viernes, 13 de marzo de 2020

Dolores Quiroga y Capopardo. La Monja de las Llagas



Sor Patrocinio, religiosa Concepcionista, consejera de la reina Isabel II.

Difamada monja, que fundó 19 conventos, colegios para niñas pobres, a la que se apareció la Virgen –como aprobó el Papa Gregorio XVI–, que tenía llagas, certificadas por el médico más prestigioso de la época, además de otros dones, y que, sin apenas educación, escribió varias novelas.

Con la Virgen de Olvido, Triunfo y Misericordia
María Josefa de los Dolores Anastasia Quiroga y Capopardo (sor Patrocinio) nació el 27 de abril de 1811, en San Clemente (Cuenca).Su padre, Diego Quiroga y Valcárcel, natural de San Vicente Deade (Lugo), administración de rentas de la Casa Real, era caballero palatino de Fernando VII; la madre, Dolores Capopardo del Castillo, natural de San Clemente, donde tenía casa solariega. Fueron  sus  abuelos paternos Fernando de Quiroga y Bussón y Manuela Valcárcel de la Torre, ambos naturales de San Vicente Deade, y maternos José Capopardo y Villanueva y Ramona del Castillo y Paños.

Sus padres, de ascendencia noble (hidalgos), prestaban servicio en la Corte real y tuvieron que salir huyendo de Madrid a causa de la Guerra de la Independencia y persecución política, y en la huida dio a luz en San Clemente, donde se dirigía para refugiarse.

Era una niña preciosa pero desdichada porque a la madre la situación la superó y rechazó a su propia hija, la abandonó en el lugar dejando a la recién nacida con los dueños de la Venta del Pinar. Les aseguró que su marido llegaría en unos días y recogería a la niña, como así sucedió.

En 1823, la familia se trasladó a Madrid tras haber fallecido el padre, y, en 1826, la joven Dolores ingresó en el Convento de las Comendadoras de Santiago, de carácter aristocrático, como era la familia de la postulante, protegida por la condesa-duquesa de Benavente y la marquesa de Santa Cruz. El 19 de enero la nombraron monja y cambió su nombre a María Rafaela de los Dolores y Patrocinio.

Ya en la infancia, había tenido vivencias místicas desacostumbradas y éstas se acentuaron al hacer vida conventual, en términos que le procuraron renombre en Madrid. No era menos famosa la belleza de la joven y consta que el abogado y político liberal Salustiano Olózaga se prendó de ella. Rechazándolo desde el primer momento, la novicia tomó el hábito en el Convento de Caballero de Gracia, más rígido que el anterior, en 1829, y en el siguiente año profesó en él.

Convento de Caballero de Gracia (Madrid)
A partir de este momento fueron notorias sus experiencias sobrenaturales. Dos meses después de profesar, se le imprimió en el costado una llaga semejante a la de Jesucristo y en las semanas siguientes se le abrieron otras en manos y pies, que se mantendrían durante toda su vida y justificarían su sobrenombre de Monja de las Llagas. Estos estigmas iban acompañados de visiones, éxtasis, profecías y otros portentos, entre los cuales se cuenta la aparición en 1831 de la Virgen del Olvido a sor Patrocinio, venerada hoy en el convento del Carmen de las concepcionistas franciscanas de Guadalajara, donde también reposan sus restos.

Dentro de la oleada de quema de conventos y matanza de religiosos, en 1835 el juez Manuel Cortázar procesó y encarceló a la monja. Tras un año de arresto arbitrario, fue recluida en las Recogidas y en 1837 salió desterrada hacia Talavera de la Reina y luego fue trasladada a Torrelaguna. En 1839 la religiosa escribió su Ejercicio mensual a María Santísima del Olvido, Triunfo y Misericordias, que sería editado en 1860 a costa de la Reina y ha sido reimpreso en 2004.

Sor Patrocinio con la reina Isabel II
Desde su juventud, Isabel II se había interesado, junto con su hermana Luisa Fernanda, por la figura de sor Patrocinio y en 1844, la reina gobernadora María Cristina y sus dos hijas fueron a visitarla en el Convento de La Latina, tras habérsele permitido regresar a Madrid. La religiosa aconsejó por escrito durante años a la Soberana que se reconciliase con su consorte, Francisco de Asís; los enemigos de este incriminaron de oscuros manejos a la monja, así como más tarde al padre Antonio María Claret, confesor de la Reina.

El 7 de febrero de 1849 sor Patrocinio fue elegida abadesa en el Convento de Jesús y fue luego desterrada a Badajoz por Narváez. Dos años después regresó a Madrid y en 1852 sufrió su primer exilio en Francia, durante un año.

Se repitieron luego los destierros dentro de España, al compás de las vicisitudes políticas, que no privaron a la religiosa de fundar nuevas comunidades en Torrelaguna, Aranjuez, El Pardo, El Escorial, Lozoya, Manzanares, Guadalajara, y reformar otras como las de Corral de Almaguer, Puebla de Alcocer, Almonacid de Zurita, Cabeza del Buey y Granada. A la hora de su muerte pasaban de 19 los conventos reformados o fundados.

En 1868 la Revolución Gloriosa la desterró a Francia, donde pasó tres años. Estas penalidades se sumaron al deterioro creciente de su salud. En 1877 se estableció definitivamente en el Convento de Concepcionistas Franciscanas que había fundado en Guadalajara. En todo este tiempo no cesaron las vivencias sobrenaturales de sor Patrocinio ni su correspondencia con la reina Isabel II, llena de piadosas exhortaciones, centradas en el propósito de que rehiciera la convivencia conyugal con Francisco de Asís. Isabel II la visitó en Guadalajara el 26 de marzo de 1880, época de frecuente correspondencia entre ambas.

 
Sor Patrocinio falleció en el Convento de Guadalajara, el 27 de enero de 1891, y en 1907 se abrió el proceso de su beatificación, que se mantiene vivo.

Para saber más

Libro en formato PDF: Vida admirable de la sierva de Dios Madre Patrocinio

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