad, fue su bisabuelo, Domingo Fernández de Moratín, quien
procedía de Asturias, de la localidad de Moratín, en el municipio de Salas, de
donde se trasladó a vivir a Madrid en 1650.
Su
abuelo, don Diego, era jefe de guardajoyas de la reina Isabel de Farnesio, la cual,
muerto su esposo Felipe V, se retiró, acompañada de su hijo Luis, al sitio de San
Ildefonso, en donde permaneció durante el reinado de Fernando VI. Allí recibió
Leandro su primera instrucción y manifestado su talento, muy superior al de sus
otros hermanos, quiso su padre que siguiera la carrera de las letras, y le
envió a estudiar filosofía al colegio de los jesuitas en Calatayud. Pasó
después a la Universidad de Valladolid a estudiar Leyes, alternando las
lecciones de la escuela con la amenidad de los poetas clásicos griegos y
latinos.
A
los cuatro años fue atacado de unas viruelas malignas que después de ponerle al
borde de la muerte, le dejaron desfigurado y, desde entonces, perdió su genio alegre,
bullicioso y amable con todos y volvióse tímido, receloso y taciturno:
calidades que no tuvieron corta influencia en los sucesos del resto de su vida.
Moratín se dio a conocer como poeta con
el romance heroico en endecasílabos La toma de Granada, premiado por la Real Academia Española en 1779; en
1782 volvió a ser premiado por Lección poética. Sátira contra los vicios
introducidos en la poesía española, escrito en tercetos y que le sirvió para
atacar al teatro barroco.
En
1787, gracias a su amistad con Jovellanos,
viajó por Francia y el Reino Unido, como secretario de Francisco Cabarrús. político y economista de ideas avanzadas. Tras
regresar a España, sus constantes peticiones de ayuda económica consiguieron
del ministro Floridablanca un
modesto beneficio y se ordenó de primera tonsura. Más tarde, y gracias a la protección del favorito de Carlos IV Manuel Godoy, obtuvo otras rentas
eclesiásticas, todo ello sin una vinculación real con la Iglesia, y como
resultado de su insistente actividad como «suplicante».
Como amigo de Jovellanos y protegido de
Godoy, logró sus mejores éxitos en el campo teatral. Intentó introducir en España los moldes del teatro
neoclásico francés, es decir, las tres unidades de tiempo, lugar y acción, y la
finalidad moralizante, aunque no llegaron a calar entre el público. Su primera comedia fue El viejo y la niña
(1790), que apenas tuvo éxito, aunque éste le llegaría tan sólo dos años más
tarde con La comedia nueva o el café.
Después de su éxito, emprendió un nuevo viaje por Europa (1792), decisivo en su
experiencia personal y artística.
En París tuvo ocasión de vivir los
sucesos revolucionarios que le
conmovieron, y en el Reino Unido entró en contacto con la obra de Shakespeare, autor que por entonces era
prácticamente desconocido en España. Luego continuó viaje por los Países Bajos,
Alemania, Suiza e Italia, desde donde regresó a España a finales de 1796. En 1878 tradujo Hamlet, la primera
versión española directa del inglés.
De los primeros años del siglo XIX,
datan sus mejores comedias, escritas con un perfecto dominio del castellano, y
en las que critica las costumbres de la época y la hipocresía social: El barón,
La mojigata y El sí de las niñas (1806), esta última considerada como su mejor obra y el mejor logro español
dentro de la corriente de comedia de salón dieciochesca, que arranca con
Molière.
Nombrado
secretario de la Interpretación de
Lenguas y miembro de la Junta de Teatros, abandonó sus cargos cuando se
produjo el levantamiento popular de 1808 contra la invasión napoleónica. Así, en 1808, a la caída de Godoy, tomó partido
por los franceses y llegó a ser nombrado, en 1811, bibliotecario mayor de la
Real Biblioteca por el rey José Bonaparte. A partir de entonces fue tachado
de «afrancesado», y como la mayoría
de ellos, abandonó la capital a raíz de la retirada de las tropas francesas, refugiándose
en Valencia, Peñíscola y, más tarde, en Barcelona, al producirse el cambio
político.
Moratín fue caballero de la “Real y
Militar Orden de España”, instituida por José Bonaparte en Vitoria el 20 de
octubre de 1808, se llamó inicialmente Orden Militar de España y con ella quiso
sustituir la de Carlos III, como premio "al valor y a la fidelidad
militares". Sus colores hicieron que el pueblo la conociese como
"Orden de la Berenjena". Era una especie de "Legión de
Honor" española, consistente en una estrella de rubí de cinco puntas sobre
un soporte de plata en forma de rayos.
En
1812 dio al teatro una traducción de La
escuela de los maridos, de Moliere, autor a quien profesaba el más profundo
respeto, obra, que pesar del mal humor reinante, fue aplaudida. Ese mismo año
las fuerzas francesas, de resultas de la derrota de Arapiles (Salamanca),
tuvieron que abandonar la capital y retirarse a Valencia. En 1814 escribió, con el
título de El Médico a palos, con alteraciones
importantes bien meditadas, una traducción de la comedia de Moliere, que fue representada en el teatro de Barcelona, en diciembre.
Retrato de Moratín, 1824. Bilbao, Museo de Bellas Artes |
No obstante la ausencia de cargos contra él, en 1818 decidió dejar España y pasar a Francia, cuya cultura admiraba profundamente. En Burdeos se reencontró con el ya anciano y amargado Goya, quien hizo de otro un magnífico retrato (1824). El primero, de 1799, se conserva en la Academia de San Fernando, en Madrid (Moratín lo legó a la Academia, en cuya colección ingresó el 2 de enero de 1829). La muerte le sorprendió en París, donde se había establecido, por sufrir una grave enfermedad, el 21 de junio de 1828, el mismo año en que fallece su amigo Goya, conocido suyo de muchos años.
En
1825 se editaron en esta ciudad sus Obras dramáticas y líricas y, póstumamente,
su ensayo Orígenes del teatro español, en el que indaga en la evolución del
teatro en España, y su epistolario. Sus Diarios hubieron de esperar casi siglo
y medio a ser publicados, pues no vieron la luz hasta 1968.
Para
saber más:
Lo que se dice un intelectual de salón. Como todos o casi todos los afrancesados.
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