Una de las figuras centrales de los
acontecimientos que produjeron la emancipación política paraguaya en 1811 es el
burgalés don Bernardo de Velasco y Huidobro, último gobernador colonial español
del Paraguay.
Bernardo Luis de Velasco y Huidobro, perteneciente a una familia noble de prestigio, nació en la localidad castellana de
Villadiego, cercana a Burgos, el 20 de agosto de 1742. Fue uno de los trece
hijos de don Miguel Gervacio de Velasco Fernández de Humada y doña Josefa
Gabriela de Huidobro y Mier. Fue bautizado el 25 de agosto en la Iglesia de San
Lorenzo Intramuros, por un pariente de su madre, el sacerdote Don Pedro de Mier
y Terán. Unía en sí dos apellidos de vieja raigambre: los Velasco, señores de
Villadiego desde 1414, y los Huidobro, que ostentaron importantes cargos en la
villa y uno de cuyos hijos más ilustre fue Fray Enrique Flórez de Setién y
Huidobro.
Don Miguel Gervasio era hijo de Don
Carlos de Velasco y Doña Francisca Fernández de Humada. Estudio Cánones,
obteniendo la Licenciatura. Ejerció provisoriamente como profesor de dicha
materia en la Universidad de Valladolid, en 1738. Fue Abogado de los Reales
Consejos. Ejerció como miembro del Ayuntamiento en representación de los
Hijosdalgos, en 1741 como Regidor y en 1743 como Alcalde. En 1747, ejerció como Procurador General del Estado Noble de la villa.
Doña Josefa Gabriela pertenecía a una familia importante de Villadiego. Sus padres fueron Don Francisco de Huidobro y Velasco, quien fue Alcalde de Villadiego, y Doña Josefa de Mier y Terán González. Falleció entre 1762 y 1766.
Doña Josefa Gabriela pertenecía a una familia importante de Villadiego. Sus padres fueron Don Francisco de Huidobro y Velasco, quien fue Alcalde de Villadiego, y Doña Josefa de Mier y Terán González. Falleció entre 1762 y 1766.
Palacio de los Velasco (Villadiego / Burgos)
Bernardo,
estudioso y de sólida cultura, estudió Matemáticas en Barcelona. De excelente
apariencia física, era de temperamento cortés y afable, además de modesto. Se
inició en la vida militar muy joven, a los 25 años. Participó en varias
campañas guerreras contra los ingleses y los franceses, donde actuó con
eficiencia y valentía, lo que le valió ascensos y honores tras destacarse en la
batalla del Rosellón: teniente de infantería (1793), llegó a ostentar el grado
de brigadier de los reales ejércitos en 1807.
Velasco y Huidobro llegó a la capital
virreinal bonaerense el 5 de enero de 1804 y asumió el gobierno de la recién
creada provincia de Misiones,
prometiendo defender la paz y morir por su defensa, además de fidelidad y
lealtad al monarca español. Como primera acción, recorrió los pueblos de las
antiguas misiones jesuíticas y remitió un informe al virrey sobre la situación
y sus necesidades, especialmente en lo concerniente a defensa militar, dados
los afanes expansionistas lusitanos en la región. Para evitar cualquier ataque
portugués, propuso aumentar la dotación de las fuerzas militares españolas de
la zona, reclutar a criollos y naturales, fundar fortines y adquirir
armamentos. Para una mejor defensa de los territorios a su cargo optó por
soluciones más bien políticas que militares: levantar los poblados en ruina,
incentivar las tareas agrícolas y ganaderas, etc.
Las
constantes quejas contra el gobernador del Paraguay, don Lázaro de Rivera –en
el poder colonial desde 1796–, que si bien al inicio de su administración
realizó diversas medidas en beneficio de la población, después fue cambiando
para ejercer un sistema despótico, abusivo y corrupto. Uno de los que cuestionaban
su labor fue el demarcador Azara, partidario de que los pueblos de las Misiones
y el Paraguay constituyeran una sola gobernación, y en tal sentido aconsejó a
la Metrópoli. Propuso para ejercer la gobernación de ambas provincias al
eficiente gobernador intendente de las Misiones, Velasco, quien demostró
capacidad, idoneidad y honradez y beneficiosos logros.
Carlos IV propuso a Velasco y Huidobro
como gobernador del Paraguay y la
anexión a esta gobernación del territorio de Misiones. El nombramiento se
realizó el 12 de septiembre de 1805 y el 5 de mayo de 1806 se recibió del cargo
de Gobernador Intendente en una solemne ceremonia en el Cabildo, en la que
Lázaro de Rivera –anterior gobernador– le entregó los atributos del poder. De
esta manera, don Bernardo de Velasco y Huidobro, coronel de Infantería de los
Reales Ejércitos de su Majestad, se convirtió en gobernador militar y político,
e intendente de la Provincia del Paraguay y de los Treinta Pueblos de Misiones
de Indios Guaraníes y Tapes del Paraguay y Paraná.
Con la creación del virreinato de
Buenos Aires en 1776 y luego de seis años, en 1782, se estableció un nuevo
sistema administrativo de las provincias españolas de ultramar, con la creación
de las intendencias. Su implementación definitiva llevó más de dos décadas,
cuando se hicieron los últimos ajustes en 1803.
El virreinato del Río de la Plata lo constituyeron las intendencias de Buenos Aires, Cochabamba, La Paz, La Plata, Mendoza, Paraguay, Potosí y Tucumán, además de las gobernaciones militares de Chiquitos, Misiones, Mojos y Montevideo.
El virreinato del Río de la Plata lo constituyeron las intendencias de Buenos Aires, Cochabamba, La Paz, La Plata, Mendoza, Paraguay, Potosí y Tucumán, además de las gobernaciones militares de Chiquitos, Misiones, Mojos y Montevideo.
La designación de Velasco y Huidobro,
en 1803, al frente de la Intendencia del Paraguay tuvo como consecuencia directa la ampliación del
territorio paraguayo a las Misiones de los antiguos treinta pueblos jesuíticos.
Las atribuciones de los intendentes incluían su autoridad en cuestiones de
guerra, hacienda, justicia y policía.
En
el aspecto militar, Don Bernardo de Velasco y Huidobro creó un cuerpo de
veteranos rentados, sustituyendo al sistema gratuito hasta entonces imperante,
en que los milicianos debían defender el territorio “a su costa y munición”. Con
estas fuerzas, de las cuales era generalísimo, Velasco defendió firmemente el
territorio paraguayo frente a conatos de violación, como la realizada por la
provincia de Corrientes, en 1806.
Al
poco tiempo de asumir en Asunción, Velasco tuvo que partir a Buenos Aires para
coadyuvar en la defensa de la capital virreinal ante el ataque e invasión de las fuerzas inglesas que, entre1806 y 1807, llevaron a cabo los ataques a Montevideo y Buenos Aires, como
parte de una estrategia para evitar que Napoleón se adelantase a ejecutar un
plan de apropiarse de los recursos españoles en América. La intervención de
Velasco fue de suma importancia para la victoria sobre los ingleses, por lo que
el rey Carlos IV le ascendió a brigadier
general de Infantería.
Enterada Inglaterra del estado de
indefensión de las posesiones españolas y de que un importante cargamento de
tesoro proveniente de Potosí estaba a punto de ser enviado a la metrópoli, en
1806 envió una expedición a Buenos Aires, la invadieron, lograron la rendición
de las tropas españolas y se apropiaron del botín, que llevaron a Londres. A
esta primera sucedió otra en 1807, que fue resistida por los criollos, mestizos
e indígenas (con activa participación paraguaya).
La primera invasión fue en julio de 1806. Velasco fue convocado con urgencia por el virrey Rafael de Sobremonte para el envío de hombres para la defensa de Buenos Aires. Los ingleses desembarcaron al sur de Buenos Aires y con una fuerza de 1.600 hombres, la ocuparon fácilmente. El virrey Sobremonte reunió todo el tesoro de la Hacienda Real y huyó hacia las sierras de Córdoba. La población civil de Buenos Aires resolvió resistir la invasión y, ante la huida del virrey, nombraron en dicho cargo a un francés al servicio de España, el capitán de navío Santiago de Liniers.
La primera invasión fue en julio de 1806. Velasco fue convocado con urgencia por el virrey Rafael de Sobremonte para el envío de hombres para la defensa de Buenos Aires. Los ingleses desembarcaron al sur de Buenos Aires y con una fuerza de 1.600 hombres, la ocuparon fácilmente. El virrey Sobremonte reunió todo el tesoro de la Hacienda Real y huyó hacia las sierras de Córdoba. La población civil de Buenos Aires resolvió resistir la invasión y, ante la huida del virrey, nombraron en dicho cargo a un francés al servicio de España, el capitán de navío Santiago de Liniers.
Ataque por los ingleses a Buenos Aires |
Para la defensa de Buenos Aires, la
milicia paraguaya –un Regimiento de Voluntarios de Caballería– partió de
Asunción en agosto de 1806. De esta fuerza también participaron hombres que,
después tendrían relevante actuación en la gesta de la Independencia: el
teniente Fulgencio Yegros, jefe de la Segunda Compañía; capitanes José
Fernández Montiel y Cristóbal Insaurralde y los alféreces Fernando de la Mora y
Gervacio Acosta, el cadete Antonio Tomás Yegros, entre otros.
Tras del fracaso de la primera invasión, el Gobierno inglés envió otra poderosa flota. Para reforzar la defensa, a pedido del virrey Sobremonte –que había recuperado su cargo, pero no la confianza de sus gobernados, Velasco ordenó el envío de otros 427 hombres, al mando del capitán Manuel Antonio Cohene y Pedro de Herrera.
Tras del fracaso de la primera invasión, el Gobierno inglés envió otra poderosa flota. Para reforzar la defensa, a pedido del virrey Sobremonte –que había recuperado su cargo, pero no la confianza de sus gobernados, Velasco ordenó el envío de otros 427 hombres, al mando del capitán Manuel Antonio Cohene y Pedro de Herrera.
El 3 de febrero de 1807, tras dos semanas de asedio, los ingleses tomaron Montevideo y Sobremonte huyó nuevamente, pero fue detenido por orden del Cabildo de Buenos Aires. La Real Audiencia tomó el poder virreinal y exigió la presencia de Velasco en la ciudad, y, teniendo en cuenta su veteranía y pericia militar, se le nombró Mayor General de las Tropas de Infantería y Caballería, además de subinspector general de la ciudad de Buenos Aires. Así pues, Velasco se hizo cargo de la defensa de la ciudad, tomando acertadas medidas y enfrentando valientemente a los ingleses. Poco después y como consecuencia del triunfo ante los ingleses, Santiago de Liniers fue repuesto frente al gobierno virreinal.
De regreso a Asunción, Velasco reasumió
su gobierno el 9 de junio de 1809.
Mientras
se sucedían los hechos mencionados, el otrora poderoso imperio español hacía
agua por todos los costados, lo que alentó a las ideas separatistas en el Río de la Plata, como la surgida bajo el
pensamiento de que si debía seguirse la suerte de España o resistir en América:
las Indias eran dominio personal del rey de España y el rey estaba impedido.
Por lo tanto, las Indias podían gobernarse a sí mismas.
Tras
el Cabildo Abierto de 1810 en Buenos Aires todavía quedaban varios territorios
leales a España, entre ellos el Paraguay. El nuevo gobierno bonaerense decidió
invitar a las demás provincias que conformaban el virreinato a incorporarse a
la nueva situación y enviar expediciones al Alto Perú (Bolivia) y al Paraguay
para derrocar los gobiernos coloniales y sumar estas provincias a Buenos Aires.
Ante la situación planteada, el gobernador Velasco reunió un cabildo
extraordinario que resolvió el reconocimiento y la jura de fidelidad al Supremo
Consejo de Regencia instalado en España; además de recomendar “guardar armonía
y amistad” con la Junta de Buenos Aires, instalada el 25 de mayo de ese mismo
año.
Derrocamiento de Velasco de Huidobro |
En
el Paraguay se tomaron medidas preparándose ante cualquier posible ataque.
Velasco recorrió las Misiones recolectando armas y municiones y alentó a la
población a defender su autonomía ante las pretensiones porteñas. Esta actitud
a la vez incentivó y alentó el ánimo de los paraguayos de mantenerse
independientes de cualquier régimen e, indirectamente, propició la gesta
emancipadora que ocurriría meses más tarde. Derrotó a Belgrano en Paraguarí (1811), pero la sublevación de
Somellera y Pedro Juan Cavallero le quitó el poder. Así, el 9 de junio de 1811,
Velasco, el último gobernador español,
fue separado del cargo, acusado de querer entregar la provincia a los
portugueses tras querer asegurar el poder español con tropas portuguesas, y
encarcelado por algún tiempo.
Falleció en Asunción, posiblemente el año 1822.
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