viernes, 8 de mayo de 2020

Manuel Ventura Figueroa Barreiro. Eclesiástico y político del siglo XVIII



Formó parte de la Iglesia Católica y llegó a las más altas posiciones en su jerarquía; fue Arzobispo de Laodicea (en la actual Turquía) y Patriarca de las Indias Occidentales (entre 1782 y 1783). Negoció en Roma el Concordato de 1753 y apoyó, en 1767, la expulsión de los jesuitas. Fue además político y presidente del Consejo de Castilla tras la caída de Aranda.

Manuel Ventura Figueroa Barreiro nació el 21 de diciembre de 1708 en Santiago de Compostela (A Coruña), en el Hospital Real (actualmente Hostal de los Reyes Católicos), donde su padre trabajaba como barbero sangrador. No era de linaje hidalgo ni noble, sino más bien de orígenes humildes, pero llegó a alcanzar altos puestos en la jerarquía religiosa y jugar un importante papel político durante el siglo XVIII.

Su nombre real según consta en sus biográficos era Manuel Benito Ventura Cabanelas, Barreiro, Cerviño, Rodriguez de Prado, Vidal y Figueroa y tuvo 8 hermanos de los cuales no se conoce descendencia alguna.


Graduado en leyes por la Universidad de Santiago (1727), Manuel Ventura Figueroa completó sus estudios de derecho en la de Valladolid, donde también se graduó en cánones (1733). Posteriormente obtuvo la licenciatura y el doctorado en derecho canónico en la Universidad de Ávila, y ganó por oposición una plaza de profesor en la de Valladolid. Ejerció en la Chancillería de Valladolid, donde tuvo como maestro a Manuel Patiño, afamado abogado y miembro del Consejo Real. Después de obtener por oposición la canonjía doctoral del obispado de Orense en 1733, fue designado subdelegado de Cruzada del mismo obispado en 1734 por el comisario general Gaspar Molina, obispo de Barcelona. Fue ordenado sacerdote en 1737.

Nombrado gobernador de la diócesis de Orense por el obispo Agustín de Eura, en 1742 fue enviado a Madrid como negociador en un pleito suscitado por motivo de diezmos, viaje que aprovechó para entrar en contacto con algunos consejeros del Consejo Real y de la Cámara y tratar sobre cuestiones relacionadas con el Patronato Real. En 1746 fue escogido superior de la abadía de Covarrubias (Burgos), destino que permutó un año después por el de la Santísima Trinidad de Orense, y en 1748 se le nombró visitador general de todas las iglesias y obras pías del Real Patronato del reino de Granada. Estos últimos cargos le relacionaron con el marqués de la Ensenada y con el padre Rávago, confesor del rey.

Fue quien negoció en secreto y quien firma junto con el Cardenal Valenti el Concordato de 1753 entre el Rey Fernando VI y el Papa Benedicto XIV, que confería un mayor poder a la autoridad real sobre la eclesiástica dentro de la Monarquía Española.

Junto con el marqués de los Llanos, Gregorio Mayáns y Bias Jover, fue encargado de emitir un informe sobre el Concordato de 1737 que había sido ratificado por el rey Felipe V y el papa Clemente XII, informe que fue entregado al secretario de Estado en 1749. En el mismo expresó su convencimiento de que no podía llegarse a un acuerdo entre el Gobierno español y la Santa Sede si no se resolvía de antemano la cuestión del Patronato Real y la de los excesivos tributos y exacciones que pagaban las iglesias y los feligreses españoles a Roma.

Figueroa realizó las negociaciones de forma personal con Valenti, y fruto de ellas fue la redacción de un primer proyecto de acuerdo a finales de 1750, que no llegó a ser presentado a Benedicto XIV al considerarse que no estaba totalmente desarrollado. Tras una serie de reformas, el proyecto fue entregado al papa en febrero de 1751.

Los principales temas sobre los que los interlocutores tuvieron que limar asperezas fueron los relativos al Patronato Real, a las reservas pontificias de rendimientos eclesiásticos y a las cédulas bancarias; Ventura Figueroa tuvo que recurrir, además de a su ingenio diplomático, a grandes cantidades de dinero para obtener por medio de regalos el beneplácito de las autoridades eclesiásticas. El Concordato fue firmado en 1753 en el Palacio Apostólico del Quirinal y recibió la ratificación papal en la basílica de Santa María la Mayor.

Los puntos más importantes de este nuevo acuerdo fueron la cesión del papa a Fernando VI y sus sucesores del derecho universal para presentar obispados y arzobispados; la conservación por parte de la Santa Sede de 52 beneficios eclesiásticos en España; y el pago a la Santa Sede de una compensación por aquellos beneficios que iba a dejar de percibir. El Concordato fue muy importante para los intereses de la Corona española y tuvo vigencia hasta 1833, fecha en la que fue suspendido por la ruptura en las relaciones diplomáticas con motivo del inicio de la Primera Guerra Carlista.

Su estatua en Santiago de Compostela
A su vuelta a España, Manuel Ventura Figueroa fue recompensado por sus servicios con nombramientos para altos puestos administrativos y eclesiales. Designado, por Carlos III, miembro del Consejo de Castilla (cargo desde el que apoyó la expulsión de los jesuitas de 1767), accedió a la presidencia de dicho Consejo en substitución del conde de Aranda, y frenó los intentos renovadores de los ilustrados durante los diez años que permaneció a su frente (1773-1783).

Ventura Figueroa ocupó además los cargos de Patriarca de las Indias, protector del monasterio de El Escorial (Madrid), vicario general de los Ejércitos, gran canciller de la Orden de Carlos III, procapellán y limosnero mayor de Su Majestad, comisario general de la Cruzada, colector general de los arzobispados y obispados del Reino, arcediano de Nendos y arzobispo de Laodicea, puesto para el que fue consagrado en 1783; fue asimismo protector de la Sociedad Económica Matritense. Fue también uno de los fundadores del Banco de San Carlos, considerado uno de los predecesores del actual Banco de España.

 
De los textos escritos por Manuel Ventura Figueroa se publicaron, en 1784, la Escritura de fundación del patronato laical y memorias del Excmo. Sr. D. Manuel Ventura de Figueroa, y, en 1862, el Discurso sobre el Concordato de 1737.

También creo una fundación, la Fundación Figueroa, por la cual ayudaba a su familia y descendientes, tanto en estudios como en otras muchas causas. Dicha fundación, aún activa hoy en día, bajo la supervisión de la Xunta de Galicia sirve como nexo de unión entre sus descendientes.

Falleció el 3 de abril de 1783. Fue enterrado en la Iglesia de San Martín de Madrid, que en el año 1836 fue derribada, y se ignora el paradero de sus restos.

Texto extraido en parte de Biografias y Vidas


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