Formó parte de la Iglesia Católica y
llegó a las más altas posiciones en su jerarquía; fue Arzobispo de Laodicea (en
la actual Turquía) y Patriarca de las Indias Occidentales (entre 1782 y 1783). Negoció
en Roma el Concordato de 1753 y apoyó, en 1767, la expulsión de los jesuitas.
Fue además político y presidente del Consejo de Castilla tras la caída de
Aranda.
Manuel
Ventura Figueroa Barreiro nació el 21 de diciembre de 1708 en Santiago de
Compostela (A Coruña), en el Hospital Real (actualmente Hostal
de los Reyes Católicos), donde su padre trabajaba como barbero sangrador. No era de linaje hidalgo ni noble, sino más bien de orígenes humildes, pero llegó a alcanzar altos puestos en la jerarquía religiosa y jugar un importante papel político durante el siglo XVIII.
Su
nombre real según consta en sus biográficos era Manuel Benito Ventura
Cabanelas, Barreiro, Cerviño, Rodriguez de Prado, Vidal y Figueroa y tuvo 8
hermanos de los cuales no se conoce descendencia alguna.
Graduado
en leyes por la Universidad de Santiago (1727), Manuel Ventura Figueroa completó
sus estudios de derecho en la de Valladolid, donde también se graduó en cánones
(1733). Posteriormente obtuvo la licenciatura y el doctorado en derecho
canónico en la Universidad de Ávila, y ganó por oposición una plaza de profesor
en la de Valladolid. Ejerció en la Chancillería de Valladolid, donde tuvo como
maestro a Manuel Patiño, afamado abogado y miembro del Consejo Real. Después de
obtener por oposición la canonjía doctoral del obispado de Orense en 1733, fue
designado subdelegado de Cruzada del mismo obispado en 1734 por el comisario
general Gaspar Molina, obispo de Barcelona. Fue ordenado sacerdote en 1737.
Nombrado
gobernador de la diócesis de Orense por el obispo Agustín de Eura, en 1742 fue
enviado a Madrid como negociador en un pleito suscitado por motivo de diezmos,
viaje que aprovechó para entrar en contacto con algunos consejeros del Consejo
Real y de la Cámara y tratar sobre cuestiones relacionadas con el Patronato
Real. En 1746 fue escogido superior de la abadía de Covarrubias (Burgos), destino
que permutó un año después por el de la Santísima Trinidad de Orense, y en 1748
se le nombró visitador general de todas las iglesias y obras pías del Real
Patronato del reino de Granada. Estos últimos cargos le relacionaron con el
marqués de la Ensenada y con el padre Rávago, confesor del rey.
Fue quien negoció en secreto y quien
firma junto con el Cardenal Valenti el Concordato de 1753 entre el Rey Fernando
VI y el Papa Benedicto XIV, que confería un mayor poder a la autoridad real
sobre la eclesiástica dentro de la Monarquía Española.
Junto
con el marqués de los Llanos, Gregorio Mayáns y Bias Jover, fue encargado de
emitir un informe sobre el Concordato de 1737 que había sido ratificado por el
rey Felipe V y el papa Clemente XII, informe que fue entregado al secretario de
Estado en 1749. En el mismo expresó su convencimiento de que no podía llegarse
a un acuerdo entre el Gobierno español y la Santa Sede si no se resolvía de
antemano la cuestión del Patronato Real y la de los excesivos tributos y exacciones
que pagaban las iglesias y los feligreses españoles a Roma.
Figueroa
realizó las negociaciones de forma personal con Valenti, y fruto de ellas fue
la redacción de un primer proyecto de acuerdo a finales de 1750, que no llegó a
ser presentado a Benedicto XIV al considerarse que no estaba totalmente
desarrollado. Tras una serie de reformas, el proyecto fue entregado al papa en
febrero de 1751.
Los
principales temas sobre los que los interlocutores tuvieron que limar asperezas
fueron los relativos al Patronato Real, a las reservas pontificias de
rendimientos eclesiásticos y a las cédulas bancarias; Ventura Figueroa tuvo que
recurrir, además de a su ingenio diplomático, a grandes cantidades de dinero
para obtener por medio de regalos el beneplácito de las autoridades
eclesiásticas. El Concordato fue firmado
en 1753 en el Palacio Apostólico del Quirinal y recibió la ratificación papal
en la basílica de Santa María la Mayor.
Los puntos más importantes de este
nuevo acuerdo fueron la cesión del papa a Fernando VI y sus sucesores del
derecho universal para presentar obispados y arzobispados; la conservación por
parte de la Santa Sede de 52 beneficios eclesiásticos en España; y el pago a la
Santa Sede de una compensación por aquellos beneficios que iba a dejar de
percibir. El Concordato fue muy importante para los intereses de la Corona
española y tuvo vigencia hasta 1833, fecha en la que fue suspendido por la
ruptura en las relaciones diplomáticas con motivo del inicio de la Primera
Guerra Carlista.
A
su vuelta a España, Manuel Ventura Figueroa fue recompensado por sus servicios
con nombramientos para altos puestos administrativos y eclesiales. Designado, por Carlos III, miembro del
Consejo de Castilla (cargo desde el que apoyó la expulsión de los jesuitas
de 1767), accedió a la presidencia de dicho Consejo en substitución del conde
de Aranda, y frenó los intentos renovadores de los ilustrados durante los diez
años que permaneció a su frente (1773-1783).
Ventura
Figueroa ocupó además los cargos de Patriarca
de las Indias, protector del
monasterio de El Escorial (Madrid), vicario general de los Ejércitos, gran
canciller de la Orden de Carlos III, procapellán y limosnero mayor de Su
Majestad, comisario general de la Cruzada, colector general de los arzobispados
y obispados del Reino, arcediano de Nendos y arzobispo de Laodicea, puesto para
el que fue consagrado en 1783; fue asimismo protector de la Sociedad Económica
Matritense. Fue también uno de los fundadores del Banco de San Carlos,
considerado uno de los predecesores del actual Banco de España.
De los textos escritos por Manuel Ventura Figueroa se publicaron, en 1784, la Escritura de fundación del patronato laical y memorias del Excmo. Sr. D. Manuel Ventura de Figueroa, y, en 1862, el Discurso sobre el Concordato de 1737.
También
creo una fundación, la Fundación Figueroa, por la cual ayudaba a su familia y descendientes, tanto en
estudios como en otras muchas causas. Dicha fundación, aún activa hoy en día,
bajo la supervisión de la Xunta de Galicia sirve como nexo de unión entre sus
descendientes.
Falleció
el 3 de abril de 1783. Fue enterrado en la Iglesia de San Martín de Madrid, que en
el año 1836 fue derribada, y se ignora el paradero de sus restos.
Texto extraido en parte de Biografias y Vidas
Para saber más: La olvidada figura de D. MANUEL VENTURA FIGUEROA
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